Opinión| 22 Abr 2010 - 12:45 am
Escarbando Por: María Teresa Herrán
“¡QUÉ VIVA EL GRAN PARTIDO LIBEral, abajo los godos!”: crecí sobre todo con la primera parte de la frase; lo demás era un simple eslogan, rezago de guerras inauditas. Porque mi padre era un tolerante liberal raso, nunca fue violento y sigo siendo liberal. En la más bella expresión del término, y no en la desfiguración que de él han hecho tanto los neoliberales como sus contradictores.
Por fortuna, gentes como Amartya Sen (The idea of Justice) demuestran que a Adam Smith lo desvirtuaron los obsesivos del consumo y del mercado. Se les olvidó que defendía al individuo, la necesidad de oportunidades, el debate, los valores.
En Colombia, ser liberal se ha vuelto, más que un estado de ánimo, una dependencia. Más que un programa político, es la necesidad de trepar a Arleth Casado y de bajar a Cecilia López; de aceptar que el hijo de Luis Carlos Galán o de Rodrigo Lara es lo mismo que Luis Carlos Galán o Rodrigo Lara. Es pensar que los Lleras y los Santos son buenos sólo por ser Lleras o Santos y no por ser serios, como lo son Vargas Lleras y Alejandro, el de Semana. Además, no tengo por qué creerle al delincuente alias Alemán y, en cambio, sí al poder judicial en una democracia liberal.
Margarita Vidal, en Versión Libre, de Canal Capital y en El País de Cali, entrevistó a Cecilia López. Ésta describe lo que le ha pasado, aquello por lo cual no quiero votar por el candidato de un partido al que no estoy atada, al que no le debo nada y, en cambio, me debe muchas cuentas.
Entre otras, la del Proceso 8000, la de haber gestado a Uribe y a Juan Manuel, la de no pocos, como el ex presidente César Gaviria, que se creen papas con mayúscula, y la de despreciar a una mujer que ha aportado mucho en ideas, debates, prioridades sociales y estudio de soluciones.
Mi libertad es mía para no votar por Pardo, sin descalificarlo, reconociendo sus méritos personales y sus errores (ejemplo: acaparar los cargos de director del partido y de candidato).
Ni a mí, ni a miles de liberales como yo, nos pueden inocular sentimientos de culpa si nos vamos, con nuestro talante y livianos de espíritu, a votar por Mockus en la primera vuelta.
mariateresaherran@hotmail.com
En Colombia, ser liberal se ha vuelto, más que un estado de ánimo, una dependencia. Más que un programa político, es la necesidad de trepar a Arleth Casado y de bajar a Cecilia López; de aceptar que el hijo de Luis Carlos Galán o de Rodrigo Lara es lo mismo que Luis Carlos Galán o Rodrigo Lara. Es pensar que los Lleras y los Santos son buenos sólo por ser Lleras o Santos y no por ser serios, como lo son Vargas Lleras y Alejandro, el de Semana. Además, no tengo por qué creerle al delincuente alias Alemán y, en cambio, sí al poder judicial en una democracia liberal.
Margarita Vidal, en Versión Libre, de Canal Capital y en El País de Cali, entrevistó a Cecilia López. Ésta describe lo que le ha pasado, aquello por lo cual no quiero votar por el candidato de un partido al que no estoy atada, al que no le debo nada y, en cambio, me debe muchas cuentas.
Entre otras, la del Proceso 8000, la de haber gestado a Uribe y a Juan Manuel, la de no pocos, como el ex presidente César Gaviria, que se creen papas con mayúscula, y la de despreciar a una mujer que ha aportado mucho en ideas, debates, prioridades sociales y estudio de soluciones.
Mi libertad es mía para no votar por Pardo, sin descalificarlo, reconociendo sus méritos personales y sus errores (ejemplo: acaparar los cargos de director del partido y de candidato).
Ni a mí, ni a miles de liberales como yo, nos pueden inocular sentimientos de culpa si nos vamos, con nuestro talante y livianos de espíritu, a votar por Mockus en la primera vuelta.
mariateresaherran@hotmail.com
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