8 de abril de 2012 | OPINIÓN | Por: MOISÉS NAÍM
Los ataques contra Uribe son también comunes en los
medios de comunicación.
Acabo de entrevistar
a Álvaro Uribe. Mi primera pregunta fue: "Las autoridades han detenido a
su ministro de Agricultura, a su secretario general de la Presidencia y a su
director de los servicios de inteligencia. También están enjuiciados su ministro
del Interior y su secretario de prensa. Esto solo puede significar dos cosas: o
que usted tiene muy mal criterio para seleccionar a sus colaboradores o que hay
un hostigamiento judicial contra usted y su equipo". Uribe me respondió
que no se podía generalizar y que cada uno de estos casos había que discutirlo
por separado, cosa que pasó a hacer. Uribe está convencido de que sus
colaboradores son valiosos servidores públicos, inocentes de los cargos de los
que se los acusa (corrupción, intervención ilegal de teléfonos, etc). Él
seguramente piensa que algo raro está pasando.
Los ataques contra
Uribe son también comunes en los medios de comunicación, donde varios
columnistas lo denuncian feroz y constantemente. Esto sorprende, ya que Uribe
culminó su presidencia con un respaldo del 75 por ciento. Y sigue siendo
inmensamente popular en su país y muy respetado internacionalmente.
Hay buenas razones
para ello. Durante su mandato, el país experimentó una transformación casi
milagrosa. A finales de los años 90, Colombia rivalizaba con Afganistán en la
lista negra de los Estados dominados por el narcotráfico. Hoy se codea con
Chile o Brasil en la lista de países de mayor éxito en América Latina.
Cuando Uribe llegó a
la presidencia, en el 2002, las guerrillas y los paramilitares tenían un
inmenso poder. Más de 300 alcaldías estaban cerradas y casi 3.000 colombianos
secuestrados y transitar por las carreteras era un peligro. Uribe inició una
lucha sin tregua contra los grupos armados que tuvo gran éxito. Para el final
de su mandato el Estado había recuperado el control y las Farc están hoy
arrinconadas.
La mejoría de la
seguridad impulsó la mejoría económica. Colombia crece al 5 por ciento anual,
tres puntos más que el promedio mundial. En el 2011 llegó al 6. Se crearon casi
tres millones de empleos y el desempleo pasó del 22 al 12 por ciento. Las
exportaciones se triplicaron, al igual que las inversiones extranjeras; la
inflación cayó al 3,7 por ciento y la pobreza disminuyó del 56 al 45 por
ciento. Aumentó el gasto en salud y educación, a pesar de que la guerra consume
mucho dinero público. Esto no quiere decir que Colombia esté bien. La pobreza
es enorme y la desigualdad, intolerable. Las Farc aún cuentan con 8.000 hombres
y han proliferado nuevas bandas criminales. Solo el 15 por ciento de las
carreteras están pavimentadas.
Cuando le pregunté a
Uribe sobre sus tensas relaciones con su exministro de Defensa y ahora
presidente, Juan Manuel Santos, contestó que no quería hablar de sus
"tristezas personales". Pero se refirió a los retrocesos que, según
él, vive Colombia. "Yo no dejé un paraíso, pero sí un país en buen camino,
y ahora tengo preocupaciones por cómo van las cosas", dijo. Se quejó del
deterioro de la seguridad y de "señales equívocas en las relaciones internacionales
y la defensa de la democracia". Refiriéndose a la más armoniosa relación
de su sucesor con Hugo Chávez, enfatizó: "Uno de los problemas es la
obsecuencia de ciertos gobernantes con los dictadores. Yo no fui obsecuente con
estas nuevas dictaduras... (A cambio de la mejor relación) el Gobierno de
Venezuela le ha entregado al presidente Santos premios de consolación, personas
de bajo nivel en las Farc. Los verdaderos cabecillas siguen cobijados en
Venezuela".
Sobre por qué en
Colombia lo atacan tanto, respondió: "Cuando tomé las duras decisiones que
había que tomar sabía que estaba tocando intereses muy poderosos -de criminales
y de sus aliados instalados en la sociedad y la política- y sabía que nunca me
lo perdonarían. Y ahora estoy pagando las consecuencias".
De lo que no hay
duda es de que Uribe dejó su país en mejores condiciones de como lo encontró.
MOISÉS NAÍM
MOISÉS NAÍM
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2 comentarios:
Me parece que Alvaro Uribe fue un buen presidente no digo que no haya tenido errores, pero en cuanto a seguridad si hubo un progreso muy grande y gracias a El ahora se puede viajar por Colombia con mas tranquilidad
El presidente Uribe es un ejemplo de Líder y de persona decidida, que no le importa enfrentarse a la fuerza de la maldad, por brindar el bien a sus compatriotas.
Esperamos que desde el lugar donde está siga haciendolo, ya que la fuerza de la palabra y el argumento es aún más poderosa...
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