ATENCIÓN:
Todos las publicaciones, mensajes y/o comentarios de este Magazine están bajo la
protección del Art. 19 de la Declaración de Derechos Humanos, que estipula:
"Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones opiniones y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión".
Declaración Universal de los Derechos Humanos; Asamblea General de la ONU 
Dic 10 de 1948
Peláez y Gardeazábal agosto 1 de 2018
Escucha"#PEGA Peláez y Gardeazábal, agosto 1 2018" en Spreaker.

El viejo hábito del chavismo



Desde la ayuda a Bolivia hasta el caso Antonini en Argentina, Chávez ha sido acusado varias veces de entrometerse en las elecciones presidenciales de la región.
Foto: EFE  Chávez votó este fin de semana para las primarias del Partido Socialista Unido.    
Con el ácido humor que lo caracteriza, el ex canciller venezolano, el veterano Simón Alberto Consalvi, escribió hace unos días en internet: “Chávez quiere estar en la campaña de Colombia y en la de Brasil. No se ha enterado de que en Inglaterra hay elecciones en unos días...”.

En efecto, al presidente de Venezuela le ha faltado poco para ponerse a opinar sobre a quién quiere ver entrando por la puerta 10 de la calle Downing, en Londres.

 Sin embargo, no le han sobrado adjetivos para hablar sobre su animadversión contra el candidato presidencial colombiano Juan Manuel Santos; las probabilidades de una escalada bélica del conflicto, llegado el caso que continúe el uribismo en el poder y sus simpatías hacia al candidato de la izquierda colombiana, Gustavo Petro, pese a que este último lleva años buscando desmarcarse de la órbita bolivariana.

Chávez no puede controlarlo. La semana pasada, en un viaje realizado a Brasil —donde están en plena carrera electoral la heredera de Luiz Inácio Lula, Dilma Rouseff y José Serra, el hombre del ex presidente Fernando Henrique Cardoso—, el presidente venezolano no se aguantó las ganas de declarar abiertamente sus preferencias. En una rueda de prensa, junto con el presidente brasileño, el mandatario venezolano aseguró que su “corazón está con Dilma”: “No voy a pronunciarme, es asunto interno de Brasil”, dijo. Sin embargo, aseguró inmediatamente: “Brasil elegirá, ¿presidente o presidenta? Presidenta”, aseguró.

No es nuevo el hábito del presidente Chávez de buscar influenciar de una u otra forma el rumbo de las elecciones soberanas de países de la región. Tampoco lo es el que su nombre sea usado por opositores y abanderados a la par a la hora de hacer campaña y ganar terreno en las elecciones.

Fue en las determinantes elecciones de Bolivia, en 2005, donde Chávez vio emerger a Evo Morales como su posible gran aliado en la región y se estrenó en el arte de entrometerse en campañas ajenas. Entonces, el candidato por el Movimiento Al Socialismo (MAS ) recibió el apoyo expreso de Caracas y de su servicio diplomático. En La Paz, el encargado de negocios en la Embajada de Venezuela, Azael Valero, aseguró meses antes de las elecciones: “Si Evo Morales es antiimperialista, entonces, ¡que viva Evo Morales!”.

Desde entonces, y aun con mayor intensidad al corroborar el robustecimiento del proyecto político de Morales, la oposición boliviana, en cabeza de líderes como el ex presidente Jorge Tuto Quiroga, ha denunciado sistemáticamente las intenciones de interferencia de Caracas en los procesos electorales del país.

Aún más, teniendo en cuenta las millonarias ayudas para programas sociales que Chávez desembolsa a Bolivia (US$3.226 millones entre 2005 y 2009, según un reciente inventario realizado por el partido opositor Podemos, en Venezuela) y que podrían estar ayudando, aseguran sus críticos, a consolidar las bases electorales del MAS.

“Es absolutamente descarado”, le dijo a este diario Quiroga en 2008: “El gobierno reparte cheques girados contra la cuenta de la Embajada de Venezuela en guarniciones militares, municipios y organizaciones sindicales. El presidente de Bolivia se desplaza en avionetas y en helicópteros venezolanos”.

En ciertos casos, el asunto se limita a expresar simpatías, como la que Chávez le profesara al candidato a la presidencia de Ecuador, Rafael Correa (a quien incluso invitó una vez a su casa en Barinas), o en el caso del nicaragüense Daniel Ortega, por quien sus expresiones de afecto le merecieron  la protesta del secretario de asuntos hemisféricos de Estados Unidos, Thomas Shannon.

