19 de marzo de 2012 | OPINIÓN | Por: Andrés Hurtado García
Los grandes remedios para este cáncer dependen de los honorables, muchísimos de los cuales no son propiamente dechados de rectitud y justicia.
Me gusta la justicia colombiana; me permite hacer muchas fechorías con riesgos mínimos.
Bienvenidos, señoras,
señores y también los niños, al circo más maravilloso del planeta, el circo de
la justicia en Colombia. Tenemos un honesto, destacado y muy capaz ministro de
Justicia, pero el "despelote" de este poder del Estado no es culpa de
él, aunque puede ayudar a solucionarlo un poco. El problema reside en que los
grandes remedios para este cáncer dependen de los honorables, muchísimos de los
cuales no son propiamente dechados de rectitud y justicia. Estamos, pues,
"en la olla".
En primer lugar,
habría que acabar con esa "vagabundería" de que yo reconozco mis
crímenes y me rebajan penas; de que yo acuso, "sapeo" al que sea y,
sobre todo, a mis compañeros de "trapacerías" (me gusta esta
palabrota) y me rebajan más penas. Como se ve, estoy empleando términos entre
comillas por decencia personal. Las comillas ayudan o por lo menos disculpan.
Según eso, lo
recomendable sería no robar solo, sino en gavilla; llegado el caso, tengo a
quien acusar con muchas pruebas documentales, gozo de lo robado y la pena es
mínima. Además, si tengo buena conducta en la cárcel, si hago empanadas, si leo
libros aunque sea de pornografía, si hago planas de caligrafía, si rezo
juicioso, de rodillas, las tres avemarías, al pie de la cama, antes de
acostarme; si me aprendo unas poesías de memoria y las recito el día del
recluso, si espero para seguir robando y delinquiendo cuando salga de la
cárcel, todavía me rebajan más penas. Me gusta la justicia colombiana; me
permite hacer muchas fechorías con riesgos mínimos.
¿Cómo es posible que
a un ciudadano que un día cayó en la deliciosa tentación de tocarle pasajera,
"pasajerísimamente", en la calle una nalga a una deliciosa joven le
endilguen 4 años de cárcel, más o menos la misma pena que van a recibir, por lo
que se ve, los que hacen multimillonarias 'nulerías' y 'morenosidades'? ¿Cómo
es posible que les den casita por cárcel a los asesinos del volante, dije
asesinos, como si matar a alguien fuera un delito menor, una minucia, una
pequeña distracción, como tantas pequeñas infracciones que uno comete en la
vida?
¿Cómo es posible que
los sorprendidos, así sea una sola vez, en alto grado de alicoramiento (vaya
palabrota, ¡la dije!) sigan tan tranquilos con su auto manejando por las
calles, cuando se les deberían aplicar multas soberanas y quitarles el pase por
lo menos seis meses la primera vez y de por vida en la reincidencia?
¿Exagerado? No. Son asesinos en potencia. Pero no, salen premiados, si acaso,
con una casa por cárcel. Hogar, dulce hogar.
Si los militares
cometieron abusos incalificables en la toma del Palacio de Justicia, que les
caiga la misma, la justicia, como una espada sobre la cabeza.
Pero uno se
pregunta: ¿y los del M-19 qué? ¿No fueron acaso ellos los que propiciaron la
barbarie de la muerte de nuestros jueces y de otras personas y la vergüenza que
nos estigmatizó una vez más ante el mundo? Me dirán que los del M-19 fueron
indultados. Habría que desindultarlos y hacerles una "exhaustiva"
investigación.
El tema del circo de
la justicia en Colombia da para largo y llenaría muchas columnas de tinta, de
sangre y ahora de Internet.
Algún día
volveremos, porque la función apenas comienza y faltan muchos payasos,
malabaristas y contorsionistas por salir al escenario.
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