4 de marzo
de 2012 | El observador | Por: Luis Guillermo Restrepo Satizabal
La fiscal Morales fue víctima de la arrogancia de quienes se tomaron el poder en la Corte Suprema de Justicia y la pusieron al servicio de intereses distintos a la aplicación de Justicia, o de la ambición por imponer “el siglo de los jueces” de que habló Augusto Ibáñez cuando fue presidente del Tribunal.
De nuevo se abre el
abismo de la interinidad para restarle legitimidad a una entidad de la que
depende ni más ni menos que el combate al crimen y la corrupción en Colombia
Otra vez, la Justicia
paga los platos rotos por quienes la usan para hacer política. Y de nuevo se
abre el abismo de la interinidad para restarle legitimidad a una entidad de la
que depende ni más ni menos que el combate al crimen y la corrupción en
Colombia.
Está claro que la
caída de la fiscal Viviane Morales no fue causada por su samperismo, aquel de
“aquí estoy y aquí me quedo”. Y no parece que en la decisión del Consejo hayan
influido sus actuaciones en el procesamiento a exfuncionarios uribistas
acusados de graves delitos. Incluso se puede decir que su retiro no fue
ocasionado por Carlos Alonso Lucio, el peor enemigo de la credibilidad de su
esposa.
La fiscal Morales
fue víctima de la arrogancia de quienes se tomaron el poder en la Corte Suprema
de Justicia y la pusieron al servicio de intereses distintos a la aplicación de
Justicia, o de la ambición por imponer “el siglo de los jueces” de que habló
Augusto Ibáñez cuando fue presidente del Tribunal. Y del magistrado Jaime
Arrubla, quien se dio el lujo de decir que votaba “afirmativamente, no
obstante, y en esto quiero aclarar, me parece que la interpretación correcta es
sobre los 23 votos, porque estos son los miembros de la Corte”. Y de rematar
afirmando: “Yo mismo tengo mis reservas, eso si, lo hago por esta sola vez y
para que salgan estas votaciones, si no salen, tampoco vuelvo, ni quedo
obligado a seguir interpretando de esta manera”.
Fueron ellos quienes
encabezaron los esfuerzos que frustraron la posibilidad de escoger los 5
magistrados que faltaban para completar los 23 y así proceder a elegir el
Fiscal General de la Nación. Es curioso que el mismo día, y una vez elegida la
doctora Morales con 14 votos y no los 16 que exige el reglamento de la Corte,
se hubieran podido llenar las vacantes que durante meses fue imposible. Y que
en la misma sesión se hubiera podido escoger Presidente, algo también
imposible.
Que la elección
fuera ilegal, lo dice el Consejo de Estado. Que se produjo un posible delito en
la elección, lo insinuó el presidente actual de la Corte al apresurarse a decir
que “si hubo error no fue de mala fe”. Y queda claro que el problema fue
causado por el afán de hacer política, no tanto con la elección de la doctora
Morales como con la negativa de escoger un Fiscal durante 13 meses, dos ternas y
más de 20 votaciones.
Sin duda, esa
posición fue producto del enfrentamiento que les planteó a los magistrados el
entonces presidente Álvaro Uribe. Pero tal desafío no debió llevarlos a dejar
sin Fiscal titular al Estado, con la Justicia involucrada en un conflicto
político y al país resentido por la impunidad, la demora y la ausencia de un
compromiso en la resolución de los litigios y en el esclarecimiento de los
delitos.
Entonces, la caída
de la doctora Morales no fue causada por los periodistas que la odian según
dijo en un acto que tuvo más de manifestación populista que de despedida. La
produjeron quienes han pretendido imponer el gobierno de los jueces que están
de espaldas a las realidades, golpeando de nuevo la credibilidad de la Justicia
en Colombia.
Y, como dice el
refrán, no hay mal que por bien no venga. La decisión del Consejo de Estado
salvará a Viviane Morales del escándalo que puede producirse si la Fiscalía
ratifica las vinculaciones de su esposo Carlos Alonso Lucio con el
paramilitarismo y otros géneros delictivos.
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