En otros, como en Perú y en Argentina, el apoyo es presuntamente más profundo.  Los misteriosos escándalos por la supuesta  financiación chavista a las campañas de  Ollanta Humala en Perú, en 2006 y de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, 2007, aún son investigados por las autoridades y son protagonistas constantes del periodismo investigativo de ambos países.

 Hace unas semanas el periodista Óscar Libón, del diario peruano Correo, reveló que la esposa de Ollanta Humala, Nadine Heredia, recibió durante los meses de la campaña de 2006 dineros de una empresa “fantasma”, en Venezuela, así como de un periódico de simpatías y nexos chavistas, con sede en Caracas, que mensualmente le giraba a la aspirante a primera dama US$4 mil. Las denuncias del diario son investigadas por las autoridades del Perú, así como los varios viajes que tanto Humala como su esposa realizaron a Caracas durante la época de la campaña.

“Algunas pistas encontradas en las operaciones bancarias, efectuadas en los últimos tres años por Nadine Heredia Alarcón, apuntan a que la colaboración desde Caracas no se habría limitado al “apoyo moral” o a muestras públicas de simpatía”, escribe Libón en uno de sus informes. Sin embargo, los reportes periodísticos no han podido aún demostrar un vínculo directo del presidente Chávez con ese misterioso cúmulo de transacciones.

En Argentina, el caso del “valijagate” es aún más enigmático y ha dado pie para tres años de investigaciones que aún no terminan. El escándalo comenzó el 4 de agosto de 2007, cuando el empresario venezolano Guido Antonini fue detenido en el aeropuerto Jorge Newbery, en Buenos Aires, con una maleta con US$790.550 sin declarar. Se presume que el dinero venía desde Caracas con destino a la campaña de la entonces candidata Cristina Fernández de Kirchner.

Sin embargo, y hasta hoy, una compleja red de acusaciones mutuas, interceptaciones telefónicas y documentos ha involucrado a varios funcionarios cercanos a Hugo Chávez y a la hoy presidenta, sin llegar a tocar a ninguno de los dos mandatarios. Actualmente, Antonini, quien vive en Miami con su familia, es requerido por la justicia argentina. Él niega haber sido el dueño de la maleta y asegura que fue emisario de funcionarios venezolanos que, aquel día, lograron que otros US$4,2 millones pasaran.

Los secretos de la valija, del periodista argentino Hugo Alconada Mon, fueron publicados el año pasado por Editorial Planeta. El trabajo de Mon, que fue galardonado por la Sociedad Interamericana de Prensa, destapa no sólo los movimientos dentro de ambos gobiernos para enlodar a Antonini, sino que revela cómo el presidente Hugo Chávez, valiéndose de estrategias similares, viajó por el mundo para lograr el apoyo de varios Estados para la candidatura de Venezuela ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Durante el proceso a Antonini, Chávez se limitó a decir: “Al bandido de Antonini me gustaría tenerlo en frente para que me diga en mi cara de quién eran esos reales… tú naciste aquí y aquí tienes cosas (refiriéndose a Antonini)... Estarás condenado a quedarte allá lamiéndoles las patas a los yankees, traidor… porque eso es ser traidor a la patria…”.

Gobierno y candidatos rechazan injerencia

Un unánime rechazo han recibido en Colombia las declaraciones de los presidentes de Venezuela y Ecuador en contra del ex ministro de Defensa y candidato presidencial Juan Manuel Santos. El gobierno Uribe condenó la “injerencia de los vecinos” el 1° de mayo y aseguró que Chávez “está dando opiniones que no debe dar, porque nosotros respetamos las decisiones que ha tomado Venezuela sin ningún tipo de intromisión y creo que así debe ser recíprocamente”.

El candidato del Polo Democrático, Gustavo Petro,  le pidió a Chávez que no lo insultara ni a él “ni a otros candidatos”, y que si quería ayudar, que “sume todos los esfuerzos que pueda para lograr que las Farc abandonen las armas”.

El candidato por el partido Liberal, Rafael Pardo, dijo  que “es inaceptable una campaña en la cual la agenda la ponen los mandatarios de los países vecinos”. Así mismo, Pardo le pidió a Juan Manuel Santos que no involucre a Chávez en la campaña.

Noemí Sanín, candidata del partido Conservador, indicó que no va a aceptar “la intervención de ningún país en nuestros asuntos internos”.

Mockus en cambio dice que lo admira y lo respeta...


  • Redacción Internacional | EL ESPECTADOR

 

0 comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios de usuarios anonimos llenos de odio y con palabras soéces y/o calumniadores, serán eliminados.