Julio 13th, 2010
Luis Carlos Villegas
Hace cuarenta y ocho años, Colombia despedía con cariño y agradecimiento a Alberto Lleras Camargo. Los actos se sucedían en ciudades y pueblos, en instalaciones militares y templos, en calles y plazas. Después de los turbulentos años de la llamada Violencia , en la que los partidos tradicionales creyeron erradamente que podían resolver sus disputas políticas por el aniquilamiento del otro, y luego del gobierno militar que derrocó al Presidente Gómez, y de la Junta que derrocó al general Rojas, los acuerdos de España permitieron que Lleras Camargo fuese elegido como un bálsamo para las heridas nacionales. Su voz calmó ánimos pendencieros; su acción abrió esperanzas de progreso; su visión internacional recuperó para Colombia un puesto en el continente; su modestia y su honestidad cautivaron a los colombianos; su capacidad para rodearse bien, impulsó la economía.
A los jefes de estado o de gobierno, se les puede juzgar por sus obras materiales. Por el éxito de sus políticas. Por la manera de relacionarse con los ciudadanos. Por su método de trabajo. Por su temple en las crisis. Por la cantidad de cumplimiento de sus propuestas de campaña. Por su perseverancia. Por su amor a la patria que sirven y por su dedicación al interés colectivo.
Hoy nos reunimos aquí, señor Presidente Uribe, para dar testimonio a nombre de los empresarios de Colombia, del buen juicio que en la historia acompañará cada uno de estos aspectos de su gobierno, en ocho años como timonel del país.
El ingreso de cada colombiano hace 10 años ascendía a 2300 dólares de los EEUU. A diciembre pasado, era de 5300 dólares, es decir se multiplicó por casi dos veces y media. Este será un avance indeleble en la realidad nacional. Los ciudadanos cambian con su ingreso, anhelan más seguridad, quieren más participación, mejor infraestructura, más y mejores servicios públicos, más democracia, más transparencia. La educación de los hijos se busca de mejor calidad y pertinencia laboral; la comunicación con los grandes asuntos globales mejora y hace que se exija a los dirigentes más cercanía con las tendencias universales en equidad, justicia o política social.
Colombia era hace 10 años la séptima economía de la región, hoy somos la cuarta y seremos la tercera después de Brasil y México, a la vuelta de pocos años. La participación de los servicios en el PIB total ha aumentado cerca de dos puntos porcentuales en esta década, y el crecimiento económico potencial ha sido aceptado hasta por los más testarudos en cerca del 5.5 por ciento, con lo cual podríamos crecer incluso más que eso en los tiempos cercanos.
En sus ocho años de gobierno, se han creado 150.000 empresas nuevas, y las pequeñas y medianas, que eran en 2002 el 72% del total, hoy son más del 86%. Los países que han dado el salto al desarrollo, han seguido este camino de mezclar grandes inversiones con la creación masiva de PYMES.
Pero también creció la participación de la actividad privada: pasó en la década de representar el 73,5% del PIB total, al 77%, con la consecuente reducción del peso relativo del sector público en el total de la actividad económica, sin detrimento del gasto social. La participación del consumo final del gobierno descendió un punto porcentual en ese mismo período.
La capitalización privada de Ecopetrol por la ciudadanía, o la revalorización del patrimonio público en Telecom, darían ya para mostrar ejemplos contundentes de avance de la actividad privada. No hay manera más eficaz de medir el compromiso de los gobiernos con la libre iniciativa, que comparar el peso de las empresas privadas al inicio y al final de una administración. Pruebas democráticas al canto, y comparaciones con el vecindario, a voluntad!
Cuán lejos se ve ahora la campaña de los años 70 para lograr mil millones de dólares de exportaciones, meta que parecía inalcanzable. Este año, Colombia venderá al exterior más de 40.000 millones de dólares, bordeando así los 1000 dólares de exportaciones por cada colombiano. Vendíamos en el 2002, 4400 posiciones arancelarias a 170 países; hoy son 5000 ítems de aduanas a 190 mercados, a través de casi 10.000 empresas.
