3 de enero de
2012 | OPINIÓN | Por: SAÚL HERNÁNDEZ BOLÍVAR
Hay que estirar la verdad como un caucho para creer que la liberación con cuentagotas es un acto de paz y no parte de la estrategia de supervivencia de la guerrilla.
Los
medios no deberían prestarse más para amplificar el 'show' de las Farc de
liberar secuestrados.
Como si la Historia no avanzara,
en cada transición entre un año que termina y el nuevo que llega se repite el
mismo rollo, la misma película de terror: un nuevo show de liberación de
secuestrados por parte de las Farc.
Y aunque suene absurdo decirlo -puesto que estoy
escribiendo sobre el tema-, creo que los medios de comunicación no deberían
prestarse más para amplificar este asunto. Si este suplicio se manejara con
discreción europea, en lugar del tropicalismo nuestro, donde los medios se
convierten en la colorida carpa del circo, es probable que las Farc hubieran
descartado hace tiempo esta práctica como estrategia de presión contra el
Gobierno de turno y como ardid para alcanzar otros objetivos.
Lamentablemente, este manoseo que hacen las Farc de
las víctimas, las familias y la opinión pública les es tremendamente rentable,
ya que las oxigena y las mantiene vigentes, a pesar de su declive militar. De
ahí que tengan que convertir una rutina que conocen de sobra en un espectáculo
indignante.
Cuando una víctima de secuestro extorsivo es puesta
en libertad, su regreso se produce en el término de la distancia, en cuestión
de horas. Puede que se tarden dos o tres días en sacarla de la espesura y
dejarla a un par de kilómetros de un corregimiento o una cabecera municipal,
pero no más. Casi nunca se requiere una comitiva de recepción, ni helicópteros,
lanchas o similares. Muchas vuelven a lomo de mula o a bordo de un bus gracias
a algún buen samaritano que las descubre deambulando por ahí, a medio camino de
la civilización.
Entonces, ¿por qué se toman tanto tiempo para liberar
a tres secuestrados cuya devolución estaba decidida -supuestamente- desde antes
de la masacre del 26 de noviembre dentro de un grupo de seis? Tratando de
comprender la justificación de los actos de la guerrilla, habría que aceptar
que las Farc pretenden curarse en salud en dos aspectos: uno, garantizar el
regreso de los secuestrados sanos y salvos al entregarlos a mediadores de
confianza para ellos; y dos, evitar que la Fuerza Pública tome ventaja militar
de la información que pueda recabarse, para lo cual hay que complicar y
distorsionar los hechos.
Sin embargo, ambos argumentos resultan traídos de los
cabellos. En primer lugar, la insólita lentitud en la logística de las
liberaciones devela un cálculo artero, sobre todo cuando a los sitios de
liberación -siempre inhóspitos e inaccesibles- llegan primero ciertos
periodistas y las cámaras de Telesur que aquellos garantes que fungen como
únicos depositarios de las coordenadas, tan celosamente guardadas que hasta los
experimentados pilotos brasileños terminan volando a otra parte.
El otro argumento se cae de su peso al echarles un
vistazo a operativos militares de rescate de secuestrados, pues en ninguno ha
habido ensañamiento con los victimarios. Si por algo fue aplaudida la operación
Jaque fue por no haberse disparado un solo tiro, lo que le dio más valor a la
proeza. Claro que si los artillados entran y barren a cien guerrilleros, no
habría sido menos legítima; son terroristas y el Estado tiene el deber de
combatirlos, aunque después se quejen ciertos arzobispos y ONG de fachada de
los terroristas.
Hay que estirar la verdad como un caucho para creer
que la liberación con cuentagotas es un acto de paz y no parte de la estrategia
de supervivencia de la guerrilla, una manera de demostrar que conserva mucha
capacidad de hacer daño y de chantajear a la sociedad y al Estado. Los once
uniformados que mantiene en su poder son suficientes para engatusar al gobierno
de Santos por el tiempo que le resta (según encuestas, no será reelegido), pero
si necesitan más, tomarán a otros. ¿Alguien cree, honestamente, que quienes
acaban de despedir el año asesinando a la esposa y el bebé de un policía en
Orito (Putumayo) están interesados en la paz?
@SaulHernandezB
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