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Habemus Fiscal

4 de diciembre del 2010 | El observador| Por Luis Guillermo Restrepo Satizabal

¿Cuánto daño le ha causado al país la forma en que se ha manejado la Fiscalía? Infortunadamente, esa definición no se puede medir en términos numéricos.

Pero sí puede hacerse un estimativo sobre lo que ha contribuido a destruir la credibilidad de la Justicia. Colombia cambió desde el momento en que adoptó el sistema acusatorio, donde la Fiscalía asumió un papel protagónico y los jueces dejaron de ser investigadores para dedicarse a juzgar. Fue una revolución, que de haber sido respaldada como correspondía, la persecución al delito y a los delincuentes habría sido más efectiva y la impunidad sería menos catastrófica de la que se registra hoy.

Y no tendríamos fiscales declarando delitos de lesa humanidad a crímenes como el de Luis Carlos Galán, la voladura del avión de Avianca o el asesinato de Álvaro Gómez, para evitar que prescriban de manera vergonzosa, porque la Fiscalía no pudo o no quiso investigarlos como debía ser. Ni tendríamos a los fiscales de Cali despachando desde los baños de apartamentos confiscados, y a la Policía liberando delincuentes porque no ha sido posible realizarles la audiencia de imputación de cargos.

Todo ello fue el resultado de adoptar el sistema acusatorio y darle la espalda. De no aceptar que debía ser adaptado a las necesidades de un país convulsionado como el nuestro. De no invertir los presupuestos que se requieren para garantizar que la Justicia opere como corresponde. Y de pensar que basta con el show que se monta cada cuatro años con la elección del Fiscal General para decir que aquí existe justicia plena.

Así convirtieron a la Fiscalía en parte del cada vez más complejo ajedrez político y clientelista del país. Sin tener en consideración el daño que le causarían a las instituciones con su obstinación en implantar el gobierno de los jueces, o sus deseos de revancha, no de justicia, contra el presidente Uribe, una parte de los miembros de la Corte Suprema impidieron la elección del Fiscal durante 18 meses.

En esos 18 meses, el Fiscal encargado debió afrontar la crisis que produjeron las tutelas al destruir la experiencia acumulada por funcionarios que debieron ser retirados. Y en tanto los supervivientes debían hacer maromas para que no los echaran, en la Fiscalía caminaban procesos calientes, ya por la calidad de los acusados, ya por las características de los delitos o por la filtración de expedientes que transformó su labor en espectáculo que desconoce los derechos de los acusados y los convierte en víctimas.

Vi las presentaciones de Carlos Gustavo Arrieta, Juan Carlos Esguerra y Viviane Morales ante la Corte Suprema. Me estremecieron sus estadísticas sobre procesos acumulados, sus llamados a impedir el colapso de la justicia penal y a evitar que el sistema acusatorio siga siendo fuente de impunidad.

Ojalá no dejen sola a la doctora Morales. Y que no la trituren por la decisión que deberá tomar sobre la ‘yidispolítica’ y las ‘chuzadas’ del DAS, que su antecesor, el interino eterno, no quiso enfrentar. Esos procesos son la primera trampa que le espera, con la cual le están midiendo su independencia.

La Fiscalía hay que rescatarla. Hay que profesionalizarla, independizarla y darle los recursos que necesita para devolverle la credibilidad a la Justicia en Colombia. Es la oportunidad para demostrarnos que podemos ser una nación civilizada.

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