OPINIÓN| Por: Mauricio Vargas | Publicado: febrero 26, 2017 2:42 am
En su
séptimo año, el retrovisor que tanto usó Santos para culpar a su antecesor, ya
no le alcanza.
Si no es por el fiscal Néstor H. Martínez, y por congresistas que han resultado menos borregos de lo que muchos creían, la goleada a favor de los exguerrilleros y en contra de los militares habría sido muy abultada en el texto que avanza en el Congreso
Con cuentagotas, pero inclementes como tortura china, se suceden las revelaciones del caso Odebrecht, que ya golpeó al gobierno pasado y al excandidato presidencial del uribismo Óscar Iván Zuluaga y ahora acosa, a diario, al presidente Juan Manuel Santos. El primer mandatario ya no puede decir, como alegaba en diciembre, que su gobierno está limpio de esos dineros corruptos. De hecho, el gerente de sus dos campañas, su amigo personal y hombre influyente en su administración, Roberto Prieto, aparece en varias declaraciones en la Fiscalía como personaje clave para Odebrecht.
Liquidado desde hace mucho en las encuestas de popularidad interna,
el Presidente se aferraba a su prestigio internacional, derivado de su batalla
por un acuerdo de paz con las Farc y que obtuvo sello de aprobación con el
premio Nobel que recibió en Oslo en diciembre. Pero ahora que la prensa
internacional ha empaquetado su administración con las otras que en América
Latina fueron untadas por los sobornos de Odebrecht, ese prestigio ha perdido
brillo.
A seis meses de completar su séptimo año de gobierno, el retrovisor
que tanto utilizó para culpar a su antecesor ya no le alcanza. Cuando mira por
él, Santos no ve más que su propia imagen, lo mismo en la tragedia social de La
Guajira, en la postración de una economía que hoy apenas crece al 2 por ciento,
en la crisis irresoluta de los servicios de salud o en la corrupción que
protagonizan, entre otros, sus principales aliados en el Congreso, como aquella
poderosa mafia de Córdoba, muy mentada en estos días. Y el sector de
infraestructura, donde Santos muestra excelentes resultados, ha terminado
manchado por Odebrecht.
Incluso su gran éxito, la terminación del conflicto armado con las
Farc, luce hoy afectado. Cuando se aproxima la fecha para el arranque del
desarme de cerca de 7.000 guerrilleros, hecho histórico desde donde se lo mire,
la torpeza del ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, y del exministro de
Justicia Yesid Reyes, que pactaron en una mesa paralela a la de La Habana lo
atinente a la Jurisdicción Especial de Paz, con tantos privilegios para los guerrilleros
como trampas para los militares, ha opacado la extraordinaria noticia de la
desmovilización de las Farc.
Si no es por el fiscal Néstor H. Martínez, y por congresistas que
han resultado menos borregos de lo que muchos creían, la goleada a favor de los
exguerrilleros y en contra de los militares habría sido muy abultada en el
texto que avanza en el Congreso. El resto del panorama tampoco ayuda: el Eln
está convencido de que el terrorismo es la respuesta a la enorme generosidad
del Gobierno, y además hay demoras y hasta denuncias de corrupción en la
instalación de los campamentos donde las Farc se están concentrando.
En el Gobierno reina el despelote. El ministro Cristo –que, por
fortuna para Santos, ya se va– propone una reforma política sin consultarla con
su jefe. El ministro de Minas, Germán Arce, les pega un totazo a las finanzas
de los municipios y, ante las protestas de los alcaldes, se ve obligado a echar
reversa.
La cosa está tan grave que hace pocos días trajeron de urgencia a
la exministra de la Presidencia, María Lorena Gutiérrez, a quien el Presidente
había mandado al exilio en la embajada de Alemania, después de que ella se
opusiera como gato patas arriba a que Santos incluyera en la terna para fiscal
a Néstor H. Martínez, quien parece haber resultado tan independiente como María
Lorena temía y por eso, desde el propio Palacio, tratan de desprestigiarlo.
Vino ella a encabezar un comité de crisis. Apenas normal: el Gobierno está en
crisis y a este paso, entre escándalos, economía débil y desorden en el equipo
de gobierno, el año y medio que le queda a Santos le resultará un calvario.
mvargaslina@hotmail.com
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