18 de mayo de 2012 |OPINIÓN| Por: FEDERICO HOYOS SALAZAR
Fernando Londoño se ha batido como un león en la arena de la democracia, siempre que ha sido preciso defender unas ideas o controvertir otras. Su artillería ha estado compuesta por su pluma afilada y voz contundente.
El estruendo
del terrorismo cobarde motivado por el odio y la intolerancia extrema ha vuelto
a sacudir a Colombia.
Se sigue demostrando
con hechos contundentes que, sectores radicales ante la incapacidad de dar la
batalla con las ideas, lo siguen y seguirán haciendo por medio de las bombas y
el terror indiscriminado que afecta no sólo al blanco del ataque, sino a los
ciudadanos desprevenidos y el país entero sufre con esta perversión.
Debe quedar claro que con estos sectores fundamentalistas, que aunque la prudencia exige no nombrarlos, antes que lo hagan las autoridades, muy bien intuimos quiénes son y el mensaje que esto debe dejar tanto al Gobierno Nacional como a todos los colombianos es que con esta ralea de dementes, no hay nada que negociar.
Fernando Londoño se ha batido como un león en la arena de la democracia, siempre que ha sido preciso defender unas ideas o controvertir otras. Su artillería ha estado compuesta por su pluma afilada y voz contundente. Esas han sido las armas del doctor Londoño, las más poderosas, las mismas que a lo largo de la historia han tumbado reyes y emperadores y que en últimas tienen más poder que las armas, pues detrás de cada guerra siempre hay una idea, y esto último ha sido la gran fortaleza de Fernando Londoño : sus ideas.
Hace unos días, con un editorial conmovedor, pronunciado con el corazón en la mano, el doctor Londoño al igual que muchos, lamentó la muerte de dos de sus más fieles escuderos, el sargento de la Policía Nacional, Rósemberg Burbano y su conductor José Ricardo Rodríguez. Dos hombres, que con su injusta muerte sacan a relucir la más alta calidad de la entrega y compromiso al servicio, esa misma que miles de escoltas del Ejército y la Policía viven a diario en el cumplimiento de su heroica labor en la protección de personas. A las familias de los caídos en este cobarde ataque, mis condolencias y toda solidaridad.
Como es usual, el objetivo de los terroristas, aunque caigan inocentes y se hiera la moral del país, nunca es logrado. El infame atentado al doctor Londoño ha generado una masiva movilización de solidaridad que va desde sus más acérrimos opositores, hasta quienes le admiramos y respetamos. Hubo muertos y heridos, pero las ideas de Fernando Londoño, la libertad de prensa, el espíritu de combate en contra de los violentos y la injusticia, siguen de pie y ni siquiera una tonelada de los explosivos utilizados por el terrorismo decadente, podrán derrumbarlos.
Podrán eliminar a los hombres en su fragilidad material, pero nunca a las ideas. La sangre derramada por quienes las defienden es abono fértil para que éstas crezcan, se fortalezcan y cada vez lleguen a más personas. Adelante don Fernando, el país le espera, queremos volver a escuchar su voz siempre contundente, respetuosa y cargada de principios y valores. Una pronta recuperación.
Debe quedar claro que con estos sectores fundamentalistas, que aunque la prudencia exige no nombrarlos, antes que lo hagan las autoridades, muy bien intuimos quiénes son y el mensaje que esto debe dejar tanto al Gobierno Nacional como a todos los colombianos es que con esta ralea de dementes, no hay nada que negociar.
Fernando Londoño se ha batido como un león en la arena de la democracia, siempre que ha sido preciso defender unas ideas o controvertir otras. Su artillería ha estado compuesta por su pluma afilada y voz contundente. Esas han sido las armas del doctor Londoño, las más poderosas, las mismas que a lo largo de la historia han tumbado reyes y emperadores y que en últimas tienen más poder que las armas, pues detrás de cada guerra siempre hay una idea, y esto último ha sido la gran fortaleza de Fernando Londoño : sus ideas.
Hace unos días, con un editorial conmovedor, pronunciado con el corazón en la mano, el doctor Londoño al igual que muchos, lamentó la muerte de dos de sus más fieles escuderos, el sargento de la Policía Nacional, Rósemberg Burbano y su conductor José Ricardo Rodríguez. Dos hombres, que con su injusta muerte sacan a relucir la más alta calidad de la entrega y compromiso al servicio, esa misma que miles de escoltas del Ejército y la Policía viven a diario en el cumplimiento de su heroica labor en la protección de personas. A las familias de los caídos en este cobarde ataque, mis condolencias y toda solidaridad.
Como es usual, el objetivo de los terroristas, aunque caigan inocentes y se hiera la moral del país, nunca es logrado. El infame atentado al doctor Londoño ha generado una masiva movilización de solidaridad que va desde sus más acérrimos opositores, hasta quienes le admiramos y respetamos. Hubo muertos y heridos, pero las ideas de Fernando Londoño, la libertad de prensa, el espíritu de combate en contra de los violentos y la injusticia, siguen de pie y ni siquiera una tonelada de los explosivos utilizados por el terrorismo decadente, podrán derrumbarlos.
Podrán eliminar a los hombres en su fragilidad material, pero nunca a las ideas. La sangre derramada por quienes las defienden es abono fértil para que éstas crezcan, se fortalezcan y cada vez lleguen a más personas. Adelante don Fernando, el país le espera, queremos volver a escuchar su voz siempre contundente, respetuosa y cargada de principios y valores. Una pronta recuperación.
Twitter: @FedericoHoyos
Publicado: Mayo 19, 2012
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