Por: ÁLVARO URIBE VÉLEZ | Publicado: septiembre 9,
2013
El Gobierno que presidí combatió al paramilitarismo, lo desmontó, lo sometió a la Justicia y a la Reparación de Víctimas, llevó a muchos de sus integrantes a la cárcel y extraditó cabecillas.
La Corte Constitucional declaró
exequible la norma de las Convivir. Acudí a la audiencia y defendí la validez
de la norma.
1. ¿Soy paramilitar
por haber sido amigo de Pedro Juan Moreno?
2. ¿Soy paramilitar por haber promovido las Convivir?
3. ¿Soy paramilitar por ser amigo del General Rito Alejo del Rio?
4. ¿Soy paramilitar porque militaricé la Comuna 13 de Medellín, bajo la dirección de los Generales Mario Montoya y Leonardo Gallego, con el fin de derrotar la dictadura de los violentos, enseñoreada de la ciudad?
5. ¿Soy paramilitar por haber negociado la ley de Justicia, Paz y Reparación con los paramilitares?
6. ¿Soy paramilitar por haber permitido la masacre del Aro durante mi período de Gobernador?
7. ¿Soy paramilitar por el General Santoyo, Jorge Noguera, María del Pilar Hurtado?
2. ¿Soy paramilitar por haber promovido las Convivir?
3. ¿Soy paramilitar por ser amigo del General Rito Alejo del Rio?
4. ¿Soy paramilitar porque militaricé la Comuna 13 de Medellín, bajo la dirección de los Generales Mario Montoya y Leonardo Gallego, con el fin de derrotar la dictadura de los violentos, enseñoreada de la ciudad?
5. ¿Soy paramilitar por haber negociado la ley de Justicia, Paz y Reparación con los paramilitares?
6. ¿Soy paramilitar por haber permitido la masacre del Aro durante mi período de Gobernador?
7. ¿Soy paramilitar por el General Santoyo, Jorge Noguera, María del Pilar Hurtado?
El Gobierno que presidí combatió al paramilitarismo, lo desmontó, lo
sometió a la Justicia y a la Reparación de Víctimas, llevó a muchos de sus
integrantes a la cárcel y extraditó cabecillas.
1.
¿Soy paramilitar por haber sido amigo de Pedro Juan Moreno?
Pedro Juan Moreno era miembro de una familia empresarial y honorable,
respetada por años en Antioquia. Lo nombré Secretario de Gobierno en
representación del grupo Conservador de Álvaro Villegas Moreno, que apoyó mi
candidatura a la Gobernación de Antioquia. Como a la casi totalidad de quienes
han sido colaboradores en mi carrera pública le tuve todo el afecto y la
estima. Terminado el período de la Gobernación tuvo un enfrentamiento con la
policía, cuyos términos no compartí, por una acusación falaz a la firma de su
padre, Gilberto Moreno Peláez, fundada 35 años antes. Por ese enfrentamiento no
pude considerarlo para ser Ministro de Defensa. Tampoco acepté su propuesta de
tener una oficina de inteligencia en la Presidencia. Declinó un ofrecimiento
como Embajador. Hizo muchas críticas al Gobierno que no alteraron mi afecto.
Era totalmente firme en materia de orden público, cercano de corazón a las
Fuerzas Armadas, oficial de la Reserva. Nunca manifestó cercanía con el
paramilitarismo. Murió en 2006 en un accidente aéreo, en plena campaña al
Senado por el Partido Conservador. Para mi dolor no ha faltado la sugerencia de
que el Gobierno causó el accidente fatal. Con la cobardía de los delincuentes
se ha acusado a Pedro Juan Moreno de ser promotor del paramilitarismo,
acusación que apareció después de su muerte. ¿Por qué no lo hicieron en vida
para que enfrentaran el vigor de su carácter?
El Gobierno que presidí combatió al paramilitarismo, lo desmontó, lo
sometió a la Justicia y a la Reparación de Víctimas, llevó a muchos de sus
integrantes a la cárcel y extraditó cabecillas.
2.
¿Soy paramilitar por haber promovido las Convivir?
Esta figura de organización privada de seguridad fue creada por una ley de
1994 y reglamentada por el Gobierno Nacional. Como Gobernador de Antioquia la
apoyé y la promoví porque creo en la colaboración ciudadana con la Fuerza
Pública. Esta colaboración construye confianza institucional en los ciudadanos,
evita su postración ante el crimen o que busquen salidas contrarias a la ley.
