18 de mayo de 2012 |La Claridad| Por: PALOMA VALENCIA LASERNA
Son días trágicos para quienes creemos que el país puede tener otro destino, para quienes vislumbramos una Colombia donde el Estado esté del lado de los colombianos que acatan la ley.
Voté por Santos con esa convicción,
muchos lo hicimos. Sin embargo, Santos desconoció el mandato de quienes lo
elegimos.
Es un dolor
indefinido. No podría ubicarlo en un lugar preciso, pero cruje cuando me entra
el aire. Se parece a la frustración, a la rabia, a la impotencia, pero es mucho
más triste. Lo reconozco, porque lo he sentido muchas veces, y eso me llena de
angustia. Vienen a mi memoria todas las misas a las que asistí para pedir por
los padres secuestrados de mis amigas, niñas de colegio. Recuerdo mis amigos
que crecieron sin papá, los amigos que encontraron muertos con tiros en la
cabeza y de sus papas llorándolos en los entierros. Me acuerdo del día en que
vi volver a mi tío, que ha sido como otro papá, bañado en la sangre de los
escoltas que lo acompañaban en el carro. Y a las familias de esos escoltas, de
sus ojos, mirando un poco más allá de lo que existe. Mi tío me abrazó y no dijo
nada. Yo nunca lo había visto llorar. Tenía los ojos perdidos, y puedo
reconocerlo, pues ya lo he visto muchas veces, este mismo dolor que se ha
vuelto como un sello que distingue a los colombianos tocados por la violencia.
El atentando al doctor Fernando Londoño me devolvió a esos tiempos. Los creía superados, tuve el sueño durante los años del gobierno del presidente Uribe de que los colombianos no volveríamos a estar solos, que el Estado se había comprometido para siempre a protegernos y estar a nuestro lado. Voté por Santos con esa convicción, muchos lo hicimos. Sin embargo, Santos desconoció el mandato de quienes lo elegimos. Abandonó los principios de seguridad y ahora modifica la Constitución para consagrar la impunidad para los violentos. No queda mucho más que decir.
Son días trágicos
para quienes creemos que el país puede tener otro destino, para quienes
vislumbramos una Colombia donde el Estado esté del lado de los colombianos que
acatan la ley. No creo en las concesiones para los violentos, porque no creo
que nos acerquen a la paz. Con cada negociación surgen otros grupos, con cada
gramo de coca que exportamos se compran nuevas armas para asesinar más
colombianos. La paz se construye con incentivos para quienes pueden vivir en la
sociedad. La paz se construye tendiéndoles la mano a los campesinos, a los
trabajadores, a los ciudadanos que todos los días, a pesar de las circunstancias,
de las dificultades insisten y persisten en vivir dentro del marco social. Son
ellos y no los otros quienes merecen la generosidad social.
El doctor Londoño no
es de extrema derecha; sólo son extremistas quienes empuñan las armas para
matar a quienes no piensan como ellos, a quienes son obstáculos en sus planes.
El doctor Londoño es un hombre que ama su país, que se dedica a la crítica
política con el ánimo de construir en el debate. Un hombre culto y valiente
que, a pesar de conocer la intolerancia del país donde el solo uso de la
palabra es causal para que los violentos te condenen a muerte, nunca deja de
expresar todo cuanto piensa, con la convicción insuperable de que Colombia
puede tener un mejor destino. Lo admiro, lo aprecio y me siento honrada de
compartir los micrófonos con él. Es una demostración férrea de convicción, un
faro siempre vigilante y una voz que sólo teme a Dios.
Qué su ejemplo nos
inspire: colombianos, que el terror no nos silencie, que la violencia no nos
venza. Somos un pueblo libre y no vamos a capitular por el miedo. Levantemos
nuestras voces, para que sean voces infinitas, para que las oigan los
terroristas en sus escondites: el terror no prevalecerá.
Twitter: @PalomaValenciaL
FUENTE: EL PAÍS – Cali- Colombia
Publicado: Mayo 19, 2012
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