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Peláez y Gardeazábal agosto 1 de 2018
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¿Más de lo mismo?

13 de marzo del 2011 | El observador | Por: Luis Guillermo Restrepo S.

Se creyó entonces que la grandeza retornaba a la política. Pero, al parecer, se trata de hacer lo mismo con otra fachada.
Si se quiere saber en qué anda la política, basta revisar lo que ocurre en la ‘Unión Nacional’,
la conducta de los conservadores y la zozobra que atraviesan en el Congreso proyectos claves para transformar el Estado y atacar la corrupción.  Con ello se podrá deducir el abismo ético e intelectual en que ha caído.

El 7 de agosto, y pese a su contundente victoria y su amplia mayoría en el Congreso, el presidente Juan Manuel Santos invitó a todas las fuerzas políticas a constituir una coalición alrededor de la renovación y la transparencia. A esa convocatoria llegaron los invitados, variopinta mezcla de quienes venían remolcados por la alianza que eligió a Santos con los que sobreviven en el moribundo Partido Liberal y los de Cambio Radical, después de que su jefe fue nombrado Ministro. Fue una convocatoria que parecía innecesaria, si no fuera porque el mandatario pretendía lograr el consenso para realizar las transformaciones que está esperando el país hace muchos años. 

Se creyó entonces que la grandeza retornaba a la política. Pero, al parecer, se trata de hacer lo mismo con otra fachada. Todo da a entender que combatir la corrupción no incluye investigar a los congresistas pertenecientes a la ‘Unión Nacional’ por supuestas interferencias en el manejo de los bienes confiscados por la Dirección Nacional de Estupefacientes. Y darle atribuciones al Gobierno para reformar los ministerios, las superintendencias y demás, es abrir las puertas a una masacre laboral.

La razón es como para ponerse a llorar: es que a los dirigentes del Partido Conservador les ha caído muy mal que el presidente Santos le regale a liberales y a Cambio Radical parte de la tajada burocrática que disfrutaron con amplitud en las épocas de Uribe. Mientras tanto, la alianza gobiernista se pone de acuerdo en hundir la propuesta de ampliar de 5 a 15 años el tiempo de prescripción para los procesos por corrupción contra servidores oficiales. 

Al parecer la misión del Partido Conservador ya no es defender los principios que promulgaron Caro y Ospina, sino los puestos que le quitan para acomodar a los liberales y a Cambio Radical. Y sus directivos ya no condenan la corrupción, sino que amenazan indignados con vetos al Ministro del Interior, tratando de cubrir las acusaciones de la Justicia contra sus congresistas y ex congresistas. Nada de diferenciarse del Partido de la U o del uribismo cerrero al cual se trasladaron muchos de sus más connotados dirigentes. Nada de prohibir los contratos con el Estado a quien financie aspirantes a cargos públicos.

Y ya no importa el debate ideológico ni las propuestas para mejorar las condiciones de vida de la gente. Lo que se debe hacer es pelear por los puestos y las prebendas, protestar contra las investigaciones de la Fiscalía y tomarse una foto al lado del ex presidente Uribe. ¡Mucho cambió desde el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado! 

Infortunadamente, en eso parece caer la Unión Nacional. Puestos, prebendas y silencios cómplices parece ser la línea, mientras por lo menos un ministro y el Vicepresidente de la República manejan su propia agenda y organizan sus campañas presidenciales a costa del Estado. Triste destino el que le espera a esa alianza si el presidente Santos no impone las transformaciones éticas y de principios que ofreció a los colombianos.

El País– Cali - Colombia

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