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En el país del peloteo

13 de febrero del 2011 | OPINIÓN| Por: María Isabel Rueda

No me parece bien que los actores políticos se estén peloteando entre sí la responsabilidad de las 'bacrim'.
Nuevamente, ese medio irreflexivo y chusmero que es el Twitter enciende un debate que merece ventilarse por unos canales más responsables.


El jefe del Partido Liberal, Rafael Pardo, quien debería estar revisando cómo utiliza su tiempo libre, dice por Twitter que las bandas emergentes son un reciclaje del paramilitarismo. Y el ex presidente Uribe (con quien declaro perdida la pelea de recomendarle que no rebaje de esa manera la dignidad presidencial) salió a responderle que bajo su gobierno se desmovilizaron 52 mil terroristas y que hubo extradición y cárcel, mientras que Pardo, como Ministro de Defensa, dejó el país sin extradición y en manos criminales.

Mientras tanto, el ex presidente Pastrana, ni corto ni perezoso, se viene con una carta aprovechando unas pullas del presidente del Partido Conservador al Gobierno, para que le queden debiendo el favor de realinderarle el conservatismo no uribista al presidente Santos. El argumento que da es que su partido no puede radicar en Santos la responsabilidad de la actual situación de seguridad, "porque lleva apenas seis meses de Gobierno".

Es evidente que el proceso de desactivación del paramilitarismo dejó unos ejércitos de gente armada que se han ido recomponiendo en núcleos de bandas emergentes de delincuencia común, que tienen regado el territorio nacional de toda suerte de pavorosas siglas: 'los Urabeños', 'los Rastrojos', 'los Paisas', 'los Comba', 'los Triana’, 'las Águilas Negras'...

Eso puede verse como el resultado de un proceso de desmonte del paramilitarismo que estuvo mal concebido y mal ejecutado. Que nació torcido porque se entregó una de cada diez armas en guerra, las más viejas y desuetas; no se devolvieron los menores; se vendieron franquicias a narcotraficantes y, finalmente, el proceso quedó en manos de una justicia transicional que no ha dado el ancho.

Pero para otros, y me incluyo, es injusto responsabilizar al ex presidente Uribe de que todavía haya en Colombia delincuencia común. Y algo más: no puede dar lo mismo que ocho de los más peligrosos cabecillas del paramilitarismo estén presos y extraditados, a que todavía estuvieran en el país delinquiendo.

En el mejor planeado de los procesos de pacificación, es natural que en la primera etapa se reacomoden los segundos y los terceros niveles. Y a eso se suma el campo abonado del narcotráfico, donde brotan salvajes las 'bacrim'.

Pero no me parece bien que ante el gravísimo problema que enfrentamos hoy los colombianos, y cuando el narcotráfico parece una historia de no acabar, los actores políticos se estén peloteando entre sí la responsabilidad de estos brotes de delincuencia común.

Por lo tanto: en lo que respecta al ex presidente Uribe, no le cabe lavarse las manos sobre equivocaciones que evidentemente se cometieron de buena voluntad. Pero tampoco se le puede culpar de que lo que hoy está pasando sea exclusivamente culpa suya, por haber emprendido un proceso necesario que aún hoy está inconcluso.

En lo que al presidente Santos se refiere, es cierto que a un gobierno que lleva seis meses funcionando no se le pueden pedir cuentas rotundas de sus herencias. Pero también es cierto que el actual Presidente fue el Ministro de Defensa del anterior gobierno, por lo que Andrés Pastrana tampoco puede pretender divorciar las dos faenas.

Lo que se le está pidiendo al gobierno Santos es que cree entre los colombianos la percepción de que está consciente de esta mala hora que atraviesa ahora el país en manos de la delincuencia común y que demuestre que tiene las herramientas para combatirla.
Para eso no se necesitan más peloteos de responsabilidades, sino soluciones.

SE ME OLVIDA. Lo que le faltaba a la vieja polémica de si Allende se suicidó o si lo mataron es que fueran las dos cosas al tiempo: que Allende falló en el intento, y un escolta le dio el tiro de gracia...

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