Para la salud de los intereses nacionales, hemos podido reemplazar el 83% de nuestras ventas no tradicionales a Venezuela, embargadas ilegalmente, esfuerzo público-privado exitosísimo que permitirá, entre otras cosas, restañar las muy importantes relaciones con esa nación, con ese mercado, con ese vecino inexorable, sin las angustias de una quiebra masiva, de un desempleo desbordado o de presiones políticas ligadas al comercio, hoy inaceptables. Bienvenida la recomposición de las relaciones con Venezuela, sin condicionamientos, sin amenazas, sin injerencias indebidas, honrando las cuantiosas deudas vigentes a favor de los proveedores colombianos y enmarcando esa relación en vigorosos instrumentos bilaterales para la cooperación, el desarrollo y la seguridad.
La reducción de la deuda como proporción de la economía, más el aumento de nuestras reservas internacionales, genera por primera vez en muchos años fortaleza sensible en la balanza de pagos y espacio para las políticas anticíclicas que imponen los inciertos tiempos globales que corren. La inversión extranjera directa será cercana a los 9.000 millones de dólares este año, y el total de la inversión sobre el producto ya superó el 26%, lo cual garantiza crecimientos futuros prolongados y altos, con niveles de inflación y, Banco Central mediante, tasas de interés, ambos, bajos.
La inflación baja es un gran activo nacional, que legitima la autonomía del Banco de la República. Las ganancias reales de poder adquisitivo se vuelven más viables y ya se están produciendo. La estabilidad de los precios permite mejor planeación en las empresas y en el fisco. Da espacio para que sectores se ajusten sin traumatismos contagiados. Permite una defensa más racional contra la revaluación del peso. Crea un contexto político favorable para el desmonte de subsidios perniciosos, como es el caso de los combustibles. El Banco ha sido exitoso en las políticas que le han sido encomendadas en esta materia, y hoy debe quedar explícito ante usted, señor Presidente Uribe, ese reconocimiento.
Mucho se habla por estos días de que el país perdió una década en recaudos tributarios, que desaprovechamos el gran crecimiento de la economía hasta 2008. Pero las cifras de recaudos muestran lo contrario: La DIAN recaudó por todo concepto 19 billones de pesos en 2000. En el 2009, recogió 69 billones de revaluados pesos, es decir, el aumento fue de 3 veces y media, 50 billones de pesos más, o 25.000 millones de dólares más dado que la tasa de cambio básicamente es la misma.
Los parafiscales para Cajas de Compensación, SENA e ICBF pasaron de 2.3 billones a 6 billones y medio de pesos en 10 años, y los impuestos territoriales subieron de algo más de 4 billones y medio de pesos, a 14 billones el año pasado. No hay pues ningún renglón del recaudo público, que sin aumentar tarifas, más bien bajándolas, no haya sufrido un dramático aumento real para permitir un mayor gasto en asuntos cruciales como educación y salud, infraestructura y subsidios a los más pobres, seguridad y buena salud financiera de departamentos y municipios. Con más tratados de libre comercio vigentes, los recaudos de aranceles se multiplicaron por casi tres veces.
Colombia era una nación con 4 millones de celulares hace 8 años; hoy hay un celular para cada uno de los 43 millones de colombianos, quienes en número de 9 millones están en Facebook y de tres millones en Twitter. De 45.000 gigavatios hora en 2002, subimos la demanda total de electricidad a más de 55.000 y mantuvimos, en los tiempos más difíciles del clima seco, una saludable y flexible proporción entre energía hídrica y térmica y un mercado eléctrico funcionando bien.
De un país condenado a ver descaecer su balanza de pagos importando petróleo, percibimos el horizonte de 1 millón y medio de barriles diarios de producción, es decir, algo más de la mitad de lo que produce hoy Venezuela, a la vuelta de la esquina. Convertir el petróleo en garrocha para el desarrollo, para la prosperidad colectiva, para el mejor y mayor gasto social, con una economía diversa y pujante y una tasa de cambio aunque revaluada, estable, es el reto de los próximos años. Somos ya el segundo exportador mundial de carbón; tenemos gas; tenemos agua; biocombustibles en crecimiento. Somos una potencia energética regional de primera magnitud. No hay que temerle al petróleo o al oro o al hierro, o al carbón, o al gas, o a los biocombustibles. Hay temerle al mal gobierno! Al derroche fiscal, a la falta de transparencia.
