10 de marzo de 2012 | Voy y vuelvo | Por: ERNESTO CORTÉS FIERRO
¿Qué más se puede sentir después de ver los ataques contra TransMilenio el viernes pasado? No es ni siquiera rabia. Es algo parecido a la frustración y la impotencia.
Y, sin embargo, no es
eso lo que más impacta de aquellas imágenes propias de los tiempos bárbaros.
Es la forma como
estos energúmenos la emprendieron contra estaciones, buses y taquillas. Era
odio puro, desprecio, tirria y una alta dosis de frustración personal y social.
No de otra forma se entiende la manera como se destrozó, se rompió y se saqueó
un sistema que les sirve a los más pobres. Lo hicieron con una sevicia apenas
comparable con la que ejercen los grupos homofóbicos. ¿Quién pierde?, ¿Petro?,
¿Peñalosa?, ¿los dueños de los buses?, ¿los dueños del cemento? No. Pierden los
conductores que al fin consiguieron un trabajo digno, la humilde expendedora de
tiquetes que de ahí deriva el sustento para sus hijos, el bachiller de Policía
que es tan pobre como la mitad de la gente de esta ciudad.
Hay que decirlo
claro: allí no estaba el trabajador que se frustra por el mal servicio del
sistema, ni la joven que debe soportar el bus lleno, ni el estudiante, ni la
ama de casa, ni las personas representadas en los llamados comités de usuarios
de TransMilenio. Y no estaban allí porque su objetivo no es acabar con
TransMilenio, sino mejorarlo. ¿A quién se le ocurre hacer parte de unas mesas
de negociación, participar, opinar y después salir a romper las estaciones? Es
probable que un acto de protesta pacífica haya terminado en manos de vándalos,
esos sí, con agenda propia.
Lo peor de todo es
que mientras no se atiendan las demandas de los usuarios -que se conocen de
sobra, pero que por alguna extraña razón llevan años sin resolverse-,
TransMilenio seguirá siendo la disculpa perfecta para saboteadores y pescadores
en río revuelto, como sucedió el viernes.
Petro no es el
responsable de los desmanes, ni más faltaba, pero la ausencia de estrategias
claras para empezar a paliar las fallas del sistema y de un plan detallado de
lo que será su política de movilidad sí le está complicando la vida.
ERNESTO CORTÉS FIERRO
Editor Jefe EL TIEMPO
@ernestocortes28
erncor@eltiempo.com
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