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Dic 10 de 1948
Peláez y Gardeazábal agosto 1 de 2018
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Las heridas abiertas

Por Alfredo Rangel
Sábado 12 Junio 2010

La condena al coronel Plazas ha vuelto a abrir las heridas del Palacio de Justicia después de 25 años de sucedidos los hechos.
Esas heridas permanecerán abiertas hasta cuando se haga un ejercicio de catarsis colectiva que incluya a todos los involucrados. La primera condición para ello es conocer la verdad, pero no la de una sola parte, sino toda la verdad.

Como se sabe, la guerrilla se tomó violentamente el Palacio de Justicia, y el Ejército lo recuperó por la fuerza. La guerrilla fue perdonada por lo primero y nunca compareció ante los tribunales para declarar sobre los hechos. En cambio, los miembros del Ejército han comparecido ante la justicia y ahora empiezan a ser condenados. Aquí a todas luces hay una asimetría injusta que contribuye a mantener las heridas abiertas. Una mayor dosis de justicia se podría lograr con una búsqueda más equitativa de la verdad, partiendo de la base de que en ninguno de los dos bandos se encuentran ni la inocencia absoluta ni la culpabilidad exclusiva.

Pero contra el logro de la verdad que curaría las heridas atentan dos factores: la amnistía concedida al M-19 y la falta de garantías y de incentivos justos para las Fuerzas Militares. En efecto, la amnistía concedida al M-19 por el Congreso de la época enterró la posibilidad de alcanzar dosis mínimas de verdad, justicia y reparación a las víctimas de sus actos criminales, entre ellos la toma del Palacio de Justicia. Fue un caso paradigmático de justicia política: perdón de todos sus delitos a cambio de la desmovilización de un grupo armado, lo que se suponía que nos llevaría inmediatamente a la paz. Caso típico de intercambio de impunidad por paz que se llevó por delante a la verdad y a las víctimas. Nunca se pensó que esa decisión iba a mantener abiertas las heridas de un hecho tan bárbaro como la toma del Palacio de Justicia.

El M-19 tiene una deuda ética con el país: contar toda la verdad de esa toma, los hechos y sus responsables. Pero como unilateralmente nunca lo hicieron, hoy se abren dos caminos para inducirlos a saldar esa cuenta: uno judicial y otro político. El judicial, en el que se juntan dos factores: uno, el fallo de la jueza contra el coronel Plazas se basa en su supuesta responsabilidad no directa sino "mediata" en las desapariciones, lo que abre la posibilidad de que a muchos miembros del M-19 se les asigne también este tipo de responsabilidad y se les llame a declarar; y dos, el asesinato de Luis Carlos Galán por el narcotráfico se declaró como un crimen de lesa humanidad e imprescriptible, lo que haría posible calificar de la misma manera la toma del Palacio de Justicia, puesto que el narcotráfico la apoyó y financió. Sería entonces un crimen de lesa humanidad que no prescribe y que tiene muchos responsables "mediatos", que deben comparecer ante los jueces.

El camino político lo abrió Baltasar Garzón al pasar por encima de las amnistías para investigar crímenes de lesa humanidad en España. Pero también Argentina al derogar su propia Ley de Amnistía con igual propósito, las Naciones Unidas al aconsejar como conveniente este procedimiento, y países como Uruguay y El Salvador que van por esta misma ruta. Aclaro: no se trata de meter ahora a la cárcel al M-19 , sino de estudiar la derogación de la amnistía, o al menos excluir de ella los delitos de lesa humanidad, para hacerlos comparecer con la verdad ante los tribunales.

Y de otra parte está la simetría contra las Fuerzas Militares. Tiene tres elementos. En primer lugar, la abolición de hecho del fuero militar; en segundo lugar, como consecuencia de lo anterior, los abusos y la falta de garantías procesales de la justicia civil contra los militares; y en tercer lugar, y más de fondo, la carencia de un instrumento de justicia transicional que incluya a los militares que cometieron crímenes en el curso del conflicto armado. O sea, una ley que cambie cárcel por verdad y reparación a las víctimas. Porque para efectos de la reconciliación nacional, es la verdad lo que más interesa a las víctimas, y con ella se empezarían a sentir reparadas. Meter a la cárcel a los militares les interesa más a unas ONG y a grupos radicales de izquierda, que solo buscan aprovechar políticamente esta tragedia, en contra de las Fuerzas Militares.

Sin un instrumento jurídico de este tipo que incluya a los militares, la justicia transicional y nuestro proceso de reconciliación nacional siempre andarán cojos y las heridas nunca sanarán del todo. Gran tema para nuestra futura agenda política.

P.S. Invito a todos a votar el próximo domingo con alegría y esperanza por Juan Manuel Santos. Con certeza, el país está haciendo la mejor elección. Debemos darle un mandato claro y contundente para seguir avanzando hacia un mejor país.

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