10 de septiembre
de 2011 | OPINIÓN | Por: Rafael Nieto Loaiza
El espíritu de cuerpo es siempre mal consejero cuando de pulcritud se trata. Además, su ambición (la de Navas) lo movió a impulsar la salida de quien fuera su superior, el general Gustavo Matamoros.
Los nombramientos hechos por Pinzón eran la única
opción posible si se trataba de cambiar la cúpula militar. Algunos con espesa
ignorancia propusieron nombrar al general Óscar Naranjo como comandante general
de las Fuerzas Militares. Era un imposible: Naranjo es policía, no un militar.
Si se quiere que un policía tenga mando sobre las Fuerzas Militares, habría que
nombrarlo Ministro de Defensa. Ahora, si hubo problemas en el Ejército por la
designación de un almirante como Comandante General, no quiero ni imaginar la
reacción si el Ministro fuera un policía.
Si se quería un general de Ejército
como Comandante General, la opción era Navas. La única alternativa, Sergio
Mantilla, es hoy nuevo comandante de Ejército. Sin embargo, nombrar a Mantilla
como Comandante General habría significado el descabezamiento no ya de un docena
de almirantes y generales, como ocurrió ahora, sino de un número
significativamente mayor de oficiales. La poda hubiera sido costosísima para
las Fuerzas Militares. Contrario a lo que creen muchos civiles, formar un buen
general toma tiempo y, por tanto, la salida masiva de los que han llegado a los
grados más altos se traduce en un estrés institucional que toma años revertir.
Yo he manifestado públicamente mis
dudas sobre el nombramiento de Navas. Reconozco sus cualidades como tropero y
como muy buen táctico y operativo. Su desempeño como hombre de fuerzas
especiales fue siempre sobresaliente y los suboficiales y soldados lo quieren y
admiran. Pero hay elementos de su conducta que me generan dudas. La vinculación
tardía a una logia masónica de tercer nivel es una de ellas. Advierto que nada
tengo contra los masones (tengo varios amigos que lo son), aunque su naturaleza
me parezca fuera de lugar en la sociedad abierta contemporánea. Pero hay logias
de logias y masones de masones. Mucho va de la logia Murillo Toro y de Jorge
Gaviria Liévano y Evaristo Obregón, con historia y tradición, al grupúsculo
improvisado y oscuro en que oficia David Name. La existencia de grupos secretos
en las Fuerzas Militares, en todo caso, es asunto que amerita análisis y otra
discusión.
También me ha generado cierto recelo la
connivencia de Navas con oficiales sobre quienes recaían serísimas dudas éticas
(varios de los cuales por fortuna, cayeron en la purga que ha efectuado
Pinzón). El espíritu de cuerpo es siempre mal consejero cuando de pulcritud se
trata. Además, su ambición lo movió a impulsar la salida de quien fuera su
superior, el general Gustavo Matamoros. En términos de eficacia habría que
conceder que la jugada funcionó. Si Matamoros hubiera sido paciente y el
presidente Santos no se hubiera dejado envenenar y hubiera actuado con cabeza
fría, hoy sería él el Comandante General y no Navas.
Con todo, lo que en realidad
me preocupa es que Navas aún no ha dado muestras de tener dos virtudes que
resultan fundamentales para un Comandante General: pensamiento estratégico y
capacidad de comunicación hacia
el mundo civil, ambas, por cierto, indispensables en estos tiempos que corren.
Por el bien del país, Navas tiene ahora la oportunidad de demostrar que mis
dudas son injustificadas. Seré el primero en reconocerlo.
Mantilla, Tito Pinilla y Roberto
García, por su parte, son los mejores nombramientos posibles en el Ejército, la
Fuerza Aérea y la Armada. Merecen aplauso. Y no tengo duda de que el almirante
Echandía será un magnífico director de la Agencia Nacional
de Inteligencia.
Tweet |
0 comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios de usuarios anonimos llenos de odio y con palabras soéces y/o calumniadores, serán eliminados.