OPINIÓN | Por: FRANCISCO SANTOS |
Publicado: 23
de julio, 2012
El Cauca es apenas una expresión de una mirada y una manera de gobernar que es cosa del pasado y que tiene esos efectos, no sólo en la popularidad del Presidente.
La
capacidad de cooptación de la capital generó una mirada excluyente y casi de
desdén de la tecnocracia bogotana hacia la provincia.
No
me refiero al último disco de Juanes, muy bueno por cierto. El problema del
Gobierno de Juan
Manuel Santos, que hoy está en su peor momento, es la
desconexión que tiene con el país y con los distintos sectores que lo componen.
La gravísima situación del Cauca es apenas una expresión de una mirada y una manera de gobernar que es cosa del pasado y que tiene esos efectos, no sólo en la popularidad del Presidente, sino en esa sensación de desgobierno, de orfandad y de exclusión que siente la provincia colombiana.
Esto no es nuevo. Con excepción del gobierno anterior al país se le gobernaba desde Bogotá y para Bogotá.
La capacidad de cooptación de la capital generó una mirada excluyente y casi de desdén de la tecnocracia bogotana hacia la provincia.
Los indios, gas. Los negros fuchi. Mitu, ¿ala eso dónde queda? Cartagena se convirtió en la excepción y eso porque la élite bogotana la volvió un barrio más de la capital.
Recuerdo al principio del anterior gobierno cuando el gobernador de Sucre me contó que de los dos Presidentes anteriores uno no había ido en sus cuatro años y el otro sólo había aterrizado en Corozal en una escala hacia San Andrés.
Quizás es una exageración pero lo cierto es que esa variable regional, con excepción de Uribe, a quien le aburría la capital, nunca ha hecho parte del imaginario político tradicional que opera en la capital de la República.
El Presidente Santos es la expresión más arraigada de esa mirada de país.
A la que se añade un gabinete que, como dice el senador de la U Armando Benedetti, deberían primero aprender español.
Este gobierno no tiene cuento regional, no tiene cuento afro o indígena y por eso lo atropellan esas dinámicas que hoy con la visión de exclusión que hay desde Bogotá fácilmente se les salen de las manos a Santos y a su gobierno.
Un ejemplo claro de esta desconexión es la ley de regalías.
El gobernador del Meta me decía hace unas semanas que por cuenta de la reforma a la ley de regalías él perdió un año de gobierno.
¿La razón? El gobernador de Bolívar, Juan Carlos Gossain, una estrella política de gran futuro, lo definió perfectamente: la mermelada todavía está en el frasco.
Mientras elaboran los proyectos y se pone a andar la burocracia de control que se creó en la ley, sin sentir alguno por la realidad regional, antes del 2013 va a ser imposible ejecutar algo de esos recursos fundamentales para la provincia colombiana.
No sé si el Presidente pueda rectificar el rumbo pues la otra Colombia es algo totalmente desconocido para él.
Pero si quiere por lo menos tener una oportunidad, debe arrancar por hacer un profundo cambio de gabinete que deje de lado a sus amigos históricos y busque caras nuevas, de gran ascendencia regional, con experiencia exitosa en el servicio público, con garra política y que se unten de barro.
No es ciertamente a lo que está acostumbrado ni con lo que se siente cómodo Santos, pero lo único que sí es totalmente claro es que más de lo mismo no le funciona ya.
La gravísima situación del Cauca es apenas una expresión de una mirada y una manera de gobernar que es cosa del pasado y que tiene esos efectos, no sólo en la popularidad del Presidente, sino en esa sensación de desgobierno, de orfandad y de exclusión que siente la provincia colombiana.
Esto no es nuevo. Con excepción del gobierno anterior al país se le gobernaba desde Bogotá y para Bogotá.
La capacidad de cooptación de la capital generó una mirada excluyente y casi de desdén de la tecnocracia bogotana hacia la provincia.
Los indios, gas. Los negros fuchi. Mitu, ¿ala eso dónde queda? Cartagena se convirtió en la excepción y eso porque la élite bogotana la volvió un barrio más de la capital.
Recuerdo al principio del anterior gobierno cuando el gobernador de Sucre me contó que de los dos Presidentes anteriores uno no había ido en sus cuatro años y el otro sólo había aterrizado en Corozal en una escala hacia San Andrés.
Quizás es una exageración pero lo cierto es que esa variable regional, con excepción de Uribe, a quien le aburría la capital, nunca ha hecho parte del imaginario político tradicional que opera en la capital de la República.
El Presidente Santos es la expresión más arraigada de esa mirada de país.
A la que se añade un gabinete que, como dice el senador de la U Armando Benedetti, deberían primero aprender español.
Este gobierno no tiene cuento regional, no tiene cuento afro o indígena y por eso lo atropellan esas dinámicas que hoy con la visión de exclusión que hay desde Bogotá fácilmente se les salen de las manos a Santos y a su gobierno.
Un ejemplo claro de esta desconexión es la ley de regalías.
El gobernador del Meta me decía hace unas semanas que por cuenta de la reforma a la ley de regalías él perdió un año de gobierno.
¿La razón? El gobernador de Bolívar, Juan Carlos Gossain, una estrella política de gran futuro, lo definió perfectamente: la mermelada todavía está en el frasco.
Mientras elaboran los proyectos y se pone a andar la burocracia de control que se creó en la ley, sin sentir alguno por la realidad regional, antes del 2013 va a ser imposible ejecutar algo de esos recursos fundamentales para la provincia colombiana.
No sé si el Presidente pueda rectificar el rumbo pues la otra Colombia es algo totalmente desconocido para él.
Pero si quiere por lo menos tener una oportunidad, debe arrancar por hacer un profundo cambio de gabinete que deje de lado a sus amigos históricos y busque caras nuevas, de gran ascendencia regional, con experiencia exitosa en el servicio público, con garra política y que se unten de barro.
No es ciertamente a lo que está acostumbrado ni con lo que se siente cómodo Santos, pero lo único que sí es totalmente claro es que más de lo mismo no le funciona ya.
Twitter: @fsantosRCN
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