7 de septiembre
de 2011 | OPINIÓN | Por: Guillermo Rodríguez
No era de esperar que un gobierno elegido para continuar la seguridad democrática se apartara de tajo de ella, alinderara tesis de su líder y a su vez planteara posibilidades de darle zanahoria a los violentos.
A nadie sorprendió el anunciado cambio de Ministro de
la Defensa, tampoco el llamado “revolcón” al interior de las Fuerzas Armadas.
Ya se hacían sentir, desde meses atrás, las voces de muchos colombianos
que insinuaban y pedían tales cambios. Un resurgente problema de la inseguridad
mostraba a la opinión pública en varias regiones del país que no era una simple
percepción, sino la reacomodación de los violentos que creíamos derrotados.
Si muchos consideramos que la violencia
en este gobierno se ha recrudecido, y por su parte el gobierno ha planteado de
alguna manera aquello como una simple percepción, debemos decir, entonces, que
por motivos de la percepción, justo esta semana, el presidente Juan Manuel Santos hizo
cambios en la cartera de Defensa y en la cúpula militar. ¿Percepción o
realidad? Juzguen ustedes.
Algunos sectores piensan que los
problemas que surte el país en estos días por cuenta de la inseguridad y
especialmente en los departamentos de Cauca y Putumayo hicieron cambiar
de estrategia y de discurso al gobierno. Por cuenta de ello vemos a un
presidente Santos con mensajes más acordes a la política que lo eligió como
primer magistrado de la nación, y vemos a un presidente mucho más consagrado en
asuntos como la seguridad. Porque no era de esperar que un gobierno elegido
para continuar la seguridad democrática se apartara de tajo de ella, alinderara
tesis de su líder y a su vez planteara posibilidades de darle zanahoria a los
violentos.
Perseverar, perseverar, perseverar, esa
es la máxima del mes del presidente Santos y su “mantra” para hacerse sentir
como gobernante, comandante en jefe de la fuerza pública y garante de la
seguridad y convivencia del país. Su estrategia comenzó cambiando al Ministro
de Defensa que poco o nada de estrategia y trato militar sabía. Recordemos por
cuenta de quién se sacrificó un general de la República como Matamoros; lo que
muchos decían y expresaban como un secreto a voces del malestar de varios altos
oficiales de la fuerza, que la guerra se ganaba en la tierra y no en el agua, y
por cuenta de ello se debía reivindicar la jefatura general de las Fuerzas
Militares a un general del Ejército, y no a un oficial de insignia como sucedió
al inicio del gobierno. Si esto es así, yo lo apoyo y estoy de acuerdo, pues lo
que necesitamos en el alto mando son generales troperos, firmes, determinantes
y verticales. Y siempre estas premisas con una alta observancia de los derechos
humanos y el Derecho Internacional Humanitario.
Veo a un Santos más acorde con los
nueve millones de electores, más conectado con la opinión pública. El acierto
de designar a Juan Carlos Pinzón como Ministro de Defensa es una fuerte apuesta
a un reacomodamiento táctico y estratégico de nuestras fuerzas, y ello
obviamente tenía que estar concatenado con la cúpula castrense. Eso era lógico,
pero no el cambio de discurso del gobierno, que quería alinderar tesis
con su antecesor.
La primera tarea de esta nueva
estrategia de la política de seguridad Santos será intensificar y mejorar la
inteligencia militar, fortalecerla al máximo, revisar la fuerza táctica de las
Fuerzas Militares y establecer un marco de límites jurídicos en la justicia
penal militar, devolverles el fuero a las Fuerzas Militares no es una necesidad
ni una vanidad, es un derecho intrínseco a quienes garantizan los derechos de
los colombianos.
Ahora, con el paso de los días de este
gobierno, examinaremos y juzgaremos los aciertos y reacomodamientos propios
para gobernar, dar garantías a los ciudadanos de paz y seguridad.
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