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Dic 10 de 1948
Peláez y Gardeazábal agosto 1 de 2018
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Hacia un nuevo mapa

Editorial
Hacia un nuevo mapa

Si las recientes tendencias se mantienen, la nueva cartografía política giraría en torno a un polo uribista y una amalgama independiente.
La reciente publicación de dos sondeos nacionales de intención de voto confirma desde las encuestas lo que se venía percibiendo en el ambiente electoral del país en las últimas semanas. Esto es que los resultados de los comicios parlamentarios del pasado 14 de marzo inauguraron una nueva etapa de la campaña presidencial, caracterizada por la consolidación de la candidatura uribista de Juan Manuel Santos en primer lugar de favorabilidad y por el surgimiento de una alternativa independiente encabezada por el ex alcalde de Bogotá Antanas Mockus, quien disputa el segundo puesto de las preferencias con la candidata conservadora, Noemí Sanín.
Después de las elecciones al Congreso quedó demostrado que tenían razón quienes pronosticaron que, sin la presencia del presidente Álvaro Uribe en el tarjetón, la carrera hacia la Casa de Nariño sería vibrante y dinámica. Los sondeos se han encargado de trasladar correctamente estos afectos colectivos, en porcentajes de apoyo hacia uno u otro aspirante, y de evidenciar varias tendencias.
Aunque siempre serán válidas notas al pie sobre metodologías y muestras, las encuestas ratifican tanto el abrumador respaldo a la gestión del Primer Mandatario como la condición de uribista de la mayoría del electorado colombiano. En las distintas mediciones, la sumatoria de los guarismos de los candidatos de la coalición de gobierno supera el 60 por ciento. Como más de la mitad de este apoyo lo concentra el aspirante de 'la U', todo apunta a que habrá una segunda vuelta con la presencia garantizada de Santos, nombre alrededor del cual se están aglutinando los seguidores del presidente Uribe.
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Pero esta foto instantánea de la campaña revela, asimismo, otra candidatura en ascenso: la de Mockus y el recién creado Partido Verde. A punta de una estrategia atrevida y de hechos de opinión audaces, como la alianza con el candidato cívico Sergio Fajardo, estos nuevos invitados a la segunda vuelta van en camino de encarnar la propuesta alternativa al uribismo. Sería fácil caer, entonces, en la fuerte tentación de definir la campaña como la elección entre un representante del Establecimiento continuista y otro del bando opositor.
Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Más que furiosos antiuribistas, los verdes más Fajardo representan exitosas apuestas de gobierno urbano en Bogotá y Medellín, quienes en muchas ocasiones han destacado los logros de algunas políticas del gobierno actual. Si algo se puede decir con seguridad de los cuatro ex alcaldes que integran la cúpula del movimiento es que no son precisamente reconocidos por una férrea e ideológica posición contra Uribe.
Por otro lado, la verdadera oposición -representada por los liberales y el Polo Democrático- parecería estar recogiendo un apoyo popular mínimo. El nexo entre las abiertas posturas antiuribistas de Gustavo Petro y Rafael Pardo y su rezago en las encuestas es tan fuerte que sus posibilidades son muy pocas. Este escenario electoral -Santos consolidado, Mockus de segundo por encima de Sanín y Pardo y Petro muy lejos- es un producto esperado de un país con mayorías uribistas, donde atacar al mandatario actual es impopular.
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No obstante, las recientes encuestas podrían además proveer los primeros indicios de una potencial reconfiguración del mapa político alrededor de dos polos de atracción de distinto tamaño: uno uribista y sólido, en torno a 'la U', los conservadores y Cambio Radical, y otro independiente, más pequeño y en formación, que recogería una amalgama de votantes no necesariamente opuestos al actual inquilino de la Casa de Nariño. En este nuevo espectro, la era que viene se caracterizaría más por la alternativa programática que por la oposición política. Si las grandes tendencias se mantienen más allá de junio, no sería descabellado aventurar que este sería el paisaje de la lucha por el poder con el que Colombia enfrentaría las elecciones municipales y departamentales del año entrante.
Pero el argumento más fuerte que sostendría esta embrionaria cartografía es que refleja los sentimientos que ha despertado la actual campaña presidencial en el país. En ningún momento, el uribismo ha perdido el liderato de la carrera ni en primera vuelta ni en las combinaciones posibles para la segunda. En más de año y medio de campaña permanente, los opositores rojos y amarillos no pudieron lograr lo que los verdes hicieron en pocos meses: construir una alternativa creíble a aquellos que no quieren el continuismo. Poco a poco, los electores van migrando hacia estas dos grandes opciones para decantar un lógico escenario de segunda vuelta: el uribismo versus los independientes, ya que el antiuribismo es minoritario. Escenario que podría constituirse en el embrión histórico de un naciente balance de fuerzas políticas que inauguraría la segunda década del siglo XXI en Colombia.
editorial@eltiempo.com.co

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