También la colaboración del ciudadano, al poner sus ojos en la Fuerza Pública,
obliga a sus integrantes a ser más eficaces y a proceder con transparencia. El
principio Constitucional de la solidaridad lo he entendido, además, como la
obligación de cada persona de colaborar con las instituciones, en busca de los
fines superiores del Estado, en este caso, la seguridad. Como Presidente
promoví que cuatro millones de ciudadanos, sin armas, con comunicaciones,
fueran cooperantes o informantes de la Fuerza Pública y de la Justicia.
Colombia tuvo casi 700 organizaciones Convivir, a partir de 1994, mucho
después del nacimiento del paramilitarismo, en Antioquia aprobamos alrededor de
67. El Gobierno Departamental reconocía la personería jurídica pero la licencia
operativa y la supervisión correspondían a la Superintendencia de Vigilancia
del Gobierno Nacional. Revocamos la personería jurídica en dos casos por
comprobadas irregularidades. Durante el ejercicio presidencial, un paramilitar
desmovilizado, hasta entonces desconocido, apareció como integrante de una de
las Convivir de Antioquia, caso que reconocí ante la opinión ciudadana.
La Corte Constitucional declaró exequible la norma de las Convivir. Acudí
a la audiencia y defendí la validez de la norma. No estuve de acuerdo con la
tesis del fallo que se basaba en el derecho a la defensa y no en el principio
de solidaridad. El desacertado salvamento de voto simplemente las asociaba con
criminales.
Entre el final del período de Gobernador, Enero 2 de 1998, y el inicio de
la Presidencia, Agosto 7 de 2002, nada tuve que ver con tareas del Estado, ni
con el orden público, ni con las Convivir, que fueron suspendidas por la
administración Pastrana. Mi familia nunca participó en la Convivir que
supuestamente actuaba en el área de la Hacienda Guacharacas, que fue destruida
por la guerrilla después del asesinato de mi padre, años antes, también por la
guerrilla, lo que obligó a mi familia a abandonarla y a mal venderla.
El Gobierno que presidí combatió al paramilitarismo, lo desmontó, lo
sometió a la Justicia y a la Reparación de Víctimas, llevó a muchos de sus
integrantes a la cárcel y extraditó cabecillas.
3.
¿Soy paramilitar por ser amigo del General Rito Alejo del Rio?
Conocí al General del Rio cuando el Ministerio de Defensa lo nombró
Comandante de la Brigada de Urabá. Sucedió en el cargo al General Víctor
Álvarez. A ambos se les dio apoyo desde el Gobierno Departamental, y se les
pedía restablecer la seguridad. Se hizo lo mismo con los varios comandantes de
la Brigada de Medellín, de Puerto Berrio, con sus Comandantes de División,
establecidos entonces en Santa Marta y Bucaramanga, con los Comandantes de
Policía como Metropolitana, Antioquia, y otras, con jurisdicción en municipios
antioqueños, como Chocó y Córdoba. Además con el Comando de la Fuerza Aérea de
Aeropuerto José María Córdoba.
Casi a diario realizábamos Consejos de Seguridad, participaban los
Comandantes Regionales de las Fuerzas Militares y de Policía, la Fiscalía,
jueces, la Procuraduría, la Defensoría, el Comisionado de Paz, alcaldes,
representantes de comunidades afectadas por la violencia. Eran públicos. Se
rotaban en municipios. Era nuestra manera de contribuir a restablecer la
seguridad.
Ya de ex Gobernador recibí dos llamadas del Comandante de la Cuarta
Brigada, General Herrera Berbel. En una me invitó a una reunión con varios
ciudadanos, nos explicó el avance del proceso de paz con el ELN. Salí
descorazonado porque el orden público empeoraba. En otra me pidió que me
pronunciara para ayudar a doce generales cuya destitución había ordenado el
Gobierno Nacional. Y esto condujo a mi posterior participación, como uno de los
oradores, en el Hotel Tequendama, en homenaje de desagravio a los Generales Del
Rio y Millán. En ese discurso recordé nuestra tarea social en Urabá, que tuvo
un gran avance educativo gracias a la articulación con el Obispo Isaías Duarte,
asesinado años después en Cali. En ese discurso, como los otros oradores,
recordé nuestro compromiso exclusivo con la institucionalidad y el rechazo a
criminales de toda pelambre.
Tengo aprecio por los integrantes de las Fuerzas Armadas, por el General
del Rio, siento solidaridad por quienes son víctimas de injusticia. Creo que
debe buscarse una salida Constitucional diferente a la oferta ominosa y
humillante del Gobierno Santos de extender a los militares y policías los
beneficios de impunidad que se ofrecen a los terroristas. Discrepo radicalmente
de las decisiones del actual Gobierno de nivelar a los miembros de las Fuerzas
Armadas con los terroristas, que valida la acción de asesinar a un soldado como
válida ha sido la de dar de baja a un terrorista. Doctrina que ha sido una
perversa contribución a que algunos administradores de justicia traten al
uniformado como al terrorista, o incluso, peor. O que confundan la
responsabilidad con el orden público con la promoción del paramilitarismo.
