11 de octubre de 2011 | OPINIÓN | Por: SAÚL HERNÁNDEZ BOLÍVAR
No se trata de cerrar los ojos y dejar pasar errores (u horrores), sino de entender que, aunque la Fuerza Pública cumple protocolos, reglas y formalidades, nunca es posible reducir los errores a cero.
Eso sí, hay que insistir en la formación en derechos humanos para erradicar las violaciones.
Fue un error
creer que limitando la Justicia Penal Militar y acabando con el fuero, como ha
ocurrido en la práctica, se atacaría la impunidad y se reducirían las
violaciones de los derechos humanos y al DIH. En realidad, lo que se logró fue
criminalizar los errores no intencionados cometidos en el servicio sin
considerar que todo ser humano es imperfecto y que no es justo caerles a
quienes en suerte les tocó semejante responsabilidad sin tener una formación
óptima ni recibir a cambio una remuneración acorde con los riesgos que conlleva
la misma.
El resultado final ha sido un garrote jurídico con el que las guerrillas y
cualquier otra organización criminal amedrentan a la Fuerza Pública y le ganan
batallas sin disparar tiros, lo que constituye una grave amenaza para la
seguridad de todos los colombianos, bien sea que padezcamos un desafío terrorista,
un conflicto armado o un problema de delincuencia desbordada, y más aún cuando
se busca un marco especial para la paz.
¿Por qué a los integrantes de la Fuerza Pública los debe cobijar un fuero
especial? La mayoría de nosotros tiene la fortuna de poderse equivocar y
enmendar, sin tener que lamentarse de las consecuencias. Muchos otros, en
cambio, desempeñan oficios potencialmente riesgosos. Y, en esos casos, cuando
un civil comete un error, se presume su buena fe, incluso en ocasiones en que se
observa una conducta negligente que raya con lo criminal. ¿Por qué, entonces,
no hay la misma indulgencia con los uniformados?
Los errores médicos, por ejemplo, suelen taparse con tierra pero, salvo casos
excepcionales, prevalece el criterio de que mal podría tildarse de asesino a
quien intenta preservar la vida de los demás. Luego, como su intención es
bondadosa, hasta se les excusan probables omisiones. Y, a menos que haya una
falta clara, no se considera lógico ni justo llevarlos a un estrado judicial.
Asimismo, no sería sensato que el conductor de la recicladora de asfalto que
les ocasionó la muerte a 21 niños del colegio Agustiniano fuera visto como un
asesino múltiple o un sicópata comparable con Luis Alfredo Garavito.
Es obvio que nadie tenía la intención de provocar semejante accidente, y un
accidente es tal aunque se rompan muchas normas y se salten todos los
controles. Una desgracia como esa tiene que ser producto de una cadena de
errores y de sucesos fortuitos que difícilmente se podrían repetir.
Con los militares y policías pasa lo mismo: se equivocan; y, como su actividad
es de alto riesgo, se producen consecuencias lamentables. Por eso, lo más justo
sería distinguir no solo si se trató de un acto del servicio, sino cuál era la intención
del acto, si hubo dolo, si hubo mala fe.
Violar a una niña y asesinarla junto a sus dos hermanitos no es un acto del
servicio ni es un error de 'buena fe'. Tampoco lo es el asesinar civiles y
hacerlos pasar como guerrilleros caídos en combate para mostrar resultados sin
arriesgar el pellejo. Ni siquiera el miedo justifica tan deshonrosa cobardía.
Pero el DIH establece claramente que hay actos excusables a pesar de que sus
efectos sean espantosos. No se trata de cerrar los ojos y dejar pasar todos los
errores (u horrores), sino de entender que a pesar de que la Fuerza Pública
cumple protocolos, reglas y formalidades, nunca es posible reducir los errores
a cero. Eso sí, hay que insistir en la formación en derechos humanos para
erradicar las violaciones e incrementar la legitimidad de las instituciones.
Muchas faltas cometidas por miembros de organismos de seguridad del Estado son
imperdonables no solo por su gravedad intrínseca, sino por constituir una
traición al honor militar, a la memoria de los compañeros caídos y al pueblo
que deben defender, pero la ausencia del fuero no puede seguir actuando como
una espada de Damocles que les impida cumplir su deber.
@SaulHernandezB
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