OPINIÓN | Por: MAURICIO VARGAS | Publicado: Ene.14, 2013
Pasar de candidata derrotada a consejera de Santos para Bogotá no le está saliendo bien a Gina Parody.
A
Petro ya se sabe cómo le está yendo. Pero a ella no le va mejor. Ni hace
oposición –algo que, sin duda, le estaría rentando, como le renta hoy al
representante Miguel Gómez.
Gina Parody es una de las dirigentes mejor preparadas de Colombia.
Juiciosa, trabajadora, culta, de mente abierta, pero principios estrictos, me
consta que dedicó varios años a estudiar en detalle y de manera concienzuda los
problemas de Bogotá, antes de lanzar, a principios del 2011, su candidatura a
la Alcaldía. Hizo una campaña interesante, por momentos imaginativa y con
audaces propuestas, pero no le bastó para colarse entre Gustavo Petro y Enrique
Peñalosa, lo que al final llevó, por la división de los votantes del centro y
de la derecha, a la victoria del primero con apenas el 31 por ciento de los
sufragios.
Con Peñalosa muy
apaleado, imaginé que Gina se iba a erguir en líder opositora, y que por esa
vía señalaría cada una de las fallas de la gestión de Petro, contando a su
favor con dos enormes ventajas. La primera, que sabe mucho más y mucho más de
fondo de los temas de la capital, que el alcalde. Y la segunda, que es mucho
mejor comunicadora.
Pero en Colombia,
incluso los líderes más jóvenes y aventados tienen miedo de hacer oposición.
Una de las herencias malditas del Frente Nacional es esa tara cultural por la
cual oponerse es mal visto entre la opinión, de modo que la inmensa mayoría de
los dirigentes prefiere acomodarse en la burocracia que optar por la calle y
por los medios de comunicación para, desde la independencia, cumplir con la
necesarísima función crítica que toda democracia requiere para gozar de buena
salud.
Gina no fue la
excepción. El presidente Juan Manuel Santos, que se empeñó en conseguirles puesto
a tres de los candidatos derrotados en las elecciones capitalinas, ya había
nombrado secretario anticorrupción a Carlos Fernando Galán y viceministro de
Trabajo a David Luna, cuarto y quinto respectivamente en la votación. Y no
quiso dejar a Gina, tercera en la contienda, por fuera.
La jugada agredía al
sentido común: atentaba contra toda lógica entregar la alta consejería
presidencial para Bogotá a quien salió derrotada en la batalla electoral por la
ciudad, sobre todo porque Gina defendió un programa muy diferente al del
ganador, con quien, desde el nuevo cargo, estaba obligada a colaborar. Como era
de esperarse, desde un principio saltaron chispas entre ellos. Con razón, Petro
se preguntó por qué demonios tenía que hacerle caso a quien, en las urnas, él
casi duplicó en votos.
Al renunciar a hacer
oposición, la apuesta de Gina tenía que ser darles, desde la Casa de Nariño,
una mano a Petro y a Bogotá. Pero el alcalde no tenía por qué confiar en ella y
–buen camorrista si es– se rebeló. Ella terminó ayudando a Soacha, sufrida zona
de la capital que está por fuera de la jurisdicción de Petro por no hacer parte
del Distrito. ¿Valía la pena terminar como alta consejera para Soacha?
A Petro ya se sabe
cómo le está yendo. Pero a ella no le va mejor. Ni hace oposición –algo que,
sin duda, le estaría rentando, como le renta hoy al representante Miguel Gómez
promover la revocatoria de Petro– ni tiene cómo ayudar a Bogotá. Gina Parody es
la alta consejera del Presidente para una ciudad que se está descomponiendo a pasos
acelerados. Y ella, a pesar de su alto cargo, no tiene cómo impedirlo. Situarse
en posiciones en que, sin tener cómo evitar que se rompan los platos, termina
pagándolos en parte, es la peor apuesta que puede hacer un dirigente político.
Y Gina merece mejor suerte.
* * * *
Ranking. El Gobierno acaba
de publicar el escalafón de ejecución presupuestal por sectores. El mejor de
todos es el Ministerio de Vivienda, algo que salta a la vista porque parece el
único donde no hay miedo a ejecutar y lo hacen bien y a tiempo. Le siguen
Educación y, luego, Defensa. Muy cerca del fondo de la tabla está Planeación
Nacional, que en el 2012 se guardó gran parte de las regalías que les
pertenecen a los colombianos más pobres.
Mauricio Vargas
mvargaslina@hotmail.com
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