Marzo 25 de 2010
He sido, soy y seré siempre un conservador de principios, no de conveniencias. No he ingresado al Partido de la U, sino a la campaña multipartidista de Juan Manuel Santos.
Lamento que en un acto de desesperación no se acuda al convencimiento, sino a la coerción y a la amenaza. Es paradójico que por presión de personas que han sido conservadores de ocasión y conveniencia, se pretenda expulsar a quien toda la vida ha sido fiel a los principios conservadores, prefiero quedarme con los principios.
La disciplina partidista no puede llegar hasta el punto de violar derechos fundamentales, entre ellos la libertad de conciencia, de expresión y de elegir.
La libertad de pensamiento es un derecho y un principio que defiende el conservatismo. La coerción y la amenaza no sólo atentan contra la libertad de elegir, sino que violan el principio conservador que da supremacía a la legalidad sobre las vías de hecho.
Si esta nueva disciplina para perros, que hoy se quiere imponer, se hubiera aplicado en el pasado, Noemí Sanín no sería candidata y Andrés Pastrana no hubiera sido presidente.
El talante conservador no se deja amenazar.
Invito a los conservadores a votar con libertad, a votar en conciencia y a no someterse a la intimidación.
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