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Las verdades de las Farc

27 de febrero de 2012 | OPINIÓN | Por: PALOMA VALENCIA LASERNA

El anuncio de que las Farc están dispuestas a abandonar la práctica del secuestro extorsivo es una buena noticia, pero no debe confundirse con una declaración que nos acerque a la paz, como muchos lo sugieren.

El secuestro es sin lugar a dudas uno de los crímenes más atroces que haya imaginado la depravación humana.
Vale la pena recordar que esta no es la primera vez que los grupos narcoterroristas se comprometen a no secuestrar. Hace no muchos años, en Maguncia con el ELN -en un acuerdo que era un exabrupto moral y en esencia delictivo- se pactaron “reglas” para el secuestro: que fueran menores de 65 años y excluyeran niños… nada de eso se cumplió. Así que no debemos ilusionarnos demasiado; quienes están acostumbrados a asesinar, no reparan en las nimiedades de las mentiras. Recuerdo muchas falsedades de las Farc: la liberación de Emmanuel –a quien no tenían-; lo sucedido en el Caguán donde escondían secuestrados y traficaban con dólares… pero no tengo en mi memoria ninguna verdad. Sin embargo, conviene hacer el ejercicio de evaluar los avances que se darían si esta declaración se cumpliera.

El secuestro es sin lugar a dudas uno de los crímenes más atroces que haya imaginado la depravación humana. Como el comunicado mismo lo dice, para las Farc el secuestro extorsivo ha sido una forma de financiación. Arrebatarle a una persona su libertad y extorsionar a su familia con amenazas de muerte y tortura para extraer de ellos el fruto de su esfuerzo y su trabajo. Abusando del amor de las familias han ido robándose los bienes y la tranquilidad de los colombianos. Pero no se trata de que las Farc hayan reconocido la bestialidad de su práctica; se trata más bien de que apoderados, como están, del negocio del narcotráfico pueden renunciar a esta entrada económica. Así que es una buena noticia dentro de la lógica surrealista de un conflicto como el nuestro.

La posibilidad de que los secuestrados políticos sean liberados siempre nos alienta, aun cuando ya conocemos la estrategia de postergar y simular, para luego decir que es el Gobierno quien no cumple. Es una manera de aumentar su capacidad de soborno y extorsión ante la sociedad y lograr doblegar al Estado. Sin embargo, es inevitable desear que ésta vez sean liberados esos hombres; pues el dolor de su vida consumida por las cadenas es desgarradora para todos los colombianos, y para la humanidad entera que revive con ellos los recuerdos atroces de la segunda guerra mundial; donde otros vivieron bajo los Nazis condiciones similares.

Ya son muchos años de espera, no sólo de las familias de los secuestrados, sino de la sociedad colombiana que sufre en la imposibilidad y la irracionalidad de los violentos. Pero, hay que precisar que seguramente, pocas semanas después, habrá unos nuevos secuestrados; policías o militares que ocuparán los lugares que dejen los actuales. El comunicado de las Farc es claro; proscribe el secuestro extorsivo, pero mantendrá el político. La extorsión contra el Estado colombiano continuará, se aliviará el dolor de unas familias, sólo para poner las cadenas y los candados sobre los cuellos de otros colombianos; sus familias también padecerán el suplicio y todos soportaremos la recurrente pesadilla de lo que hemos vivido.

La voluntad de paz no es anunciarnos que ahora su principal fuente de financiación es la droga, y que entonces, comedidamente, nos ahorraran el horror del secuestro por dinero; nos limitarán a ver a más policías y soldados encadenados a los árboles, pudriéndose en la humedad de una selva que los separa de sus vidas. No es voluntad de paz arrasar con Caldono durante 10 horas y asesinar a los policías en las estaciones de los pueblos apartados. El comunicado es otra muestra del cinismo de quienes creen que la violencia y la destrucción tienen poderes para transformar la política. Son pequeñas concesiones donde sólo es aceptable la cesación total de la violencia.


@PalomaValenciaL

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