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El asilo de Restrepo

19 de febrero de 2012 | Registro | Por: Rafael Nieto Loaiza

Luis Carlos Restrepo perseguido político
Esa Fiscalía que acusa de los más graves delitos a Restrepo, es la misma que está cuestionada por sus lazos afectivos con quien ahora agrega a su prontuario el ser señalado como asesor a sueldo de los paramilitares.
Es el Estado que asila el que valora si el solicitante es o no un perseguido y si tiene garantías procesales y de imparcialidad en su juzgamiento.
El asilo tiene un propósito humanitario: proteger a quienes consideran que son perseguidos por razones políticas. Es el Estado que asila el que valora si el solicitante es o no un perseguido y si tiene garantías procesales y de imparcialidad en su juzgamiento.
No importa si la acusación a quien pretende asilarse es por delitos comunes, porque es posible que la motivación de tal acusación sea política. Quien debe evaluar si la razón de una acusación es política y si existen las garantías para un juicio justo, es el Estado que concede el asilo.
Colombia ha sido defensora del asilo y ha respetado la decisión de conceder asilo a colombianos. Decenas de guerrilleros están asilados en Europa sin que la Cancillería diga algo, ni tampoco en casos como los de Pitirri, confeso criminal que goza de asilo, ese sí inexplicable, en Canadá.
Por eso sorprende cuando amenaza al gobierno de Panamá por la concesión del asilo a María del Pilar Hurtado. Más allá de si es o no responsable de los delitos que se le imputan, ¿alguien puede razonablemente creer que tiene garantías procesales y de imparcialidad en un juicio que sería adelantado por aquellos que sostienen haber sido víctimas de espionaje por el DAS?
Con Luis Carlos Restrepo ocurre algo similar. La Fiscalía, con una celeridad inusitada en un país donde los procesos penales duran lustros, le imputa ser el jefe de una “empresa criminal” y delitos que van desde concierto para delinquir y peculado hasta tráfico de armas. De reconocer que hubo falsos guerrilleros entre los desmovilizados del “Cacica Gaitana” a sostener que dirigió el entramado para colarlos en el proceso hay un abismo que no parece preocupar a la Fiscalía. Restrepo ha sostenido que fue engañado y tiene derecho, salvo que se le pruebe lo contrario, a que se le crea. Y lo tiene no sólo porque sus antecedentes lo muestran como un hombre decente, sino porque en su calidad de comisionado de paz, con graves riesgos personales, le puso tatequieto a los abusos de los jefes paras que después fueron extraditados. El país no tiene derecho a olvidarlo.
Además, esa Fiscalía que acusa de los más graves delitos a Restrepo, es la misma que está cuestionada por sus lazos afectivos con quien ahora agrega a su prontuario el ser señalado como asesor a sueldo de los paramilitares. La misma Fiscalía que reaccionó iracunda a la carta de Restrepo que señaló posibles conductas delictivas de su marido y la misma que forzó la renuncia del Vicefiscal, encargado de investigar al narco para asesor, quizás porque éste se negó a sentarse a manteles con quien debía investigar. La misma Fiscalía que presionó a Olivo Saldaña para que declarara contra Restrepo a cambio de favores, como lo denunció primero el abogado de Saldaña y después, arrepentido de su negociación, Saldaña mismo. La misma Fiscalía que acusó de mentiroso al Presidente de la República, sin que éste se mosqueara y a la prensa bogotana le importara. La misma Fiscalía que no será investigada por fraude, bien porque no tenía invalidez absoluta para exigir semejante pensión, bien porque siendo absolutamente inválida se posesionó en su cargo oficial.
Para rematar, Restrepo habría de ser juzgado por unos magistrados que, han probado una y otra vez su animadversión contra el expresidente Uribe.
En esas condiciones, ¿acaso no tiene sustento el asilo de Restrepo?

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