Como Gobernador y como Presidente interactué en innumerables ocasiones con
miembros de las Fuerzas Armadas. Ninguno de ellos puede afirmar que recibió
insinuación indebida en mi comportamiento o en mi palabra. Lo mismo reitero de
los centenares de escoltas, siempre del Estado, nunca particulares, que me
prestan seguridad desde mediados de 1988.
El Gobierno que presidí combatió al paramilitarismo, lo desmontó, lo
sometió a la Justicia y a la Reparación de Víctimas, llevó a muchos de sus
integrantes a la cárcel y extraditó cabecillas.
4.
¿Soy paramilitar porque militaricé la Comuna 13 de Medellín, bajo la dirección
de los Generales Mario Montoya y Leonardo Gallego, con el fin de derrotar la
dictadura de los violentos, enseñoreada de la ciudad?
A los pocos días de empezar el ejercicio presidencia, concluí que el
inmenso avance de los grupos terroristas les había permitido pasar de ser
delincuentes de ocasión y en movimiento, a tomar posiciones de sometimiento
institucional y de dominio ciudadano, y en muchas sitios de la geografía.
Recibí una llamada de un viejo dirigente político, estaba en sollozos, su
nietecita había sido asesinada la noche anterior cuando se encontraba en el
balcón de su casa, por una bala de aquellas que se cruzaban en todo momento los
grupos delincuenciales. Eran 350 mil habitantes de la Comuna 13 de Medellín
esclavizados por el terrorismo.
Militarizamos la Comuna 13, entre los muchos hallazgos se encontró a una
persona secuestrada que llevaba dos semanas de pie al interior de un
escaparate.
El Gobierno Nacional anterior había designado a los Generales Mario
Montoya y Leonardo Gallego como comandantes de la Cuarta Brigada y de la
Policía Metropolitana, respectivamente. En poco tiempo, antes de mi arribo al
Gobierno, ambos se ganaron el respeto de los ciudadanos de bien de la ciudad.
En la hoja de vida del General Montoya obraba su cargo anterior como Comandante
de una Brigada anti narcotráfico del sur del País. Era depositario de toda la
confianza institucional, la misma que yo le tuve. No conozco el recorrido
anterior del General Gallego, pero también era un oficial destacado, generador
de plena confianza.
Liberar a la Comuna 13 de Medellín del azote criminal fue una de nuestras
primeras victorias parciales, que empezaban a construir fe en la posibilidad de
construir un País seguro. Fue una operación eficaz y transparente que ahora los
delincuentes pretenden mancillar.
Nuestra consigna fue una: enfrentar a todos los grupos terroristas por
igual. Nunca albergamos la opción facilista de aliar al Estado con un sector
criminal para acelerar la derrota del otro.
El Gobierno que presidí combatió al paramilitarismo, lo desmontó, lo
sometió a la Justicia y a la Reparación de Víctimas, llevó a muchos de sus
integrantes a la cárcel y extraditó cabecillas.
5.
¿Soy paramilitar por haber negociado la ley de Justicia, Paz y Reparación con
los paramilitares?
“Habrá diálogo de paz con los criminales que acepten suspender
unilateralmente las acciones delictivas como condición inicial”, afirmé
repetidamente, como candidato y Presidente. También expresé que “un acuerdo
humanitario para liberar secuestrados tenía dos inamovibles: que aquellos que
salieran de la cárcel debían renunciar al grupo terrorista, e irse al
extranjero, probablemente bajo la vigilancia de Francia o vincularse al proceso
de reinserción bajo la tutoría de la Iglesia”.
No hubo avances con el ELN, en un proceso en Cuba, cuyos cimientos
encontramos, porque la organización criminal no aceptó el cese unilateral y
verificable de actividades criminales.
Los paramilitares dijeron, a través de la Iglesia, que aceptaban la
condición. Se empezó el diálogo con Luis Carlos Restrepo, colombiano
sobresaliente, hoy en el exterior para evadir una persecución que no encuentra
calificativo. Nadie mejor que quienes representaban a la Iglesia pueden dar fe
de cómo fue ese diálogo. El proyecto de Ley, el primero que introdujo la reparación
a las víctimas, lo discutí exclusivamente o con el doctor Restrepo o con
ministros y los parlamentarios competentes, en reuniones amplias, en el Salón
Bolívar de la Casa de Nariño. Se introdujo la disminución de las penas
privativas de libertad, pero nunca impunidad. Ni alteramos, ni pretendimos
modificar las restricciones a la elegibilidad política de personas condenadas,
que había introducido la Constitución de 1991, como ahora ha ocurrido, para mal
del País, con el Marco para la Paz.
