El observador | Por: LUIS GUILLERMO RESTREPO SATIZABAL | Publicado: dic. 22, 2012
De pronto volvimos a los diálogos eternos que no producen resultados pero sí avivan la división que padece Colombia.
De
pronto se nos olvidó, o se les olvidó, que si fueron a dialogar fue para ver si
podían lograr el final de la violencia de las Farc, y no a negociar las
políticas y los principios que rigen a la Nación.
Y nos sentimos en el Caguán, donde desfilaba toda suerte de
personajes en busca de audiencia. Miles de propuestas y de participantes en el
foro organizado por la ONU y la Universidad Nacional a instancias del Gobierno,
revivieron la eterna discusión sobre la tierra como factor preponderante en la
violencia. Y aparecieron allí los consabidos artistas de la descalificación
contra cualquiera que tenga un pedazo de tierra, o contra quien se atreva a
promover la propiedad privada como motor de la agricultura moderna, generadora
de riqueza y de empleo.
Fue entonces cuando se vio de nuevo la sombría figura de
Iván Cepeda pontificando y descalificando a quien se le ocurra, mientras sus
propuestas sobre la tierra son la repetición de la letanía que pretende
justificar la violencia sin nombre y sin límites de las Farc. Y la de doña
Piedad Córdoba, la Teodora Bolívar de los correos enviados por ‘Raúl Reyes’
“desde las montañas de Colombia”, destacando claro está el espíritu de
reconciliación y paz que acompaña a los muchachos de ‘Timochenko’.
Entonces volvimos a la vereda los Pozos en San José del
Caguán por donde desfilaron altos heliotropos de la política y el empresariado
colombiano para conocer y negociar con los personajes de las Farc que les
imponían la vacuna de su ley número dos. Todos fueron impulsados por la
necesidad de adelantarse a una derrota que veían próxima. Incluso llevaron al
presidente de la bolsa de Nueva York, para que mirara quizás qué negocio podía
hacer con las enormes riquezas que a la guerrilla le dejaban la extorsión, el
secuestro y, cómo no, el próspero narcotráfico.
La diferencia es que ya no necesitan mostrarnos sus
fusiles. Ahora tienen a los ciegos, a la holandesa y su novio el amenazante
‘Iván Márquez’; a la viuda de ‘Tirofijo’ que reconoce que las Farc tienen
secuestrados y los demás que la desmienten. Ahora tienen a toda la Habana para
rumbear y alardear, mientras el foro de la ONU y de la Nacional revive el
ambiente propicio para devolverle credibilidad a un golpeado y desprestigiado
grupo que vive de la violencia y el terror y ahora propone “tratados para
proteger las víctimas del conflicto armado interno”. ¡Vivir para ver!
Regresamos pues al Estado dialogante descrito por Álvaro
Gómez Hurtado, dispuesto a negociar los principios sobre los cuales está
fundado y tratando de involucrar a la sociedad, mientras ésta mira cómo se
cambian los acuerdos que originaron el proceso y se les llama de manera
atropellada a participar en un foro sin norte. Es el Estado que vuelve a tomarse
la foto con quienes han demostrado que no les interesa acabar con la violencia
y ahora pretenden presentarse como adalides de la paz y de la ‘guerra limpia’.
Así, a Cuba llegarán 400 propuestas del Foro dirigido por
la ONU y la Nacional. Revive entonces el Estado que trata de congraciarse con
quienes hacen del terror su forma de vida. A cambio de ello, la sociedad es
obligada a participar en un proceso que cada vez se parece más a un salto al
vacío. ¿Será esa la Navidad que nos merecemos?
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