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Dic 10 de 1948
Peláez y Gardeazábal agosto 1 de 2018
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Los tabús electorales


Por Alfredo Rangel

OPINIÓN El nuestro es el único ejercito del mundo que combate una guerra sin fuero militar, institución jurídica que se remonta a la antigua Roma
Viernes 2 Abril 2010


Los temas son el lenguaje de la política, pero hay temas peligrosos, innombrables: son temas tabú. En el transcurso de la actual campaña presidencial ha habido ciertos temas que los candidatos han preferido eludir y no abordar públicamente, porque temen que al tratarlos se distorsione su perfil frente a la opinión, o ser estigmatizados por sus adversarios, o porque sus posiciones van en contravía de la opinión prevaleciente y no están dispuestos a perder votos. Son temas importantes, pero se considera imprudente y peligroso abordarlos. Son temas electorales tabú.
Uno de ellos es el de la seguridad democrática. A estas alturas ninguno de los candidatos habla mal de esa política, incluidos quienes desde un comienzo la criticaron sin piedad, y todavía, en secreto, la rechazan. Ahora todos hablan de continuarla, unos se consideran sus herederos y otros, sus opositores, resignados y tímidos, proponen 'ajustarla'. Pero dentro de esta misma política hay al menos tres temas que casi todos han evitado tratar: el intercambio humanitario, los diálogos con la guerrilla y el fuero militar.El primer tema nunca había sido mencionado en la campaña, hasta que lo volvió a poner sobre la mesa el propio Uribe a raíz de la liberación reciente de dos secuestrados. Uribe ha vuelto a insistir en su posición de siempre, y es que el intercambio humanitario es posible, siempre y cuando haya garantías de que los guerrilleros excarcelados no reingresen a las filas de la subversión. Mockus, Fajardo y Pardo se han mostrado de acuerdo. Noemí elude el tema. Pero otros, como Petro, Vargas y Santos, quieren aparecer más duros que el Presidente, más papistas que el Papa y más uribistas que Uribe, negándose en redondo a pensar siquiera en la posibilidad de un canje, como si este fuera síntoma de debilidad frente a la guerrilla; como si hacerlo les permitiera a las Farc recuperar el irrecuperable terreno que han perdido en lo político y en lo militar; como si hablar y llegar a acuerdos con los malos fuera una falta moral y ética de los buenos y no un imperativo humanitario. Además, lo hace posible el realismo político: hoy el intercambio humanitario, en condiciones decorosas, no cambiará ni un ápice la correlación estratégica de fuerzas entre el Estado y la guerrilla.

Pero algunos candidatos temen aparecer débiles frente a la guerrilla y eso los lleva a ser implacables con los secuestrados y sus familias. Así las cosas, tal vez la última oportunidad de liberación la tendrán los secuestrados durante los restantes 100 días de Uribe, pues su sucesor podría llegar amarrado por sus propias declaraciones en contra del acuerdo. A no ser que en una jugada audaz e inesperada opte por resolverlo en su primer año de gobierno, como un paso inicial hacia una paz negociada.

Pero la búsqueda de una paz negociada se ha vuelto otro tema tabú. No sobra recordar que Uribe, el duro, mantuvo siempre la puerta abierta a esta posibilidad, poniendo a veces duras condiciones, suavizándolas en otras ocasiones. Pero en declaraciones a la revista Credencial sobre la continuidad de la seguridad democrática, el candidato Pardo afirma: "No creemos que para lograr la paz sea indispensable la negociación", y Noemí señala que hay que "mantener la decisión inquebrantable de no negociar con la guerrilla". Al respecto Mockus, Fajardo, Petro y Vargas no dicen nada. Otra vez el tabú que hace a unos elusivos y a otros más papistas que el Papa. Solamente Santos mantiene la puerta abierta señalando que "sólo incluiría el diálogo sobre bases firmes, sólidas y serias, que realmente dejen ver una clara intención de llegar a un resultado". Manteniendo la mano firme en la lucha contra el terrorismo, los candidatos presidenciales deben presentar alternativas de salida viables a lo que resta del conflicto armado, y no resignarnos a su crónica, agónica e interminable persistencia. Hablar de una salida negociada debe dejar de ser un tabú.

Finalmente, el tema del fuero militar. Yo diría que su abolición ha sido uno de los grandes errores de la seguridad democrática y su recuperación es una de las tareas urgentes. El nuestro es el único Ejército del mundo que combate una guerra sin fuero militar, institución jurídica que se remonta a la antigua Roma y que hoy está presente y vigente en todos los países modernos. Solamente Arias en su momento lo esgrimió como tema de campaña y ahora lo ha recogido Noemí. Los demás parecen temer las reacciones de las ONG nacionales e internacionales si llegasen a defenderlo, y cada quien es dueño de sus propios miedos; o tal vez creen que nuestro Ejército no brinda la suficiente confianza para devolverle el fuero militar, pero esto sí debería discutirse de manera pública y abierta. A no ser que el Ejército también sea otro tabú electoral.

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