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España ya es España

Fútbol / ESPAÑA-PORTUGAL

Los de Del Bosque dominaron a Portugal en todas las líneas con un fútbol de alta escuela y sin apenas lagunas 

día 30/06/2010 - 10.10h

EFE Xavi, Llorente y Pedro celebran el pase a cuartos
España 1 - Portugal 0

Carlos Queiroz anunció miedo. Pepe por Mendes, Costa por Ferreira, Almeida por Liedson. Medio pasito más atrás en todo. Son cosas que llegan a los jugadores y te hacen ser conservador. “Cuidado, es España, no arriesguemos. Guardemos la viña que ya nos sacará Cristiano las castañas del fuego”. Pues no, al menos no ahora, de principio, con diez por detrás del balón. “Ay, que nos entran, ay, que vienen, cuidado con ese, cuidado con el otro...”. Y mientras se te ha olvidado coger el balón y jugar, intentar atacar, intentar crear. Cuando te das cuenta, están todos pegados a Eduardo y rodeados, prestos al descabello.
 
Fue lo que le pasó a Portugal. “Sólo nos queda atacar, atacar y atacar”, dijo Queiroz. Ja, “sólo nos queda defender, defender y defender”, que es lo que hizo. En diez minutos, Villa le había rematado tres veces y Coentrao había hecho un penalti de catón a Torres que el árbitro argentino no pitó por eso, porque son de la nómina FIFA, cobardicas y conservadores (menos Undiano, claro).
 
Eduardo les salvó la piel en esos momentos críticos y, al cabo, Portugal respiró un poco. España, que parece andar con las pilas justitas, dio un pasito atrás, como si con el tiqui taca preservara la puerta propia. Y el miedo cambió de acera, como por ensalmo, pero sin ninguna lógica ni razonamiento. Se espera de un partido así que los otros también jueguen, antes o después, pero que hagan algo. Por mucho que España ya no dominara tanto (del 62-38 de posesión se pasó al 60-40), Portugal no mostró dientes de cocodrilo. Algún disparo lejano que Casillas mandó al limbo como pudo y cargas a destiempo al portero mientras Baldassi miraba hacia otro lado como si no supiera el Reglamento (que lo mismo no se lo sabe).
 
Pero no hubo más asunto luso en el primer tiempo. Cristiano... No apareció, sin apenas algún balón que llevarse a la boca, cada vez que tocó alguno se lo intentó comer como si fuera una galleta, y sin repartir, vaya a que alguien le devore una esquinita. Claro, enseguida le rodeaban y ahí se acababa Geyper Man, roto de piernas y brazos. Hala, a recomponerse, como un juguete roto.
 
Casi todo fue de España, que mostró paciencia y serenidad, pero también algunas lagunas. Torres, que no está por mucho que lo intente; Xavi, al que le falta una décima para tocar el balón profundo; o Capdevila, que defendió bien pero que parece que le quema el balón. Por el contrario, Xabi Alonso y Busquets se quedaron con el partido, todo para ellos. Brillantes, trabajadores, recuperadores... Entre ellos y el inefable Villa controlaron el encuentro, se lo quedaron, y apenas dejaron las migas a una Portugal muy pobre, temerosa y con sólo Coentrao dando verdaderas muestras de calidad.
 
Quizás en los últimos minutos, apenas un cuarto de hora, diez minutos, Portugal pareció querer algo más, animada, bien por la necesidad, bien porque vio que España dudó más de lo necesario. Es mala cosa eso de ofrecer incógnita en la mirada. Te la captan al instante y el cordero se vuelve lobo y saca dientes donde antes había dentadura postiza.
 
La fuerza de la lógica
 
Segundo acto: Y todos pensaron que así vivían bien. España, controlando, tocando, y los otros a verlas venir, a ver si sonaba la flauta. En esas suelen tener las de ganar los que más tienen el balón, que para eso lo tienen, pero rondaba, rondaba (cabezazo de Llorente), pero la morena no acababa de salir al balcón. Hasta que la fuerza de la razón la obligó. Una jugada de esas que sólo hacen los equipos grandes, campeones. Tuya, mía, te la devuelvo y llegó el matador Villa para clavarla dos veces, que con la primera no le bastó. Era de justicia, de lógica, de razonamiento y... de fútbol.
 
Así que ahora tocaba esperar la corneta de Portugal. Que salieran de la cueva, si se atrevían que la pillaríamos ahora con el trasero al aire. Estuvieron a punto de irse a la tumba, con los clavos del ataud en la boca de Villa y de Sergio Ramos. Eduardo, otra vez, evitó la defunción, pero amenazaban sombras para los lusos, sobre todo porque no conseguían agarrar el balón y si no lo tienes ya puedes hacer malabarismos en el aire que te va a dar igual, comeras oxígeno, nada más.
 
Queiroz metió tralla en el campo: Liedson, Mendes, Danny... buscando algo más de acción, de llegada, de dagas, de lo que fuera, pero a ver si al menos miraban a Casillas fijamente a los ojos. Para nada. Agarraban el balón los enanos y no había manera de quitárselo. Lo llevaban con cola al pie los tíos, y los lusos corriendo dale que te dale. “To pa na”, que dirían los colegas de Ramos. ¿Y Cristiano? Por ahí andaba, pegado a un fotógrafo, a ver si le daba una imagen del balón porque en el campo ni la vio. Pobre...

Ficha técnica

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