Nunca se negoció el texto legal con paramilitares, ni directamente ni por
intermediarios.
Nunca he tenido reuniones con paramilitares. Tengo a varios denunciados
por calumnia y hay uno en juicio. Por el rescate institucional de Colombia los
combatí con la misma severidad que a la guerrilla y no vacilé en extraditar a
algunos cuando hubo que hacerlo, siempre por razones superiores de interés
público.
Caracol ha dicho que no tiene videos y grabaciones muy importantes: la
parte de la primera entrevista televisada de Carlos Castaño, en ella dijo no
conocerme y nunca apoyarme porque me consideraban guerrerista; la entrevista
radial que al día siguiente me hizo esa cadena; la información radial, recién
concluido mi segundo Gobierno, según la cual el Gobierno asignaba a la “mano
negra” la autoría del carro bomba contra Caracol Radio, y anunciaban que una
hipótesis apuntaba a extremistas amigos del ex Presidente Uribe para
desestabilizar al Gobierno Santos; y la entrevista de un cabecilla que afirmó,
desde el exterior, haber tenido reuniones conmigo, y que no concretó. En la
denuncia penal solicité esa prueba, pero no ha aparecido.
El Gobierno que presidí combatió al paramilitarismo, lo desmontó, lo
sometió a la Justicia y a la Reparación de Víctimas, llevó a muchos de sus
integrantes a la cárcel y extraditó cabecillas.
6.
¿Soy paramilitar por haber permitido la masacre del Aro durante mi período de
Gobernador?
Me preocupé más por la seguridad de lo que correspondía a la costumbre en
el cargo de Gobernador. El CTI de la Fiscalía rectificó en detalle la infame
acusación de que en compañía de mi hermano, y de Generales de renombre, uno
fallecido meses antes, había ido al paraje La Caucana, a preparar la masacre
del Aro. Y ahora me acusan de haber sido informado previamente y de no haber
actuado. No entiendo qué prueba tienen. No entiendo cómo un administrador de
justicia le da peso a una especie contraria a mi temperamento y manera de
actuar. De haberlo sabido habría reaccionado con la misma prontitud con que lo
he hecho en la vida pública. Cómo así que vale más la infamia que mi proceder
que ha sido notorio!
7. ¿Soy paramilitar por el General Santoyo, Jorge Noguera,
María del Pilar Hurtado?
El entonces Mayor Santoyo era Comandante del Gaula de Antioquia, organismo
anti secuestro. Lo era por designación de competencia exclusiva del orden
Nacional, que jamás interferí ni con la más mínima intriga. No lo conocía y
realizó una excelente labor. El administrador de justicia debería conocer la
realidad y las jerarquías: el Mayor Santoyo, Comandante del Gaula, estaba al
servicio de la policía, no de la Gobernación de Antioquia. Sobre el tema he
hablado en muchas ocasiones y remito a este link de mi página de internet.
http://primerocolombia.com/galerias/interna/1114
http://primerocolombia.com/galerias/interna/1114
También sobre Jorge Noguera he hablado en muchas oportunidades. Él y su
señora son provenientes de familias con rectitud de Santa Marta y Cúcuta. En mi
opinión fue ostentoso en el DAS pero nunca criminal. Respeto pero no comparto
la sentencia que lo vincula al asesinato del Profesor Correa D’Andreis en
Barranquilla. Qué dolor que purgue esa injusta condena.
María del Pilar Hurtado llegó a mi Gobierno con antecedentes transparentes
en administraciones anteriores. Por sugerencia de Andrés Peñate, probo director
del DAS, la nombré en su remplazo. Venía desempeñándose como Secretaria General
de la Entidad. Esta señora, honorable, es víctima de las influencias que de
vieja data habían tejido en el Das grupos criminales.
El Gobierno que presidí combatió al paramilitarismo, lo desmontó, lo
sometió a la Justicia y a la Reparación de Víctimas, llevó a muchos de sus
integrantes a la cárcel y extraditó cabecillas.
Este es un espacio de opinión destinado a columnistas, blogueros,
comunidades y similares. Las opiniones aquí expresadas pertenecen
exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a este fin
y no siempre reflejan la opinión o posición de LA OTRA MITAD DE
LAS VERDADES A MEDIAS.
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