OPINIÓN| Por: Abelardo De La Espriella | Publicado: noviembre 18, 2018
“Gustavo
Petro y las hordas de energúmenos que dirige no buscan el bienestar de la
Nación ni tampoco una educación de mejor calidad “
“El discurso sobre la necesidad de un mejor sistema educativo es
la mampara detrás de la que se ocultan los protervos intereses del incendiario
Gustavo Petro: quien, en sus tiempos de guerrillero buscaba derrocar al
gobierno legítimamente constituido por la vía armada”
Gustavo Petro y las hordas de energúmenos que dirige no
buscan el bienestar de la Nación ni tampoco una educación de mejor calidad;
¡qué va!; pretenden exactamente todo lo contrario: incentivar el caos y la
anarquía para a la postre obligar a renunciar al presidente, echándole a este
encima gran parte de la opinión pública y atiborrándolo de problemas y marchas
que bloqueen la acción estatal, con el fin de hacerlo ver como el gobernante
incompetente que claramente Duque no es.
El discurso sobre la necesidad de un
mejor sistema educativo es la mampara detrás de la que se ocultan los protervos
intereses del incendiario Gustavo Petro: quien, en sus tiempos de guerrillero
buscaba derrocar al gobierno legítimamente constituido por la vía armada, ahora
retorna a sus andanzas de antaño, combinando, muy a la usanza comunista, todas
las formas de lucha. Poco le importa al jefe de la “Colombia Humana” el futuro
de esta patria adolorida. Lo de Petro es el poder a como dé lugar, para
ejecutar a pie juntillas la larga lista de venganzas que un alma atormentada y
resentida como la suya alberga.
He insistido hasta la saciedad, en
esta columna de opinión, que nada logra quien busca contemporizar con sus
antagonistas naturales. Al final del ejercicio, cualquier acto de grandeza será
entendido como una manifestación de debilidad (así es la condición humana, o la
falta de ella, si se quiere). La actitud conciliadora e incluyente del
presidente Duque de seguro funciona muy bien en Finlandia, pero de poco sirve
en estas tierras olvidadas. No importa, para los golpistas en ciernes, que
Duque reciba un país quebrado y una educación desfinanciada, gracias a los
desmanes del bandido de Santos: no hay razones que valgan para aquellos a los
que no les interesa la verdad.
A la lista de supuestos “estudiantes
desesperados”, se sumarán las organizaciones sociales, campesinas y
territoriales. Ya se han puesto de acuerdo tras bambalinas: no aceptarán ningún
tipo de solución económica presentada por el Gobierno, pero pedirán la cabeza
de funcionarios de alto nivel y reformas políticas radicales. Querrán imponer
un poder constituyente sobre el poder constitutivo, a través de asambleas
populares. Ya han puesto en marcha la “subversión política pacífica”,
provocando a la Fuerza Pública para victimizarse y mostrar al gobierno Duque
como de extrema derecha y violador de los derechos humanos. Los hilos los
mueven desde el partido de las Farc y las huestes petristas, cuyos recursos
económicos son gigantescos. Además, cuentan con camaradas en la prensa nacional
e internacional de gran influencia que fungen de cajas de resonancia del
ideario zurdo.
Solo hay una cosa peor que buscar el
aplauso de los enemigos políticos: olvidar a los copartidarios leales. El
presidente debe llamar al ruedo a importantes miembros del partido Centro
Democrático, que se encuentran en la banca y que de seguro le prestaran un gran
servicio al país. El presidente requiere a su lado ciudadanos con carácter,
determinación y compromiso ideológico, para sortear el complot que busca
defenestrarlo y llevar a Colombia a un camino del que no hay retorno: el
socialismo del siglo XXI.
Atacar al presidente Duque es un
despropósito, pues se trata de un hombre decente, correcto, honesto como el que
más, que no anhela nada distinto de un mejor futuro para todos los colombianos.
Lo que está pasando con un gobierno que solo tiene buenas intenciones me
resulta muy injusto; pero así es la vida, y hay que sortear la tormenta como
corresponde: con mano dura y de hierro. ¡No más diálogo y habladera!
El deber moral de todo ciudadano que
se considere un patriota a carta cabal es rodear al presidente, apoyarlo y
darle tiempo para que saque a Colombia de la turbulencia social, política y
económica en la que la recibió.
Como dicen los mismos mamertos: entre
“más peor, (esté el país) más mejor (para Petro)”. Que a nadie con tres dedos
de frente se le olvide eso.
La
ñapa I: Los que piensan que el Fiscal
General y Luis Carlos Sarmiento tuvieron algo que ver con la muerte de Jorge
Enrique Pizano y su hijo están obsesionados con House of Cards. El exceso de
Netflix puede ser perjudicial para la salud mental.
La
ñapa II: Diosdado Cabello dijo lo que todos
ya sabíamos: Gustavo Petro y Hugo Chávez fueron socios políticos.
La
ñapa III: Receta que debería implementar el
Gobierno para los que prefieren marchar en vez de estudiar: 1. Que se cancelen
los semestres en las universidades públicas, hasta que vuelvan a clases esos
querubines. 2. Que no se autoricen más marchas. Punto.
ABELARDO DE LA ESPRIELLA
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