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Peláez y Gardeazábal agosto 1 de 2018
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El periodismo entró a la Unidad Nacional

11 de septiembre de 2011 | REPORTAJE | Por: MARÍA JIMENA DUZÁN
EN PLATA BLANCA Con ocasión de un nuevo aniversario de su programa 'Hora 20', de Caracol Radio, Néstor Morales habla de cómo surgió este, del gobierno anterior y del estado de la actividad en el país.

“Los noticieros de los canales privados no han evolucionado en 13 años” 

MARÍA JIMENA DUZÁN: En contra de todos los vaticinios, 'Hora 20' se ha ido posicionando como un programa de opinión en un horario en el que la radio estaba apagada. ¿A qué se debe su éxito? 

NÉSTOR MORALES: Lo más interesante de Hora 20 es que creó un escenario para discutir en el desacuerdo. Al principio era curioso porque las discusiones se hacían por fuera de los micrófonos, en el intermedio. Ahora los panelistas saben qué van a debatir. Con Hora 20 se han derrumbado muchos mitos. Uno de esos es que en los medios la opinión y la discusión sí valen.

M.J.D.: ¿Cómo nació la criatura?

N.M.: La idea de hacer el programa surgió porque el periodista Rafael Manzano, director de programación de Caracol Radio, no sabía qué hacer con la hora de la noche. "Invéntese un espacio de opinión", me dijo un día. A la semana recuerdo que fuimos con Manzano a un almuerzo en el que estaban Rudy Hommes y Antonio Caballero, y los dos se entrelazaron en una tremenda discusión. Me volteé hacia donde estaba Manzano y le dije: "¿Qué tal poner esta discusión al aire?". Al principio eran solo diez panelistas, y a los 15 días me di cuenta de que ese esquema no funcionaba y decidí abrir el abanico de participantes. Hoy hay sesenta panelistas.  M.J.D.: Pero ha tenido varias deserciones desde entonces…

N.M.: Mi primera deserción, hace seis años y once meses, fue Carlos Lleras de la Fuente. Al aire me dijo que él estaba muy viejo para que un tipo como yo le dijera de qué tenía que hablar y cuándo. Creo que él tenía razón: para su soberbia, debe ser inaceptable discutir. A él le gusta pontificar, y al programa van panelistas que tienen que estar expuestos a ser derrotados con argumentos. Lo importante de este episodio es que para debatir se necesita cierta humildad intelectual. 

M.J.D.: Pero Carlos Lleras de la Fuente no fue la única deserción. Las demás las han provocado el gobierno Uribe o el gobierno Santos, que parecen haberse puesto de acuerdo en nombrar a los panelistas que más los defienden en 'Hora 20'. 

N.M.: Sí, algo de eso es cierto. De los ministros actuales, hay diez que eran panelistas de Hora 20. Comenzando por Germán Vargas Lleras, por el exministro de Defensa Rivera, por Juan Carlos Echeverry, por Juan Carlos Esguerra, Mauricio Santamaría. Hay otros como Luis Guillermo Vélez, Germán Santamaría y Mauricio Rodríguez. Incluso hasta el presidente Santos fue panelista en algún momento. Aquí sí hay puerta giratoria. O lo que es mejor, aceptamos que la hay, porque donde dicen que no la hay es porque la tienen funcionando pero por detrás, escondida. M.J.D.: Mucha gente en la época de Uribe criticó el programa porque se sumó a la polarización que vivía el país. O se era antiuribista o uribista, no había matices… N.M.:
Es que Hora 20 es el reflejo del país. Pero, mire, hay que quitarle el miedo a la polarización. Creemos que eso es malo, pero en todos los países donde hay democracia hay polarización. 
M.J.D.: ¿Por qué José Obdulio Gaviria nunca volvió al programa?

N.M.: No lo volví a invitar después de que le dio por decir que Hora 20, el programa al que él iba, era como la página de Ancol de las Farc. Y que para entrar al estudio había que taparse las narices. Yo, para evitarle otra infección, creí que era mejor desistir de sus comentarios.

M.J.D.: 'Hora 20' es un programa de discusión en el que la participación de la mujer es minoritaria. ¿Seguimos pensando que las mujeres no están listas para discutir con los hombres?

N.M.: Yo intento que en los paneles siempre haya una mujer. Aunque le digo una cosa: curiosamente no hay muchas mujeres opinadoras. Aunque las que hay hacen mucho ruido.

M.J.D.: Detecto un tufillo machista en ese comentario… ¡Hay que ver lo que se dicen entre sí los hombres panelistas…!

N.M.: Es que como estamos en la era de lo políticamente correcto, cualquier crítica a una mujer se le atribuye al machismo. Pero, mire, las mujeres, incluida usted, son flemáticas y pasionales, lo cual me parece un elogio.

M.J.D.: Cuando terminó el gobierno Uribe, muchos decretaron la muerte de 'Hora 20'. La tesis era que sin Uribe, el programa se iba a convertir en el centro de interminables y aburridas discusiones.

N.M.: Esa tesis la impulsaron quienes creían que sin Uribe todo se iba a derrumbar. Obviamente uno no puede engañarse: Uribe era un gran animador del debate, un excelente combustible. Reconozco que la unanimidad nacional y la patria boba en que nos metió Santos sí ha obligado a Hora 20 a cambiar temas, pero, a pesar de eso, hemos seguido creciendo en oyentes.

