9 de enero de
2012 | OPINIÓN | Por: MAURICIO VARGAS
Nuevo Mindefensa de Chávez está acusado por EE. UU. de nexos con las Farc y el narcotráfico. ¿Qué dice Colombia?
Ni Santos ni la canciller María
Ángela Holguín van a decir nada.
No lo afirman los uribistas, ni la
oposición venezolana, ni un deslenguado militar colombiano. Lo revela, con lujo
de detalles, uno de los diarios más prestigiosos del planeta: The New York
Times. Asegura, desde hace un par de años, que el general Henry Rangel Silva
trabajó de la mano del comandante de las Farc 'Iván Márquez', para que el grupo
terrorista pudiese comprar en Venezuela fusiles, radios y misiles tierra-aire,
de esos que les permitirían a los guerrilleros tumbar aviones y helicópteros.
Si los hubieran conseguido -parece que el negocio al final falló- los
bombardeos a 'Jojoy' y a 'Cano' habrían fracasado y ellos estarían vivos.
El papel de Rangel Silva consistió,
según el diario, en proporcionar documentos de identidad falsos tanto a
miembros de las Farc como a traficantes de armas, para facilitar el negocio en
el vecino país. Según el periódico, la operación se iba a realizar a orillas
del río Negro, en el estado venezolano de Amazonas. El New York Times -que no
es precisamente un diario de derecha ni una publicación al servicio de la CIA,
a la que le ha destapado varios escándalos- se basa en un mensaje escrito por
'Iván Márquez', que complementa con algunos correos electrónicos de 'Raúl
Reyes', todos ellos en poder de la inteligencia estadounidense, y que dan
detalles sobre la compra de armas y el papel de Rangel Silva.
Pero hay más. En septiembre del 2008,
el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos ordenó congelar cualquier
cuenta bancaria o bienes que Rangel Silva pudiese poseer en ese país. ¿El
motivo? Esa agencia del gobierno de Barack Obama tiene evidencias de que el
militar ha apoyado materialmente a las Farc en sus operaciones de narcotráfico.
En el 2011, cuando aumentaban los rumores sobre el cáncer que sufría el
teniente coronel, Rangel Silva aseguró que las FF. AA. estaban "casadas
con el proyecto político socialista" de Chávez, y dejó en claro que no
permitirían un eventual gobierno de la oposición. Por esa razón, y porque fue
su leal compañero en el fallido golpe de Estado de febrero de 1992, el
mandatario venezolano decidió nombrar, la semana pasada, a semejante joyita
como su nuevo ministro de Defensa.
Un premio a la lealtad a toda prueba,
en momentos en que la enfermedad de Chávez genera inquietud en sus huestes.
Inquietud y divisiones. Este fin de semana, el semanario The Economist aseguró
que hay un pulso entre los chavistas y que lo están ganando los militares y los
negociantes, los llamados 'boliburgueses' o 'boligarcas'. Y que el gran
perdedor es el canciller Nicolás Maduro, el gran amigo de Colombia, a quien
Chávez -según acaba de sugerir en declaraciones públicas- va a mandar como
candidato a gobernador de Carabobo.
El teniente coronel ya consiguió los
acuerdos comerciales con el presidente Juan Manuel Santos, que le garantizan un
abastecimiento fundamental de víveres este año, para evitar que la campaña
electoral con miras a las presidenciales de octubre se dé en medio de la
escasez. Y el pago a tanta amabilidad, confianza y generosidad del gobierno
colombiano es nombrar Ministro de Defensa a quien está señalado como el gran
socio de las Farc, el hombre clave de sus intentos de comprar misiles
tierra-aire y de sus negocios de narcotráfico.
Ni Santos ni la canciller María
Ángela Holguín van a decir nada. Su apuesta ha sido esa, la del apaciguamiento,
la misma que trataron de usar contra Hitler el inglés Neville Chamberlain y el
francés Édouard Daladier, con la esperanza de que el líder nazi no expandiera
más sus fronteras en Europa. Un año después, Hitler invadió Polonia. Guardadas
las proporciones, Chávez apenas esperó unas semanas: tras la firma de los
acuerdos comerciales con Santos, nombró como Mindefensa al mayor enemigo que
Colombia tiene en la cúpula chavista.
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