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A SANTOS LE LLEGÓ LA HORA DE LA VERDAD

21 de mayo de 2012 |OPINIÓN| Por: CRISTINA DE TORO

Al Presidente le llegó la hora de admitir que el atentado contra el exministro Londoño Hoyos no es un hecho aislado. Es parte de la cadena de barbarie que han venido cometiendo los narcoterroristas de las Farc.
Al presidente Santos le llegó la hora de jugar limpio, de mostrar todas las cartas y decirle al país si es cierto o no que se están haciendo negociaciones por debajo de la mesa.
Los nocivos efectos del aleve y repugnante atentado de que fuera objeto el exministro y periodista Fernando Londoño Hoyos se extendieron como una ola expansiva y dejaron sembrado nuevamente, a lo largo y ancho del país, el miedo, la angustia y, lo que es peor aún, la desesperanza.

Un atentado que acabó con la vida de Ricardo Rodríguez y de Rósemberg Burbano e hirió a treinta y nueve indefensos y desprevenidos ciudadanos,

Al presidente Juan Manuel Santos le llegó la hora de situar, por encima de su soberbia y de sus sueños de grandeza y de reconocimientos internacionales, los derechos y anhelos del pueblo colombiano, recordando que el caudal de votos que lo llevó a ocupar el cargo que hoy ostenta le fue endosado cuando se comprometió a continuar con políticas implementadas y desarrolladas con éxito en el anterior gobierno.

Le llegó la hora entonces de reconocer que los problemas de seguridad que los colombianos hemos venido denunciando, ni eran ni son asunto de percepción. Son realidad y, aunque nadie desconoce los certeros golpes que les ha dado a las Farc (algunos concebidos desde el anterior mandato), tiene que aceptar que la seguridad no ha hecho más que retroceder hasta llegar a la preocupante situación en la que nos encontramos hoy.

La prometida Seguridad Democrática no se está cumpliendo.

Al Presidente le llegó la hora de admitir que el atentado contra el exministro Londoño Hoyos no es un hecho aislado. Es parte de la cadena de barbarie que han venido cometiendo los narcoterroristas de las Farc desde hace dos años (en Meta, Guaviare, Cauca, Norte de Santander, Putumayo, etc.).

Tal vez este de Bogotá es el más alarmante, por cuanto demuestra que esos criminales ya consiguieron mediante alianzas con otras bandas de narcoterroristas tender sus tenebrosas redes en la Capital.

Al presidente Santos le llegó la hora de jugar limpio, de mostrar todas las cartas y decirle al país si es cierto o no que se están haciendo negociaciones por debajo de la mesa.

De allí ese afán de tener lista la bienvenida para los terroristas, el tal marco jurídico para la paz, que al parecer será el mecanismo legal con el que van a validar la impunidad de sus crímenes, y que, aunque cuesta mucho trabajo creerlo, fue aprobado por sexta vez en el Senado (le faltan dos en las que ojalá no pase), mientras la sangre de los colombianos que cayeron en el atentado aún corría por la avenida Caracas (¿tendrá algún significado el nombre de esa calle?).

Sí, es hora de que el presidente entienda que los colombianos queremos la paz pero no a cualquier precio y por ello no hay espacio para indultos ni amnistías.

No queremos avalar a esos asesinos para que mañana dirijan el destino de nuestra Nación. Creemos que más importante que elaborar un marco jurídico para la paz es construir un clima político para la paz, puesto que ésta no se impone. Se concibe en la actitud de la ciudadanía.

Le llegó, pues, la hora de demostrar que el Estado es más fuerte que los terroristas y que puede defender con decisión, la libertad de prensa y el derecho a disentir, pilares fundamentales de la democracia, encarnados ambos por el exministro Londoño.

Hora de rectificar el rumbo de su gobierno antes de que sea demasiado tarde.

Donde no hay seguridad, no puede haber prosperidad.

Al presidente Juan Manuel Santos le llegó. La hora de La Verdad.
Publicado: Mayo 20, 2012

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