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Cero diálogo

12 de febrero del 2011 | OPINIÓN | Por: Andrés Felipe Arias
Hace bien el Ministro del Interior al fijar como posición del Gobierno la no posibilidad de diálogo con las tenebrosas Bandas Criminales (Bacrim). Con semejantes terroristas, asesinos y narcotraficantes no se puede negociar.
Si quieren, que se entreguen y se sometan a la justicia. Pero nada más. Sin embargo, la coherencia dicta que la misma posición debe extenderse hacia las posibilidades de diálogo con las Farc. No existe diferencia alguna entre la macabra narco-crueldad de las Farc y el delictivo y mafioso comportamiento de las Bacrim.

Así de simple. Con las Farc no debe haber diálogo. A esos criminales lo único que les procede es el peso y la presión de la Fuerza Pública legítima hasta que sean inclinados, derrotados y sometidos a la justicia.

El historial de engaños de este grupo narcoterrorista es bien conocido por todos los colombianos. Históricamente han utilizado negociaciones, despejes, ceses de operaciones, facilitadores extranjeros, políticos amigos y cualquier farsa de diálogo para avanzar en su propósito de tomarse el poder mediante todas las formas de lucha. Basta recordar todo lo que perpetraron sobre miles y miles de seres humanos inocentes e indefensos en el Caguán: asesinatos, secuestros, torturas, extorsiones, violaciones y humillaciones. Una burla deplorable al país y al gobierno de entonces.

Un diálogo en este momento con las Farc le caería como anillo al dedo al grupo terrorista, dado que atraviesa por su peor momento militar y político. Ello daría el oxígeno necesario a estos criminales para recomponer fuerzas, finanzas, comunicaciones y, de paso, formar cuadros.

Ello, adicionalmente, minaría la moral de la Fuerza Pública, cuyos soldados y policías han entregado su vida y derramado su sangre para restaurar la libertad de todos los colombianos, mediante golpes y operaciones fulminantes contra estos delincuentes.

¿Nos creen tan estúpidos como para comernos el cuento de que estas liberaciones a cuentagota obedecen a unas legítimas intenciones de paz? Si las Farc tuvieran voluntad de reconciliación entregarían a todos los secuestrados de inmediato. Pero ni lo hicieron ni lo harán, porque la liberación unilateral e inmediata de todos los secuestrados no requiere ni ceses de operaciones escalonados, ni shows mediáticos de Piedad.

Para nadie es un secreto que el único interés de las Farc con estas liberaciones menudeadas es la reivindicación política de la destituida senadora y quizá, y más grave aún, sacar a Cano y reorganizar las columnas móviles, aprovechando el cese de operaciones escalonado. Y son tan descarados que, además de creernos brutos con respecto a lo que buscan con estas liberaciones tortuosas y lentas, salen a decir a través de sus voceros (as) que esto puede ser el case inicial para un diálogo.

Imaginemos lo que pedirían estas joyas del crimen y el terror sólo para sentarse a dialogar: más ceses de operaciones, algunos viajes al exterior (y no precisamente a Estados Unidos sino a Venezuela y Brasil), traer a Trinidad y Sonia (un imposible jurídico dado que fueron extraditados por narcotráfico), indultos a los delitos de lesa humanidad de Cano y sus secuaces (otro imposible jurídico), poner en la agenda temas sobre los que nunca nos vamos a poner de acuerdo (como los derechos de propiedad sobre la tierra), entre muchas otras solicitudes descabelladas.

Todo lo anterior cierra cualquier posibilidad de diálogo con las Farc. Ahora lo único que procede es su derrota final por la vía militar. Cualquier amago de diálogo sería borrar con el codo todo lo que se ha logrado gracias a la Seguridad Democrática del Presidente Uribe.

Así le dé rabia a la que sabemos, ¡no al diálogo con las Farc! 

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