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Dic 10 de 1948
Peláez y Gardeazábal agosto 1 de 2018
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La encerrona de Isaza

María Isabel Rueda

¿Fue el calentamiento global o un acto de soberbia intelectual?


Con el humor negro que lo caracteriza, José Fernando Isaza, rector de la Tadeo Lozano, le soltó al presidente Uribe en la cara que el Estado de opinión fue el que le salvó la vida a Barrabás, cuando este asesino fue preferido por la gente en lugar de Jesús, para que Pilatos lo liberara como era costumbre con un preso en la Pascua de Judea.
Pero creo que al inteligente, culto y divertido rector de la Tadeo se le fue la mano con el presidente Uribe, en la forma como concibió el foro académico al que lo invitó la semana pasada. Prefiero pensar que fue el calentamiento global, uno de sus temas favoritos, el que le afectó el discernimiento y que no se trató de un acto de soberbia intelectual. Pero lo cierto es que su característica irreverencia que todos le admiramos sonó destemplada en este foro, para no irnos al extremo de decir que pasó a la grosería, como se lo he escuchado opinar a algunos.
Lo que le organizó el rector al Presidente en la Tadeo fue una encerrona. Porque no es normal que en los foros académicos todos estén en contra del invitado. Estos deben ser momentos sanos y valiosos para debatir ideas y no para intentar aplastar al adversario soltándole al tiempo todos los perros bravos de la jauría.

Seguramente el rector Isaza se emocionó porque llevaba mucho tiempo acumulando su antiuribismo. Y no se comportó en el foro como el rector de la Universidad Tadeo Lozano y anfitrión del debate, sino como el ciudadano José Fernando Isaza. No asumió su papel natural de árbitro que le correspondía al estar presidiendo un encuentro de institución a institución, entre la Universidad y el Presidente de la República.
En cambio, el comportamiento de los estudiantes de la Tadeo salvó el foro. No cayeron en la guachafita. No mostraron un ánimo preconcebido sobre el debate. Escucharon respetuosamente a todos los participantes y aplaudieron cuando lo consideraron del caso, algunas veces a los inquisidores del Presidente, otras a él. Manifestaron como anfitriones una posición de apertura intelectual que no tuvieron las directivas de la universidad ni los demás interrogadores. Yo, a esa edad, con el rector tirando cuerda como hacía Isaza en ese recinto, y escuchando cómo lo acusaban de paramilitar y lo comparaban con Barrabás, habría agarrado al Presidente si no a piedra, mínimo a chiflidos, y lo cierto es que no se escuchó ni uno solo en el recinto.
Al día siguiente de tan insólita encerrona, el rector dijo que su propósito no había sido el de invitar al Presidente a un consejo comunal. Pero si algo tiene esa personalidad explosiva que se manda Uribe y que es tan peligrosa para unas cosas, es que se crece en las situaciones en las que le es adverso el debate. Le gusta que lo toreen. Que lo pinchen. Bastante controlado, reprimiendo sus viejas mañas de trompadachín, le respondió con firmeza al rector que Estado de opinión no es lo mismo que Estado de opresión, sin que el rector hubiera logrado convencerlo de que se trata más bien de una inaceptable dictadura de la democracia que no se puede utilizar para brincarse la Constitución.
El Presidente salió del foro como ganador. Pero no porque hubiera convencido con la contundencia de sus respuestas, sino sencillamente porque respondió. Y a la gente le inspira sentimiento de protección cuando a alguien le montan situaciones agresivas de desventaja dialéctica.
Y ahí sigue muy orondo Uribe sosteniendo su tesis de que el Estado de opinión es una fase superior del Estado Social de Derecho, sin que los colombianos sepamos muy bien por qué lo dice y para qué piensa utilizarlo: la encerrona de la Tadeo se habría justificado si por lo menos hubieran logrado sacárselo.

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