Los ejemplos de éxito y fracaso abundan y cerca; mantengamos el camino de la responsabilidad fiscal y de la buena gerencia de los recursos extraordinarios, y seremos una gran potencia regional. Por ello el sector privado recibe con complacencia su legado de Regla Fiscal presentado esta semana. Apoyaremos ese debate en el nuevo congreso y en el seno del nuevo gobierno, como si nos fuera en ello, como nos va, la vida.
A pesar de las persistentes tasas altas de desempleo, las cuales se mantendrán en esos niveles por algunos meses más, es bueno recordar que entre 2002 y 2009 el sector privado creó 1 millón setecientos mil puestos de trabajo asalariado, es decir la mitad del total promedio de los puestos creados por la economía. El reto que viene es la calidad del empleo, que solo mejorará creciendo el número y la salud de los empleadores formales, es decir las empresas formales. Pero hay que reconocer que haber saltado de un salario mínimo mensual con prestaciones de 209 dólares en 2000, a 425 dólares en 2009, era impensable hace unas décadas y significa un gran aumento del ingreso familiar cuya tendencia no debe detenerse, si va acompañada de ganancias en productividad como sucedió en varios de estos años.
Decíamos que este era un país pobre, sin ninguna posibilidad de lograr la cobertura de todos sus ciudadanos en materia de salud. Pues bien: lo logramos. Con todas sus limitaciones, debates politizados y tira y afloje de los eslabones de la cadena, la verdad es que nuestro sistema de salud cubre a todos los colombianos con una calidad aceptable y eso no es así en todo el mundo.
Los niveles de pobreza deben bajar este año al 36% y si crecemos como parece ser probable, en diez años tendremos niveles de pobreza del 15%. La educación básica y media ya es universal; aumentó la cobertura para preescolar y la superior; la evaluación de los docentes avanzó y los establecimientos y calendarios funcionaron con gran normalidad; el SENA atiende presencial y virtualmente a 8 millones de jóvenes colombianos y la tasa de analfabetismo debe situarse en el 4 por ciento a diciembre próximo. Estamos muy cerca de que todos los niños tengan acceso a un desayuno durante su año lectivo.
Este dramático cambio social y económico, solo es explicable por el liderazgo suyo, Presidente Uribe, y por la capacidad de su equipo de gobierno para juntar voluntades en la sociedad colombiana. El sector privado, con orgullo, puede mostrar también su aporte a esta nueva y vital realidad colombiana. La Responsabilidad Social Empresarial ha calado en las empresas con fuerza y arraigo. Estamos en la lista de los 20 países del mundo con más empresas afiliadas al Pacto Global de Naciones Unidas, y es en Colombia la sede del Centro Regional para América Latina y el Caribe de este programa trascendental.
Su administración dota a la economía del más importante arsenal de tratados para promover el comercio y la inversión con el continente americano, con Europa y con Asia-Pacífico. Nos enorgullecemos de haber podido acompañar este proceso con lealtad, conocimiento y equilibrio de la conveniencia colectiva. Mención debo hacer del Congreso, el cual en medio de dificultades, crisis y carencias, aprobó la legislación que favoreció el crecimiento y asentó la posibilidad de la prosperidad. Quedan esos instrumentos a disposición de los empresarios y de los jóvenes para dar el salto al desarrollo.
El medio ambiente también fue su preocupación. Más territorio nacional protegido que nunca, desde la administración Barco. Lo más importante hacia delante, será comprender que desarrollo y medio ambiente, a la luz del conocimiento humano actual y futuro, son compatibles y que los recursos naturales están allí, para nuestra felicidad actual, no para la felicidad futura de los ciudadanos del norte desarrollado.
