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Dic 10 de 1948
Peláez y Gardeazábal agosto 1 de 2018
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El zarpazo de 'Rasguño'

María Isabel Rueda


Aparece, por fin, un testimonio que descongela la verdad 
Puede que a casi nadie le interese ya hoy saber en Colombia quién mató a Álvaro Gómez. Pues a mí sí.
Y creo que la versión sobre un crimen de Estado que rindió el ex ministro de Defensa de la época, Fernando Botero Zea, que sirvió para descongelar el proceso que duró en la nevera desde el 2003 hasta el 2009; y la que ahora rinde alias 'Rasguño' desde una cárcel en E.U. luego de un prolongado silencio, por fin quebrado espiritualmente después de meses de estar en "el hueco", nos acerca por primera vez en todos estos años a la verdad.
Desde el primer día, este proceso lo desviaron con todo tipo de maniobras que se fueron derritiendo por su incongruencia probatoria. Pasamos por el "capítulo Sincelejo", en el que se culpó a tres jóvenes campesinos. Dos quedaron libres y un tercero aún permanece preso por un crimen distinto. Luego vino el "capítulo Bogotá", en el que se intentó relacionar el atentado efectuado contra Antonio Cancino, abogado de Samper, con el crimen de Álvaro Gómez. Las sospechas cayeron sobre una banda de atracadores comunes que nada tenían que ver con lo segundo, como quedó demostrado. Luego vino el "capítulo Cazadores", en el que la responsabilidad se desvió hacia un sector militar, y que desembocó en un callejón sin salida.
Del congelador en el que quedó durante las dos últimas fiscalías, el proceso se pudo rescatar gracias a que, por la insistencia de la familia Gómez, en la Fiscalía ya no podían seguir negándose a decretar la recepción del testimonio de Botero. Ni tampoco la del de 'Rasguño', que, por razones inexplicables, después de haber sido ordenada hace un año, apenas pudo efectuarse por fin este enero.
El testimonio de Botero contra el ex presidente Samper y su ministro Serpa hay que mirarlo con beneficio de inventario, por su evidente ánimo retaliatorio. Él asegura que Serpa le comentó, en una de las decenas de visitas que evidentemente le hizo para "calmarlo" en la Escuela de Caballería, donde estaba detenido, que el Gobierno buscaba afanosamente una noticia que desviara la atención sobre el 8.000. Eso no lo niega Serpa. Botero sostiene que hasta le mencionó la posibilidad de cosas como provocar un incidente fronterizo con Venezuela o Nicaragua. Pero de ahí a que Botero pueda suponer con alguna validez que el asesinato de Álvaro Gómez provenía de las cortinas de humo planeadas por el Gobierno, hay un gran trecho.
En cambio, el testimonio de 'Rasguño' es fulminante. ¿Qué dice 'Rasguño'? Que a Álvaro Gómez lo asesinó el cartel del norte del Valle para proteger la permanencia de Ernesto Samper en el poder. Liderado por el 'Hombre del overol', Orlando Henao, a quien los hermanos Rodríguez Orejuela temían más que a Pablo Escobar. Y con la complicidad de un sector de la Policía encabezado por el tenebroso coronel Danilo González, asesinado después por alias 'Pispi' por orden de Diego Montoya (ver El cartel de los sapos). Eso explica por qué en el momento del asesinato, la cuadra de la Universidad Sergio Arboleda estuviera convenientemente trancada hacia la 11 y hacia la 15 por unas motos de la Policía.
Por esos días existían fuertes rumores de un posible golpe de Estado para el que sus gestores estarían tratando de contar con el beneplácito de Gómez. Si eso realmente ocurrió, es evidente que este no les colaboró. Pero, en cambio, en sus últimos días escribió en El Nuevo Siglo tres editoriales de una contundencia moral y jurídica contra el Gobierno, de tal calibre, que fueron suficientes para que todos los interesados se enteraran de que la batalla que emprendía Álvaro Gómez no pararía hasta no ver a Samper fuera del poder, respondiendo por la financiación de su presidencia con dinero del narcotráfico. Que Gómez pudiera lograrlo, nunca se sabrá. Pero unos narcos asentados en el norte del Valle, envenenados de rumores provenientes del propio Palacio, sí podían suponer que ese peligro se corría.
Me parece congruente la versión de 'Rasguño'. Porque cuando uno se mete con los mafiosos y crea con ellos vasos comunicantes tan fuertes, como el de la financiación de una campaña política, entra en el círculo de sus solidaridades de cuerpo que pueden llegar, como posiblemente ocurrió en el caso de Álvaro Gómez, hasta el asesinato a manera de favor. Un favor que se hace, así no se pida.
¡SE ME OLVIDA! Entre la sátira de Jaime Bayly en NTN24 y el triunfo del nuevo presidente chileno, Sebastián Piñera, están haciendo el problema de Chávez deliciosamente soportable.

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