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Dic 10 de 1948
Peláez y Gardeazábal agosto 1 de 2018
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Dignidad

Noemí Sanín

Casos como el del Coronel Julián Guevara y la serena dignidad de Doña Emperatriz al recibir sus restos nos deberían hacer reflexionar: es hora del replanteamiento de la Justicia Penal Militar
La lección de serena dignidad que acaba de entregarle al país Doña Emperatriz, madre del Coronel de la Policía Nacional Julián Guevara, coincidió con la víspera del Viernes Santo, día de la crucifixión de Jesús, la ocasión más especial de la Iglesia. Resulta simbólico que así como a la Virgen María los soldados romanos le entregaron los despojos de Su Hijo, también a doña Emperatriz los terroristas de las Farc le devolvieron los restos óseos de su hijo, después de haberlos sometido a él, a ella y a todos nosotros al viacrucis de 12 años de secuestro en el que nos robaron su cuerpo, pero nunca su espíritu, que siempre estuvo avivado por el dolor sereno de la madre, que al final lo recuperó.
La devolución de los restos del alto oficial, que les fue arrebatado a la Patria y a su familia hace más de una década, fue presentado de manera engañosa por los terroristas de las Farc, que lo secuestraron y asesinaron, como un "acto humanitario", tratando de encubrir la realidad de la barbarie que cometieron.Lo humanitario hubiera sido devolver al coronel vivo y cuando aún era Capitán, pero no ahora, haciendo propaganda y aprovechándose de la infinita capacidad de perdón de una madre y en medio del justificado estupor de una nación. Los honores militares que dicen que recibió causan indignación y sólo sirven para probar la ignominia a la que fue sometido en vida y aún después de muerto.
La Semana Santa, que hoy termina con la conmemoración de la resurrección de Jesús, debe hacernos reflexionar sobre la inutilidad de la guerra. Pero, sobre todo, las Farc deberían reflexionar sobre la crueldad del secuestro como medio de obtención de réditos políticos o económicos y, en todo caso, como método bélico, pues se trata de una conducta no amnistiable ni indultable por expresa prohibición de la legislación nacional e internacional.
Tal vez por ello ese grupo terrorista no ha vuelto a secuestrar miembros de las Fuerzas Armadas. Aunque también puede serlo por física incapacidad, ante el evidente fortalecimiento de las Fuerzas Militares. Y esa es la razón por la cual, al no poder derrotar al Estado, ha decidido abrirle otro frente de batalla: el jurídico. Por esto, es necesario fortalecer cuanto antes ese aspecto de nuestros hombres y mujeres en armas, pues el país no puede darse el lujo de perder en los estrados judiciales, nacionales e internacionales, las batallas que ha ganado en forma honrosa en el campo de combate.
No hay forma de negarlo, entre otras cosas, porque hay confesiones de parte, que algunos de nuestros hombres en armas han equivocado el rumbo y desviado su honor militar para incurrir en actos conocidos como "falsos positivos", que corresponden a una errada estrategia de privilegiar el "conteo de cuerpos" (body count) como único indicador de gestión en las Fuerzas Armadas en su lucha contra los grupos terroristas. Pero de ahí a aceptar, sin que aparezca la mínima prueba, que cada baja en combate es un "falso positivo", hay un abismo.
La situación es tan grave que amerita un replanteamiento de la Justicia Penal Militar y del fuero que ampara a militares y policías, para que, sin desconocer los compromisos internacionales suscritos por Colombia y la propia jurisprudencia constitucional y ordinaria de las altas cortes, se impida que por acusaciones injustas o por montajes jurídicos termine arruinándose la vida y la carrera de los hombres y mujeres en armas que deben enfrentar procesos de alto costo.
No sólo se requiere fortalecer el fuero militar, sino crear con urgencia una unidad de defensa jurídica que con abogados propios, o contratando juristas externos prestigiosos de la rama penal, el Estado pueda proveer a la defensa de sus hombres, con la advertencia de que si llegan a resultar condenados, el Estado repetirá contra ellos los costos del juicio. De esa manera se les protege de la ruina económica y se les ampara de la "guerra jurídica".
La serena dignidad mostrada por Doña Emperatriz, madre abnegada y vergonzosamente sometida por los terroristas a soportar el papel de Dolorosa en pleno siglo XXI, debe servirnos para proteger a nuestros mejores hombres y mujeres de esa ofensiva inclemente que se cierne sobre sus hombros.
* Candidata presidencial por el Partido Conservador

Noemí Sanín *

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