En medio de la gravísima crisis financiera global de 2009, nuestro sector bancario y de seguros, de fondos privados de pensiones y de fondos de capital, mostraron solidez y buena regulación. El patrimonio de los establecimientos de crédito creció varias veces en estos años, al igual que la cartera total; el microcrédito llegó a casi cuatro billones de pesos y los corresponsales no bancarios atendieron pueblos y veredas de Colombia que no habían soñado siquiera contar con ese esencial servicio.
La Bolsa de Valores multiplicó por cinco su índice, llegaron nuevas compañías al registro público y a pesar de que nuestro mercado de capitales sigue siendo poco profundo, la financiación a través de la emisión de títulos en el mercado, tuvo el más dinámico comportamiento de su historia.
Los fondos de pensiones manejan hoy un portafolio ya cercano a los 100 billones de pesos entre obligatorias y voluntarias, es decir el 20% del PIB. Nunca antes habíamos tenido una proporción tal de ahorro pensional privado!
La agricultura tiene ante sí grandes oportunidades en el comercio exterior, cuando la demanda mundial de alimentos crece más que la oferta y la avidez de China e India es cada vez más evidente en comida y materias primas. Se otorgaron ayudas directas a subsectores agrícolas amenazados por la revaluación o por los retos de competitividad derivados de los tratados. La producción de biocombustibles es creciente. Y, lo más importante, los empresarios del campo han regresado a administrar sus negocios y nuevas fronteras para ellos se han abierto.
Como si fuera poco, durante su gobierno se construyó un millón doscientas mil viviendas, con capacidad para alojar el 12% de la población colombiana.
Los turistas internacionales se multiplicaron por 2 en su gobierno, y parte de esa cifra se debe a un promotor secreto: su caballo Juguete, a quien ya estamos tomando las medidas para el correspondiente busto cerca de la Torre del Reloj en Cartagena.
Lejos de la perfección, estamos; cerca del desarrollo, también. Lejos de la equidad, estamos; cerca de un mejor entendimiento entre los actores sociales, también. Por todo lo anterior, podemos confiar en nuestro ingreso a la OCDE y a APEC, como miembros de pleno derecho. A la fecha hemos tenido una relación de normalidad con la OIT. Podemos proponer iniciativas estratégicas en el Plan Puebla-Panamá. O intensificar nuestros lazos con Australia, Israel y los Emiratos Árabes. Contribuyó usted, y de qué manera, a la elección y reelección de Luis Alberto Moreno en el BID, el cargo internacional más importante que haya ocupado un Colombiano desde la Secretaría de la OEA o la presidencia de la Asamblea General de la ONU. Tuvimos reuniones multilaterales de la mayor importancia: Asambleas de la OEA y del BID, cumbre de la Lengua Castellana , Foro Económico Mundial, entre otras. Y llevamos tres años en la cima de la lista de países que hacen bien las tareas de competitividad en el Doing Business del Banco Mundial y mejoramos varios puestos en la del Foro Económico Mundial.
Apreciado Presidente Uribe:
Generalmente, las herencias dejan tristezas y frustraciones; ambiciones truncadas y parientes insatisfechos. En el caso de su legado, Presidente Uribe, lo que hereda la nueva administración en materia económica tiene todos los buenos augurios posibles. Por ello nos llena de tranquilidad el anuncio hecho por el en buena hora presidente electo, Juan Manuel Santos, de que mantendrá el marco económico durante un tiempo suficiente para permitir el análisis tranquilo de lo que estructuralmente queda por hacer, o por reformar. Desde que Esteban Jaramillo se autosucedió en los gobiernos de Abadía y Olaya, como Ministro de Hacienda, no había vivido esta economía tiempos tan positivos y de tanta estabilidad.
