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Dic 10 de 1948
Peláez y Gardeazábal agosto 1 de 2018
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Manual para leer encuestas

Mauricio Vargas

¿Cuáles son las mejores encuestas? ¿Contra cuáles hay que vacunarse? Breve receta contra sesgos y engaños
Desde hace casi tres décadas, que es lo que llevo ya en el oficio periodístico, he sido un fiel seguidor de las encuestas. Les creo -a las que están bien hechas- y me interesan tanto que, cuando se trata de indagar la opinión electoral, más que los números fríos de la intención de voto me interesa mirar la tendencia -quién va subiendo y quién bajando-
y las diferencias según región, edad y estrato socioeconómico. Limitarse a decir quién puntea y quién lo sigue es desperdiciar el 90 por ciento de la carne de una encuesta, es mirar el plato recién servido, pero ser incapaz de disfrutar el conjunto de sus sabores.

En la interesantísima campaña electoral que vivimos, tan apasionante que vale la pena seguirla dejando a un lado las propias preferencias, hemos visto encuestas de todo tipo y con grandes diferencias unas de otras. Al estudiar sus fichas técnicas -ese documento que casi nadie lee y que dice cuántos encuestados hubo, en qué ciudades y regiones, y cómo fueron interrogados-, es posible descubrir sesgos que, si no son tenidos en cuenta, pueden inducir a lecturas erradas.

En esta campaña, el candidato que es puntero en casi todas las encuestas, Antanas Mockus, tiene concentrados a sus seguidores en las grandes ciudades, en los estratos altos, medio-altos y parte de la clase media, y entre los más jóvenes. En cuanto a Juan Manuel Santos, el segundo en discordia, cuenta con el mayor apoyo en la clase media baja y baja, en los municipios de menos de 50.000 habitantes y entre los mayores de 45 años.

Ironía de ironías, el candidato de origen sencillo, el profesor que carece de fortuna económica y de apellidos encopetados, que es Mockus, obtiene buena parte de su respaldo en las élites y en el piso más alto de la clase media, mientras el candidato elitista por excelencia, el poderoso hijo de poderosos, que es Santos, consigue sus mejores cifras entre los encuestados de los estratos populares y los municipios medianos y pequeños.

Lo anterior tiene explicación: Mockus es un fenómeno de opinión, y las franjas de voto independiente que llamamos "de opinión" se concentran en la mitad de arriba de la pirámide social, y en las mayores ciudades. En cuanto a Santos, hay razones para que gane en estratos populares y en las zonas semiurbanas: el peso de la maquinaria partidista que lo apoya es mayor allí; el mensaje de Mockus vía Facebook y demás redes virtuales no llega a esos sectores, y, además, esas franjas son, hoy en día, las más uribistas, como lo demuestran las mismas encuestas. 

Si la encuesta es más urbana y menos rural, el resultado dará un margen de ventaja mayor a Mockus sobre Santos, que si se trata de una encuesta con buen cubrimiento nacional y con un número importante y representativo de municipios pequeños.
Pero incluso si la encuesta consulta más de 30 municipios, entre ellos muchos pequeños, puede fallar si es realizada por teléfono.

En Colombia, las encuestas telefónicas dejan por fuera a todo el estrato 1 y a buena parte del estrato 2, pues en esos sectores populares muy pocos hogares cuentan con conexión telefónica fija. No importa si hay celulares, pues las encuestas telefónicas no incluyen celulares. Además, en el estrato 3 -la pura clase media- cientos de miles de hogares han dejado de pagar o han devuelto sus líneas telefónicas fijas en los años recientes, pues en las familias de ese estrato hay ya varios celulares que les resultan más económicos que la línea fija.

Conclusión: cuando lea los resultados de un sondeo, créales más a las encuestas presenciales, las realizadas en persona en el hogar del entrevistado, que a las telefónicas. Y créales más a las que cubren una treintena de municipios, que a las que se concentran en las principales ciudades. Si no lo hace, puede terminar desinformado.
mvargaslina@hotmail.com

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