Por Alfredo Rangel
Sábado 21 Noviembre 2009
Aun cuando Chávez tratará de mantener artificialmente la tensión en la frontera para distraer a la opinión venezolana y para debilitar a los gobernadores opositores de Táchira y Zulia -como lo demuestra la voladura de los dos modestos y hechizos puentes peatonales en Ragonvalia-, creo que a estas alturas es poco serio tomar en serio las farsas bélicas de Chávez. Él es un farsante que nunca va a guerrear contra nadie por tres tipos de razones: sicológicas, estratégico-militares y políticas. Pero es un adicto practicante de la farsa bélica. Por eso hay que dejar definitivamente a un lado el temor a sus reiteradas amenazas y bufonadas belicosas.
Las sicológicas. Chávez es esencialmente una persona vanidosa y cobarde. Y, como todo vanidoso-cobarde, hace alardes de matonería de barrio cuando sabe que actúa sobreseguro y sin ningún riesgo. Insulta y ofende a Estados Unidos porque sabe que este país no lo va a invadir, ya que no necesita hacerlo y además está empantanado en guerras en otras regiones que sí son de importancia estratégica para sus intereses globales. Y no necesita hacerlo porque Chávez le vende a Estados Unidos cumplidamente y a muy bajo precio un petróleo que, por ser tan cargado de azufre, Venezuela no puede vender en ninguna otra parte. Además, Estados Unidos no acaba de creerse la historia de la "amenaza regional" que para otros significa Chávez. Y, si después de 20 años de la caída de la Unión Soviética, Estados Unidos no ha invadido Cuba, ¿por qué tendría que invadir Venezuela? Chávez sabe que sus insultos y sus desplantes contra Estados Unidos le generan portadas y primeras páginas en el mundo, sin riesgo alguno. Por eso lo hace. Quienes lo han frecuentado comentan que él mismo se ríe y celebra sus ocurrencias después de sus discursos inflamados contra Estados Unidos.Tweet |
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