OPINIÓN | Por: MAURICIO VARGAS | Publicado:
julio 30, 2012
Más allá de sus implicaciones judiciales, es claro que el discurso de la exsenadora es instrumental a las Farc.
Alinearse con las Farc no
es una travesura política: es asociarse con asesinos y narcotraficantes.
Imaginemos que algún
dirigente de un partido tradicional asiste a una reunión de dueños de tierra,
los insta a que se organicen y combatan a las Farc "con palos y
piedras", "como sea", y a que monten "un movimiento de
resistencia" contra esa guerrilla. En cuestión de horas, los medios lo
denunciarían por incitar a la conformación de grupos paramilitares y, de
seguro, las autoridades judiciales actuarían contra él.
Y con razón. Después
de décadas de paramilitarismo, que un líder político invite a propietarios de
tierra a organizarse y luchar contra la guerrilla es un llamado a disparar la
guerra sucia, aquella que ha dejado decenas de miles de muertos y cientos de
miles de desplazados. Aunque no soy abogado, pienso que esa proclama conlleva
un delito penal. No es muy diferente, pero desde la otra orilla, lo que hizo la
exsenadora Piedad Córdoba hace algunas semanas en Miranda (Cauca). En un
discurso de 25 minutos, que escuché frase por frase, gracias a que está colgado
en YouTube, dijo cosas que impactan.
"Esto es una
revolución, un movimiento de resistencia", afirma de arrancada, y anuncia
que "el pueblo se va a enfrentar a las bayonetas". Hasta ahí,
retórica de izquierda sin consecuencias. Luego sube el tono: "Este
territorio nos pertenece (...), lo vamos a defender con la Marcha
Patriótica". Y explica cómo: "Con palos y piedras". Y remata:
"Necesitamos al Ejército del Pueblo defendiendo al pueblo". Las Farc
se autodenominan desde hace décadas Farc-EP, y el 'EP' traduce "Ejército
del Pueblo".
¿Coincidencia? Aquí
va otra: meses atrás, documentos de las Farc decían que organizar la
"Marcha Patriótica es una tarea urgente". Piedad Córdoba no solo
participa en un movimiento con ese nombre, sino que pide que el "Ejército
del Pueblo" (repito que así se autodenominan las Farc) defienda a los
campesinos del Ejército Nacional, al que califica de "invasor".
Enseguida acusa al Ejército de "poner minas quiebrapatas" (no dice que
la guerrilla es la que lo hace). Luego asegura que las Fuerzas Armadas no
enfrentan a la guerrilla sino "a los niños", y que no afrontan el
combate sino que salen corriendo. Y aunque eso es mera opinión de la
exsenadora, ¿qué dirán las familias de los soldados y policías emboscados y
masacrados? ¿Estarán contentos con que Córdoba les diga cobardes y asesinos de
niños?
"Venimos a
exigir que se vayan de aquí", prosigue la exsenadora antes de reiterar que
las bases militares instaladas en esa zona de actividad de las Farc son
"una invasión". Minutos más tarde, eleva el tono: "Vamos a
hostigarlos, vamos a hostigarlos y vamos a hostigarlos, yo me responsabilizo de
lo que digo". Está bien que se responsabilice, porque invitar a la gente a
hostigar al Ejército de seguro cabe en alguna definición del Código Penal. Muy
diferente al rollo uribista de desestabilizar al Presidente con una
constituyente, que yo creo equivocadísima, pero que está contemplada en la
Carta.
El discurso de
Piedad Córdoba no es un elemento aislado como para decir que la dirigente se
deslenguó y punto. Hay decenas de documentos, entre ellos los correos internos
de las Farc, que muestran el papel jugado por la exsenadora en la estrategia de
una guerrilla que no quiere las bases militares en el Cauca, no porque "el
Ejército del Pueblo" pretenda defender a los campesinos, sino porque
quiere vía libre para sacar por ahí la cocaína que produce. Alinearse con las
Farc no es una travesura política: es asociarse con asesinos y narcotraficantes.
Ojalá que la justicia sea tan severa con ella como lo ha sido, y con justa
razón, con los 'parapolíticos', algunos de los cuales, cómo no, ayudaron a los
paramilitares a defender sus territorios coqueros. Pero no me hago ilusiones.
Hay quienes dicen que sería convertirla en mártir.
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