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Primero por Plazas

Por: Andrés Felipe Arias | Medellín | Publicado el 12 de junio de 2010

30 años de prisión para el Coronel Plazas Vega por su actuación durante el Holocausto del Palacio de Justicia en 1985. La juez, además, compulsó copias para que la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes investigue al Presidente Betancur y la Fiscalía haga lo propio con varios mandos militares de la época.

Según la juez, quienes defendieron a Colombia en medio del Holocausto perpetrado por el grupo
narcoterrorista M-19 deben ser condenados e ir a la cárcel. Es decir, al mismo sitio en el que deberían estar los verdaderos criminales y asesinos del Palacio de Justicia.

No importa que Plazas y otros héroes que nos defendieron en ese entonces hayan expuesto su vida por la libertad de todas las generaciones de colombianos. No importa que muchos de ellos también hayan muerto cuando fueron recibidos con fusiles y granadas por el M-19. Nada de eso importa.

Como no importa que el M-19 se hubiera aliado con Pablo Escobar, el más sangriento de los criminales, para que la misma toma permitiera destruir los expedientes que se tenían contra el capo. No importa que los angelitos del M-19 hayan torturado y masacrado seres humanos inocentes en el Palacio. No importa para nada.

Y no importa que los verdaderos asesinos, secuestradores y pirómanos hoy gocen de libertad, ocupen cargos públicos y puedan hacer política. Hasta pueden aspirar a la Presidencia, dirigir partidos políticos y ser gobernadores. Es decir, no importa que los verdaderos criminales y asesinos del Palacio de Justicia gocen de impunidad. No importa ni poquito.

Lo único que importa es condenar a Plazas Vega. Lo único que importa es masacrar la moral de nuestra fuerza pública. Lo único que importa es socavar los cimientos de la Seguridad Democrática. Lo único que importa es abrir camino para acabar a quien recuperó la libertad de Colombia.

Martin Niemöller, pastor luterano y teólogo alemán, pronunció en Kaiserslautern (Alemania), durante la Semana Santa de 1946, el famoso sermón: "Cuando vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar".

Cae como anillo al dedo. La condena a Plazas es el comienzo de la persecución. Hoy una juez se lo lleva a él. Muchos pensarán: "Como no soy militar, no es mi problema y no debo decir nada". Mañana otro juez vendrá por los demás militares que actuaron en el Palacio de Justicia y muchos pensarán: "Como defender la libertad y enfrentar la tiranía de la mafia y el terrorismo es para otros, mejor me quedo callado". Luego vendrán por Belisario Betancur y muchos pensarán: "Eso tampoco es conmigo, mejor guardo silencio". Pero después vendrán por el Presidente Uribe, sus ministros y sus generales. Es decir, vendrán por la Seguridad Democrática. Ahí ya será muy tarde.

No nos equivoquemos. El objetivo final del narcoterrorismo es Álvaro Uribe. Por todo lo que este hombre representa. Por haber demostrado al mundo que sí es posible acabar a las Farc. Por haber inoculado en el corazón de los colombianos amor por el Ejército y por la autoridad. Por haber convertido un Estado fallido en un país grande, respetado y libre. Porque si el terrorismo no logra acabar a Álvaro Uribe con balas, buscará hacerlo con títeres en la justicia. Y ya comenzó la función condenando a Plazas Vega.

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