M.J.D.: Sí, pero este canapé republicano de Santos nos tiene discutiendo cosas como si TransMilenio debe llevar o no perros…

N.M.:
Sí, pero es que esos son temas que le importan a la gente.

M.J.D.: Pero lo oyentes de 'Hora 20' no son los que van en TrasMilenio, sino los taxistas y las personas de estratos 5 y 6 que tienen carro.

N.M.: Eso no es cierto. Hora 20 nació como un programa de opinión para una élite de ciudadanos que no veía telenovelas pero a la que le importaba el país. Y la experiencia ha demostrado que esa élite está en todos los estratos y en todas las regiones, y hoy competimos con las telenovelas con temas que no son solo políticos. Hemos hablado del Bolillo, del aborto, del matrimonio gay, del problema ambiental, de Santurbán.

M.J.D.: Por ese camino veo que vamos a terminar hablando del Revertex de Amparo Grisales.

N.M.: Primero, no creo que sean malos los temas sociales y hay que salirse de la camisa de fuerza de la minucia política. Segundo, creo que a Santos se le está acabando la luna de miel y cada vez hay menos unanimismo alrededor de su Unidad Nacional. Ahí surgirán insumos para el debate político.

M.J.D.: ¿Es posible discutir seriamente en un país donde la frase que define a los políticos es aquella de que "solo los imbéciles no cambian de opinión"?

N.M.:
Pues si esa es la filosofía, Hora 20 está lleno de genios. Esa frase es un desarrollo de la tesis original del gran pensador Sabas Pretelt, que dijo que la política es dinámica. Y en Hora 20 los oyentes han sido testigos de muchos cambios.

M.J.D.: ¿Alguna vez el Grupo Prisa le ha dicho a quién llevar, qué no decir o a quién quitar?

N.M.:
De ellos, hasta hoy, solo he tenido respeto y autonomía.

M.J.D.: ¿Y no hubo presiones del gobierno Uribe ante sus jefes en España?

N.M.: Es posible que eso haya pasado. Pero tal vez se refiere usted al episodio cuando Fabio Echeverry era uribista y fue a España a expresar cierta incomodidad a la gente de Prisa. Ellos me lo contaron, pero eso no pasó de ahí. Sé que Uribe, en su momento, y que ministros de ese gobierno y del de ahora ven a Hora 20 como una piedra en el zapato, y los entiendo…

M.J.D.: ¿Me está insinuando que en este gobierno le han intentado jalar las orejas?

N.M.:
No tanto jalar las orejas, pero muchos de ellos llaman o simplemente llegan a la emisora estando al aire.

M.J.D.: ¿Cómo ve usted el periodismo colombiano?

N.M.: Por una parte, lo veo en una etapa de liviandad, de trivialidad peligrosísima. Pero, sobre todo, lo veo pensando demasiado en el P&G. Aunque por otro lado, hay un periodismo serio al que se le deben muchas denuncias y el destape de casi todos los escándalos que han conmovido a la opinión pública. El periodismo colombiano es como Jeckyll y Mr. Hyde. Hora 20 lo que intenta es convencer a los incrédulos de que los temas duros y de fondo son rentables y tienen audiencia. Mejor dicho, que no todos los colombianos están pendientes de las tetas de Amparo Grisales.

M.J.D.: ¿Le molesta la imitación que hacen de usted en 'La luciérnaga', donde lo pintan como un hombre pretencioso y vanidoso?

N.M.:
Ya no me molesta. Ya entendí que uno no puede joder toda la vida a todo el mundo y esperar que no lo jodan a uno. Esa hipersensibilidad de los periodistas la acabaron a hachazos las redes sociales y la interacción con los oyentes y los lectores.

M.J.D.: ¿Cómo ve los noticieros de los canales privados?

N.M.: Dramáticamente parecidos y sin evolución. Siguen haciendo lo mismo de hace 13 años. Sacan treinta notas de cincuenta segundos y después escotes, piernas y autopromociones.

M.J.D.: ¿Y por qué cree usted que eso está pasando?

N.M.: Porque les da miedo llegar a la siguiente etapa de la información, que es la opinión. Todo está cambiando. Antes, cuando alguien quería saber qué pasaba, prendía la radio o la televisión. Ahora lo hacen por el celular. Los periodistas tenemos que ser capaces de entender que el producto ya no es la noticia, sino el análisis de la noticia. Siento que los periodistas colombianos estamos despreciando el cambio social y tecnológico que se está produciendo en el mundo. ¿Quién se iba a imaginar que los oyentes nos iban a aportar información como me sucede a diario en Hora 20?

M.J.D.: ¿Qué le falta al periodismo en Colombia para salir de esa crisis?

N.M.: Seriedad. Que a las facultades de Periodismo no lleguen los que no pasaron en otras facultades. Seriedad es que las facultades mejoren el pensum. Seriedad es que los periodistas estudien. Seriedad es que los periodistas lean. Seriedad es que se reivindique la reportería, y no veo a las estrellas del periodismo haciendo eso. El periodismo se está haciendo sobre titulares. No se leen fallos, no se estudian temas. Hay mucha vedette y poca profundidad.

M.J.D.: ¿Dónde está ubicado el periodismo en este nuevo escenario que plantea la Unidad Nacional?

N.M.: Me temo que el periodismo también entró a la Unidad Nacional, apalancado por las relaciones familiares y por las relaciones sociales con los opinadores del estrato 6. El presidente reemplazó al periodismo. Hasta hace unos meses los escándalos los destapaban los medios; ahora los destapa el presidente-periodista.

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