24 de marzo de 2012 | COLUMNA | Por: RAFAEL NIETO
LOAIZA
Cuando se quiere se puede y que la negativa a escoger de los candidatos que presentara Uribe sólo tenía el ánimo de bloquear, en una actitud prevaricadora.
En una democracia nadie puede estar por encima de la ley. Pero
esos procesos deben estar fuera de toda sospecha. Y el de Restrepo no lo está.
Dos actos recientes
nos reconcilian, así de manera parcial, con la administración de justicia. Uno,
el nombramiento de Eduardo Montealegre como Fiscal General, de lejos el más
calificado de la terna, y la rapidez con que la Corte eligió. Demuestra que
cuando se quiere se puede y que la negativa a escoger de los candidatos que
presentara Uribe sólo tenía el ánimo de bloquear, en una actitud prevaricadora,
las funciones constitucionales del anterior Presidente. Como sea, es un paso
fundamental elegir, por fin, al mejor de los ternados, y dejar de lado la
interinidad en el ente acusador. Ningún país, y menos uno azotado por el crimen
como Colombia, puede darse el lujo de no resolver los problemas que enfrenta el
aparato encargado de investigar a los delincuentes.
El otro es la
decisión de la Juez 54, Johana Rodríguez, que revocó la medida de aseguramiento
contra Luis Carlos Restrepo. La resolución, además, revierte el proceso de
emisión de una circular roja de captura internacional.
Está fuera de duda
que todas las personas, incluso los funcionarios públicos, deben ser objeto de
investigación y juzgamiento, si hay indicios serios de que puedan haber
cometido un delito. En una democracia nadie puede estar por encima de la ley.
Pero esos procesos deben estar fuera de toda sospecha. Y el de Restrepo no lo
está. En su caso, todo parece indicar que es víctima de la combinación entre la
manía persecutoria de un sector judicial empeñado en encarcelar a cuanto
uribista pueda y la venganza de los jefes paramilitares extraditados por el ex
Presidente.
De hecho, el regaño
de la juez Rodríguez a la Fiscalía confirma la hipótesis. Por un lado, no dudó
en afirmar que “el señor Salvatore Mancuso lo que está haciendo es una
retaliación frente al Gobierno Nacional” y ordenó investigarlo por los delitos
en que pueda haber incurrido por sus declaraciones mentirosas. Aunque sea
tarde, reconforta que un juez de la República acepte que es perfectamente plausible
que los jefes paras estén declarando contra los funcionarios de Uribe para
vengar su extradición. Cualquier sensato lo hubiera pensado desde un principio.
Darles toda credibilidad solo puede ser resultado del ánimo de desarrollar
proceso políticos contra los uribistas. Como mínimo se debería tomar distancia
de lo que los criminales dicen.
Por el otro, la
decisión de la Juez demuestra que la Fiscalía no tenía fundamento para pedir la
medida de aseguramiento y que hizo mal su tarea. De paso, da un respiro a
quienes creemos que la privación de la libertad debe ser siempre una medida
excepcional. Hay que poner fin a la verdad popular de que en Colombia una orden
de captura y un carcelazo no se le niegan a nadie. Ojalá el ejemplo de la Juez
lo aprendieran también en la sala penal de la Suprema, tan dada a privar de la
libertad a cuanto congresista urbista está en sus manos.
La decisión de la
Juez no pone fin al proceso por los delitos que se hayan cometido en la
desmovilización del Cacica Gaitana. Si se comprueban, deberán producirse las
condenas del caso. Pero al menos permite asegurar que en el entretanto no se
someterá a Restrepo a una injusta y humillante privación de la libertad.
En esas nuevas
condiciones, el ex Alto Comisionado debería regresar al país. Yo sigo
convencido de que hay una persecución política contra él, pero la decisión de
la Juez 54 da nuevas garantías para que se haga verdadera justicia.
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