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Dic 10 de 1948
Peláez y Gardeazábal agosto 1 de 2018
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¡Dios nos guarde!

José Obdulio Gaviria

Parecería que de 8 años de persistente enfrentamiento al crimen quisieran regresar algunos a las azarosas épocas de la solución negociada. ¡Dios nos guarde! 

La construcción de la Gran Muralla China es, tal vez, la mayor operación de seguridad que haya realizado una sociedad dada. Aun con los infinitos recursos materiales y técnicos con los que cuenta hoy la humanidad, parecería un imposible emprender el levantamiento de un muro de 20.000 kilómetros de largo, más de 10 metros de ancho y adornado con millares de torreones, castillos y plazas. 
Pero alguien lo hizo: desde el siglo VI antes de Cristo hasta muy avanzado el siglo XVII de nuestra era, se vio al pueblo chino poner, con paciencia infinita, una barrera de protección contra los ataques enemigos provenientes del norte. ¿No es ese, acaso, un ejemplo inapreciable de persistencia en el propósito de obtener el bien más preciado para el hombre, la seguridad?

Thomas Hobbes, el gran pensador inglés del siglo XVII, es, junto con Maquiavelo y Jean Bodin, uno de los precursores de la moderna ciencia política. Su obra es una reflexión profunda sobre la naturaleza de los hombres y sobre una de sus creaciones más sofisticadas: 

el poder estatal. Las circunstancias de su época: las tres guerras civiles inglesas y el protectorado de Oliverio Cromwell, el ajusticiamiento del rey Carlos I, el establecimiento definitivo de los límites al poder monárquico, en fin, decenas de hechos históricos, dieron pie para que una mente superior, como fue la de Hobbes, llegase por primera vez a concebir una abstracción genial: el estado de naturaleza es de guerra de todos contra todos. 

El hombre es un lobo para el hombre.

Pero en su proceso de civilización y desarrollo, la humanidad ha ido construyendo los instrumentos que ponen límites a ese estado natural y primitivo, y se organiza en sociedad. 

Esa búsqueda de mecanismos de convivencia explica el surgimiento del Estado y del derecho, necesarios para la convivencia. 

Los hombres realizan un pacto que, a la vez que los subordina al gobernante, les garantiza el bien infinito de la seguridad. Para Hobbes, la vida sin Estado, sin seguridad, en estado de naturaleza, es una vida solitaria, triste, sórdida, bestial y breve.

Construcción de mecanismos e instrumentos de defensa de la sociedad y comprensión de la necesidad de ejercer con firmeza la autoridad para disfrutar del orden: son enseñanzas que los colombianos necesitamos convertir en parte de nuestra idiosincrasia.

La guerra no consiste sólo en la batalla sino en la voluntad de contender, dijo Hobbes. La grandeza histórica es sinónimo de decisión de luchar con persistencia por las justas causas. Acabo de leer el extraordinario libro de Víctor Paz Otero, Bolívar, delirio y epopeya. 

Cada página es una comprobación definitiva de que Bolívar vibraba por construir una sociedad ordenada y pacífica, signada por la presencia de una autoridad firme, respetable y legítima. Para que un pueblo sea libre, dijo, debe tener un gobierno fuerte, que posea los medios suficientes para librarlo de la anarquía popular y del abuso de los grandes. 

En su mensaje a la Convención Constituyente de Ocaña resumió así su idea obsesiva: "Legisladores... un gobierno firme, poderoso y justo es el grito de la patria. Dadnos un gobierno en que la ley sea obedecida, el magistrado respetado y el pueblo libre; un gobierno que impida la trasgresión de la voluntad general y los mandamientos populares".

Hay que reconocer, es lamentable, que entre nuestra dirigencia política no son muchos, hoy, los epígonos de Bolívar. Pocos son los que están dispuestos a construir, siquiera, unos cuantos metros de muralla para la defensa de la sociedad contra el terrorismo y, menos, a dedicar su esfuerzo cotidiano, de 24 horas diarias, para conducir a las fuerzas armadas a un triunfo definitivo contra los mal llamados insurgentes y demás bandas criminales. 

Lo bueno empalaga. Parecería que de 8 años de persistente enfrentamiento al crimen por la autoridad estatal quisieran regresar algunos a las azarosas épocas de la solución negociada. ¡Dios nos guarde!

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