OPINIÓN| Por: MAURICIO VARGAS | Publicado: marzo. 4,
2013
¿Quién debe pagar la factura por el cuento chino de que el atentado contra Londoño no era obra de las Farc?
El presidente Santos salió a los medios a dudar de ello y abrió
la posibilidad de que fuera la derecha, para atajar la aprobación, en la Cámara,
del ‘marco jurídico para la paz’.
Son buenas las noticias que
revela, sin aspavientos, el jefe negociador del Gobierno en La Habana, Humberto
de la Calle. Que los diálogos con las Farc hayan pasado de las aproximaciones a
los acuerdos, justo en momentos en que la opinión comenzaba a exigirlo, resulta
muy positivo. Pero es de rigor mantener el escepticismo, pues parece que una
opinión descreída empuja a la guerrilla a parlotear menos y a avanzar más en
concretar pactos.
Mientras esto ocurría
en Cuba, en Bogotá las autoridades judiciales esclarecían el atentado contra el
ministro de Interior y Justicia del primer mandato de Álvaro Uribe, Fernando
Londoño Hoyos, hace nueve meses en Bogotá. Con las pruebas recopiladas y la
confesión de alias ‘Chapu’, miembro de la banda que cometió el crimen, en el
sentido de que la columna ‘Teófilo Forero’ de las Farc pagó mil millones de
pesos por el ataque, las versiones propagadas entonces por el Gobierno y varios
medios, que planteaban que el atentado terrorista había sido obra de una
supuesta mano negra de la derecha, han pasado a los anales de la más vulgar
majadería.
Recordemos los
hechos: el atentado ocurre a media mañana y, a pesar de que los primeros
informes policiales apuntaban a las Farc, pues había datos ciertos de que
preparaban carros bomba en la capital –de hecho, uno fue hallado en esas
horas–, el presidente Juan Manuel Santos salió a los medios a dudar de ello y a
dejar abierta la posibilidad de que fuera un acto de la derecha, destinado a
atajar la aprobación esa tarde, en la Cámara de Representantes, de la reforma
constitucional que establecía el ‘marco jurídico para la paz’.
La inmensa mayoría de
los congresistas corrió como manada de borregos a votar la iniciativa. Decían
que así evitaban que los enemigos de la paz se salieran con la suya. Semanas
después harían lo mismo con la reforma judicial que el Gobierno impulsó hasta
el último minuto, antes de que Santos se diera cuenta, bastante tarde, de que
la norma, ya aprobada, estaba llena de micos que favorecían a los políticos más
corruptos.
El famoso marco para
la paz abre las puertas para que terroristas, secuestradores, reclutadores de
menores y autores de masacres no paguen cárcel si un día dejan las armas como
resultado de un proceso de paz. Ahora está claro que ninguna mano negra estuvo
detrás del atentado contra Londoño para intentar frenar la aprobación de esa
norma. Y que fueron las Farc, como dijo la Policía desde el principio.
Aparte de dejar mal
parado al Gobierno nueve meses después de su ligereza, el resultado de la
investigación judicial pone en la mesa los interrogantes que vendrán si las
negociaciones en La Habana, como ojalá ocurra, siguen avanzando en el terreno
de los acuerdos. La cuestión es sencilla: ¿qué tanto va el país a perdonar esos
crímenes? En el atentado contra Londoño murió uno de sus escoltas: ¿les va a
decir el Gobierno a sus familiares que quienes lo asesinaron saldrán libres? ¿A
los sobrevivientes de la matanza de Bojayá, hace 11 años, donde las Farc
masacraron a 119 campesinos inermes, refugiados en la iglesia del pueblo, les
van a informar que sus verdugos quedarán perdonados y en libertad? ¿A los
familiares de los muertos y a los mutilados de El Nogal les dirán lo mismo? Son
asuntos sobre los que urge iniciar un debate.
* * * *
¿Dónde está? Mientras
el ministro del Trabajo, Rafael Pardo, se faja horas y horas en la negociación
con los sectores cafeteros en paro, y los ministros de Interior y Hacienda dan
la cara ante los medios, el encargado del tema, el ministro de Agricultura,
Juan Camilo Restrepo, brilla por su ausencia. ¿Estará contento el Presidente al
verlo clavar la cabeza en la tierra como un avestruz, en momentos en que,
aparte del paro cafetero, asoman otros de cacaoteros y paneleros?
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