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Es hora de corregir el rumbo

27 de febrero del 2011 | EDITORIAL | Por El Colombiano
La inseguridad y la corrupción afectaron de manera negativa la percepción de los colombianos, que también están decepcionados por la falta de soluciones al problema del desempleo y la pérdida de poder adquisitivo. El pesimismo gana terreno y las personas que consideran que el país está empeorando están a punto de igualar a quienes creen que mejora. Estamos a tiempo para corregir el rumbo.

Factores negativos como inseguridad, corrupción, desempleo, marcan, con peligroso ritmo ascendente, el clima del país. Buen número de colombianos piensan que las cosas no están mejorando. Frente al ambiente de pesimismo que parece ganar terreno, hay que actuar con urgencia, para evitar que el país retroceda y se pierda lo mucho que habíamos ganado.

Las encuestas no son algo distinto a un termómetro para conocer la percepción que tienen sus habitantes sobre los principales problemas que enfrentan y sobre la imagen que proyectan sus gobernantes al darles o no solución. Sus resultados, por lo general, suelen ser una buena fotografía del momento que vivimos.

Lo que nos revela la última encuesta bimestral de Gallup, que consulta una muestra representativa de 1.200 ciudadanos, no es, por demás, diferente a lo que ya habían anticipado algunos analistas, y que desde este mismo espacio habíamos advertido: un deterioro en la seguridad, quizás el factor más sensible, y del que depende, en buena medida, la marcha del país por la confianza que ella genera, para avanzar hacia la prometida prosperidad.

Coincide esta encuesta, prácticamente, con los seis primeros meses del mandato del Presidente Santos, un buen tiempo, como lo decíamos en un pasado editorial para evaluar qué se está haciendo bien y en qué se está fallando. La señal no puede ser más contundente: el 64 por ciento de los encuestados considera que hemos retrocedido en materia de seguridad. Siete puntos por encima de quienes tenían la misma percepción en diciembre de 2010.

Contribuye a acentuar este desánimo, en gran medida, el accionar de las bandas criminales y lo que sobre ellas mismas se afirma como el poder desestabilizador más grande que amenaza a Colombia. Además de hechos puntuales de inseguridad en algunas regiones y una visible reducción de la vigilancia en las carreteras.

Llama la atención también el ascenso de la corrupción, como percepción negativa del 63 por ciento de los colombianos. Sin que pueda atribuirse al Ejecutivo caso alguno en particular, quizá lo que el país está contemplando, con todos los carruseles de contratación que se denuncian públicamente, es que no hay en ejecución una política clara de lucha contra este flagelo que erosiona las arcas del Estado en todos sus ámbitos.

En el tercer lugar de la decepción ciudadana se ubica el manejo de la economía (el 76 por ciento considera que el costo de vida se agravó), y en particular la poca efectividad de políticas y acciones para fomentar el empleo. El 60 por ciento de los encuestados desaprueba la manera como el Gobierno enfrenta este problema.

Si bien el Presidente Santos mantiene su imagen favorable, y gana protagonismo su Vicepresidente, no creemos que el Gobierno pueda sentirse satisfecho cuando los colombianos comienzan a calificar como negativa su gestión en temas tan vitales, aunque respalden la forma como está manejando las relaciones internacionales y sus buenas intenciones en cuanto a darle prioridad al agro.

Por el bien del país, hay que corregir el rumbo. Es hora de hacerlo, porque no puede ser que el pesimismo comience a ganar espacio. El número de colombianos que piensan que el país no va bien está a dos puntos de igualar a quienes creen sí, y eso significaría entrar en arenas movedizas, cuando lo que se requiere es mayor fortaleza y decisión gubernamental para no abandonar el terreno firme que el país había comenzado a pisar.

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