OPINIÓN| Por: PALOMA
VALENCIA LASERNA| Publicado: julio 26, 2013
Los problemas del sistema de pesos y contrapesos de la Constitución del 91 son evidentes; la Corte Constitucional no podría —aunque encontrara argumentos jurídicos— oponerse a una decisión política ya tomada.
Es un proyecto del
presidente, aprobado por el Congreso, vendido como la llave para la paz; y los
magistrados no tienen la entidad política necesaria para rechazarlo.
Si la Corte lo declara
inexequible, el fracaso de las negociaciones se les atribuiría a los nueve
magistrados que no tienen suficiente representación democrática para soportar
ese peso.
Así, el tema fundamental de la impunidad quedará sin discusión real; pues
si se hiciera sería sobre la base de la imposibilidad de rechazarlo. Ojalá la
Corte opte por no hacer una revisión de fondo, y se limite a la materia formal
para aprobarlo; así al menos conservaría el prestigio jurídico que le
corresponde.
El MJP abre espacios para la impunidad; lo decimos quienes nos oponemos a
los términos en los que se desarrolla la negociación, y juristas y organismos
que militan en la izquierda; la crítica no es ideológica.
Supone el MJP que la paz sólo es posible con una alta dosis de impunidad.
Cabe destacar que no negociamos la paz; mientras subsistan el narcotráfico y la
minería ilegal habrá recursos para financiar ejércitos ilegales que seguirán
atormentando a los colombianos. Si lo que vamos a comprar es la franquicia de
las Farc, vale la pena calcular el precio.
Aquella reflexión, según la cual cuando no se puede derrotar hay que
someterse al dominio del fuerte, constituye una capitulación a los principios
morales. La ley de la naturaleza es la del más fuerte, de manera que los
animales se pliegan ante la supremacía de otro. Supone la moral que hay
principios irrenunciables sin los cuales la vida humana se reduce a la
subsistencia animal y pierde todo sentido de humanidad.
Sin embargo, existen episodios históricos donde la humanidad capitula. Los
franceses constituyeron un gobierno de colaboración con los nazis en la
antesala de la Segunda Guerra. Se preguntarían esos líderes: ¿para qué los
rusos ofrecieron la vida de 30 millones de soldados? ¿Para qué la guerra de
secesión en los EE.UU.? Sólo las concepciones humanas capaces de racionamientos
morales pueden producir conductas heroicas, incluso el martirio. Se trata de la
defensa de los principios, de lo que es correcto. Y no es lo mismo un mártir
que un fanático: el primero es capaz de morir por lo que piensa, el segundo
está dispuesto a imponer sus ideas por la fuerza, aun a costa de matar.
En el caso de Colombia no hay una guerra; hay un grupo que pretende
imponer por la fuerza una ideología, pues no tiene ningún respaldo social. En
el camino se dedicó al narcotráfico y al terrorismo. Lo que pedimos no es
guerra; es el legítimo ejercicio del Estado para que los criminales vayan a la
cárcel, aunque esta sea corta.
Quienes pretenden la capitulación ante las Farc, sostienen que como no
hemos podido derrotarlos debemos darles espacio en la política y olvidar todo
el mal que han hecho. Es una política de apaciguamiento que no traerá la paz,
dejará en la impunidad muchos narcoterroristas; y debilitará la posibilidad de
que otros colombianos se sometan a la ley. Habrá violencia por mucho tiempo.
Este es un espacio de opinión destinado a columnistas, blogueros, comunidades
y similares. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los
autores que ocupan los espacios destinados a este fin y no siempre
reflejan la opinión o posición de LA OTRA MITAD DE LAS VERDADES A
MEDIAS.
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1 comentarios:
COLOMBIA TIENE UNA JUSTICIA VENDIDA Y MAQUIAVELICA ADEMAS CON PRESIDENTE QUE HOY LOS COLOMBIANOS DE BIEN NO QUIEREN ESO ES LA COLOMBIA DE UNA JUSTICIA CIEGA.
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