La mención a Oscar Iván Zuluaga, jefe del equipo económico saliente es obligada y merecida. Igualmente merecida es la de sus colegas de Comercio, Educación, Relaciones Exteriores, Defensa, Protección Social, Minas y Energía, Vivienda y Medio Ambiente, Comunicaciones, Planeación Nacional e Interior; por supuesto a los señores oficiales generales, comandante de las FFMM, de las distintas fuerzas y de la Policía Nacional , así como a todos los miembros de la Fuerza Pública ; para el Jefe de la Casa Militar y sus colaboradores que tanto nos padecieron; la mención de Claudia Jiménez, Alicia Arango, Alberto Velásquez, Bernardo Moreno, Mateo Restrepo, José Roberto Arango y Miguel Peñalosa, es forzosa; la de quienes los antecedieron como Marta Pinto de deHart, Roberto Junguito, Santiago Montenegro, Alberto Carrasquilla y Jorge Humberto Botero, Carolina Barco, Marta Lucía Ramírez, Camilo Ospina, Juan Lozano y Sabas Pretelt; todos sus colaboradores en Agricultura, Transporte y Cultura, tendrán algo positivo qué señalar a sus sucesores. En las viceministras y viceministros, directores del SENA y del ICBF que lo acompañaron, tiene el país una cantera sinigual de servidores públicos. No hago mención de todos, pero a todos los tenemos presentes en este momento.
Una felicitación especial merece Cecilia María Vélez por su obra en educación.
Y tal vez la más clara herencia, es la abrumadora elección de Juan Manuel Santos como su sucesor. El mandato sobre la seguridad y sobre el mantenimiento de las grandes líneas de política económica, de confianza inversionista, está claro.
La herencia está allí; tangible; impresionante; repetible. Tengo toda la confianza en que los empresarios de Colombia estaremos celebrando dentro de diez años, la concreción, otra vez, de las metas que hoy celebramos y que pensábamos imposibles. Ese es el reto de los próximos gobiernos en materia económica y social: mostrar, como usted lo ha hecho, resultados imposibles en la mente a veces sin autoestima de los colombianos, y descartados en el análisis frío de muchos académicos que siempre han sospechado de la incapacidad nacional para la prosperidad.
El anhelo generalizado de seguridad fue leído apropiadamente por usted, señor Presidente. Volver a Colombia más segura dentro de la democracia, ha sido la tarea más difícil, pero también la más exitosa. Nuestra fuerza pública goza del apoyo ciudadano y cuenta con los recursos materiales y políticos para defender la seguridad del estado frente a las tentaciones expansionistas del vecindario, y para defender a los ciudadanos de las amenazas del crimen organizado y de todo actor armado ilegal. El sector privado fue generoso y oportuno en la financiación de esta política y seguirá acompañando el compromiso del estado con la seguridad de sus ciudadanos y con el debido proceso para los miembros de las fuerzas armadas.
En el futuro, si las Farc reconocieran que su camino de violencia ya no es viable; que su vinculación íntima al crimen organizado destruyó ideales y simpatías internacionales; si el gobierno de Venezuela comprendiera el valor que tiene para su propia supervivencia la cooperación contra el terrorismo y contra el crimen organizado, sin tener que pasar por los ingratos tiempos por los que hemos pasado en Colombia; y si Ecuador sigue por la senda del rechazo al crimen transnacional, será la hora de cerrar definitivamente el capítulo, demasiado largo, de la violencia en Colombia. Sin concesiones distintas a las que otorga la Constitución. Sin despejes distintos a los del cese unilateral de la amenaza contra los colombianos. El cierre político de ese capítulo, será posible por lo que se ha construido en 12 años de haberlo intentado todo, con éxito para el estado y con estruendoso fracaso para la guerrilla.
Otra expresión de su capacidad para interpretar a los colombianos, proviene del cambio en la percepción que las diferentes capas de nuestra sociedad tienen sobre el gobierno, sobre los empresarios, la economía, la seguridad, la fuerza pública, la política exterior, entre otros. De un apoyo tal vez elitista y horizontal al estado, hemos pasado, bajo su mano, a un apoyo vertical a las instituciones sin distingos de estrato social o región. Ese es el activo democrático más importante que tendrán que cuidar los actuales y futuros líderes de la vida nacional. Que la gente sienta que recibe beneficios sostenibles de la acción política y de la acción empresarial. Y muchos de los llamados líderes de opinión, tendrán que revisar su mote, porque, la verdad, la opinión no les paró bolas!
