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Peláez y Gardeazábal agosto 1 de 2018
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La propaganda negra de los mockusianos

17 de mayo de 2010

 Por Jaime Restrepo
 

Esta campaña presidencial ha sido una patética muestra de la aplicación de estrategias propagandísticas malintencionadas para golpear al adversario: las vallas en Villavicencio contra Mockus, o los miles de mensajes e imágenes contra Santos, evidencian la poca altura que tiene el actual debate y el predominio del impacto publicitario sobre las propuestas y el análisis de los discursos de los candidatos.

Es más: los medios de comunicación, como Caracol Radio, han tomado partido por el verde matemático y no tienen pudor en exponer sus preferencias políticas, disfrazadas de noticias o entrevistas. Así ha ocurrido con Julio Sánchez Cristo, quien abiertamente pide a sus oyentes que voten por Mockus, y con Darío Arismendi, quien en una presunta entrevista radial a Juan Manuel Santos asumió una falaz vocería de todos los colombianos para agredir al aspirante de la U. Además de lo repugnante que le resulta la propaganda con la imitación del Presidente, para Arismendi también es motivo de reproche la asesoría de J.J. Rendón.
Curiosamente, a Arismendi no le despierta ninguna inquietud la posible cercanía del cubano Alex Castellanos con la campaña de Antanas Mockus. Ya en 2007, Castellanos se había encargado de la propaganda negra para beneficiar al entonces candidato a la Alcaldía de Bogotá, Enrique Peñalosa, quien ahora es anunciado como ministro de Defensa de Mockus. Castellanos es conocido internacionalmente por el trabajo sucio que ha realizado para el partido Republicano y sus vínculos con Peñalosa deberían, por lo menos, despertar algunos interrogantes en los deslumbrados medios de comunicación que no se atreven a cuestionar, ni a molestar a su candidato Antanas Mockus.

Lo que no puede ocurrir es que los seguidores de Santos terminen siendo satanizados con aquello de la propaganda negra, mientras que los mockusianos avanzan raudos, y sin cuestionamiento alguno, en la difusión de mensajes que ni el “Satán” de la propaganda, J.J. Rendón, hubiese promovido.

Desde que Santos comenzó a perfilarse como posible candidato a la Presidencia por el uribismo, empezó también la difusión de ataques contra él. En aquel entonces era común leer que los simpatizantes del Polo, y del chavismo, se referían al ministro Santos como “Chucky”. Ahora, casi cuatro años después, uno de los tantos elementos de la propaganda negra mockusiana y antiuribista es justamente el despliegue de esa comparación, con imágenes bien trabajadas y leyendas claras.

¿Tendrá algo que ver la transfiguración semafórica de una porción de los mockusianos que en 2002 eran rojos, en 2006 amarillos y ahora son orgullosamente verdes? Bueno, es que los mensajes de los entusiastas de la solución negociada son los mismos que ahora difunden los fans de Antanas Mockus… ¿coincidencia?

Verde con negro
La propaganda negra, utilizada para distorsionar o criminalizar al rival, fomenta la intranquilidad y la superstición con respecto a las acciones o intenciones de otra entidad, como ocurre hoy con la guerra con Venezuela, las amenazas de Chávez y las premoniciones fatales sobre las consecuencias internacionales de las acciones delictivas de algunos militares corruptos, vendiendo la idea de una política de Estado que favoreció el asesinato de colombianos indefensos.

Sin embargo, durante ocho años, Colombia ha vivido intensas campañas de propaganda negra que de repente han pasado al olvido. De un momento a otro quedó en el baúl de los recuerdos la propaganda negra utilizada contra Álvaro Uribe: nadie se atreve a mencionar, por ejemplo, los rumores esparcidos en su momento sobre la intención de Uribe de cerrar el SENA y Bienestar Familiar.

Por lo menos aquella propaganda negra tenía algo más que la representación del odio y demostraba un mínimo proceso de reflexión y algo de análisis sobre el mercado que podían conquistar con esa propaganda.

Contra la segunda reelección

Mientras la segunda reelección mantenía en vilo al país político, los ciudadanos éramos bombardeados con una intensa campaña de propaganda negra. El 9 de enero de 2010, Ramiro Bejarano aseguró que la Corte Constitucional había sido cooptada por Uribe y, dando por sentada la aprobación, invitó a los partidos de oposición a retirase de la contienda presidencial para dejar al Presidente como único candidato.

Una semana después, Bejarano Guzmán lanzó otra especie en su campaña de propaganda negra, esta vez no solo contra el Presidente, sino contra el Procurador General de la Nación. El 16 de enero, en una columna denominada El reverendo reeleccionista, el abogado de Daniel Coronell y César Julio Valencia Copete aseguró: “En últimas oficializó la candidatura de Álvaro Uribe, aun cuando la Constitución no la permite”.

Pero las cosas no pararon ahí. En los primeros días de febrero, el mismo Bejarano sostuvo en su columna de El Espectador que una declaración de Nilson Pinilla, presidente en ese momento de la Corte Constitucional, “subliminalmente dejó la sensación de que la ponencia antirreeleccionista es floja y será derrotada por las fuerzas oficialistas asentadas en el tribunal constitucional. Eso tampoco conmueve a nadie, porque la idea es sacar adelante el tramposo referendo, inclusive con magistrados impedidos que fueron asesores jurídicos del régimen”.

Claro que Bejarano no estaba solo. En la feroz campaña de propaganda negra lo acompañaba también el entusiasta samperista Felipe Zuleta Lleras, quien el 14 de noviembre del año pasado se atrevió a publicar una columna titulada ¡Confirmado!, en la que aseguró que Uribe se quedaba porque se quedaba en la Presidencia. Unas semanas antes, el mismo Zuleta ya había dado como cierta la falacia de que Uribe se quedaría “cuatro u ocho añitos”.
Curiosamente los ahora furibundos detractores de la publicidad negra, o promovieron o guardaron silencio frente a la constante campaña de desprestigio contra el Presidente y en este momento quieren mostrar al sujeto de culto —Antanas Mockus— como víctima exclusiva de la propaganda negra.

A muchos les irrita J.J. Rendón, pero son benévolos y hasta complacientes con los “voluntarios” de la campaña del Partido Verde… ¡Qué coherencia!

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