El gobierno Uribe redescubrió valores y actitudes incrustados en el alma nacional, pero que creíamos sin remedio desaparecidos: coraje; heroísmo y voluntad de honrar a los héroes; sentido de patria; trabajo en equipo; unidad frente a la agresión externa o interna; capacidad de recuperación económica rápida frente a una crisis mundial o frente a un embargo ilegal; solidaridad expresada con los más pobres, los desplazados, los damnificados o con los secuestrados, marchando en las calles. Queda esa nueva cartilla para los jóvenes que votaron este año por primera vez, y que eran unos niños de 10 años en el 2002. A ellos cabe la memoria de este renacer colectivo, recordándoles lo que tantas veces predicó el presidente Barco: los problemas de la democracia, solo se resuelven con más democracia.
Vamos a quedar mal acostumbrados los empresarios de Colombia. De su parte y su equipo de gobierno, hubo, como en la administración de su antecesor el Presidente Pastrana, y como la habrá con el Presidente Santos, toda la decisión de actuar en concertación, de oír argumentos, de analizar propuestas, de defender la libre iniciativa y el emprendimiento, de fortalecer la interlocución gremial con respeto y colaboración. Esa actitud, esa alianza público-privada, sin duda ha contribuido a que hoy tengamos un mejor país, y también mejores gremios, serios técnicamente y comprometidos primero con el interés nacional.
Su respeto ha sido respondido con el nuestro, con acatamiento y capacidad crítica, en la mayoría de los casos sin estridencias, ni lloriqueos. Tiene la institucionalidad gremial colombiana, la responsabilidad de ser la más fuerte de América Latina y una de las más organizadas del mundo, y su gobierno permitió y apoyó su desarrollo ordenado y proactivo. Esta relación institucional madura entre estado y empresariado, conviene, de un lado, al estado para poner orden y límite a las pretensiones privadas, y, de otro, conviene a los empresarios, porque limita la discrecionalidad de los servidores públicos, proveniente casi siempre de la atomización empresarial.
Ahora que celebramos en medio de la esperanza y el optimismo nuestro bicentenario, bien podríamos asumir que un conocido documento, La Colombia que Quiero, fue parte del bando del 20 de julio de 1810:
“Sueño con un país democrático en lo político y en lo económico. Con oportunidades para todos. Sueño con una Colombia con predominio de una clase media democrática, tolerante, solidaria. Sueño con un estado al servicio del pueblo y no para provecho de la corrupción y la politiquería. Sueño con una Colombia en la que todos podamos vivir en paz. Sentir con ilusión que nuestra patria nos pertenece y que debemos cumplir seriamente nuestras obligaciones con ella. Una Colombia con autoridad legítima y cero poder para los violentos. Una Colombia con un gobierno de unidad nacional para rescatar la civilidad. Me haré moler para cumplirle a Colombia”
Son éstos apartes del Manifiesto Democrático, con el cual Álvaro Uribe fue elegido Presidente en 2002.
Señor Presidente,
Amigos:
Un pensamiento especial quiero dedicar a Lina Moreno de Uribe, prudente y firme; leal y alerta; moderna y discreta; ejemplo y soporte. Dígale, en compañía de Tomás y Jerónimo, que la admiramos y la apreciamos.
Señor Presidente:
Esta reunión, como las innumerables otras que están sucediendo a lo largo y ancho de la geografía nacional y que recuerdan el cariño, hace 50 años, del pueblo por su Presidente, es para cumplir con uno de los deberes humanos más altos: agradecer.
Ese agradecimiento a Álvaro Uribe Vélez y a su obra de gobierno, lo hemos concretado con nuestra presencia masiva aquí y con la imposición, a nombre de los empresarios de todos los tamaños, sectores y regiones de Colombia, de la Orden al Mérito Empresarial José Gutiérrez Gómez, que evoca otro ilustre antioqueño como usted.
Es un honor imponérsela al Presidente que descifró el alma nacional.
Al presidente que entendió a Colombia!
Muchas gracias.
* Palabras de Luis Carlos Villegas, Presidente de la ANDI y del Consejo Gremial Nacional, en el homenaje que en agradecimiento hicieron los empresarios de Colombia al doctor ALVARO URIBE VELEZ, Presidente de la República en el Gun Club de Bogotá, 9 de julio de 2010.
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