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El retorno de Uribe; retoño de un clamor popular

26 de marzo de 2012 | OPINIÓN | Por: Paloma Valencia Laserna
Somos muchos los que celebramos la decisión del expresidente Uribe de volver a la política. Las dificultades que vive el país, la ambigüedad en la política del Presidente Santos y la ausencia de liderazgo en el grupo muy significativo de uribistas inconformes; eran llamados que Uribe tenía que atender.
Santos logró el surgimiento de una oposición muy peculiar. Sus propios electores  inconformes porque optó por líneas de gobierno distintas a las que ellos consideran más importantes.
Pese a las críticas que se hacen del anterior gobierno hay una característica innegable: las decisiones siempre fueron claras, precedidas de discusiones y la oposición fue beligerante en la defensa de sus convicciones. Todo esto contrasta con este gobierno donde predomina el silencio. La oposición del Polo está disminuida y el resto de los partidos se han sumido en la Unidad Nacional, salvo algunas voces aisladas. Así que, en este gobierno se toman decisiones sin discusión y es muy difícil predecir sus acciones futuras. Aquello no es bueno para una democracia, pues la representatividad tiene que ser combinada con el debate político de los asuntos que nos interesan a todos.

Más aún cuando el Presidente Santos decidió cambiar el alcance del mandato con el que fue elegido. La mayoría de los votantes de Santos lo acompañaron porque se suponía sería el sucesor de Uribe; se encargaría de continuar sus políticas y su forma de gobierno. Sin embargo, Santos decidió apartarse de manera definitiva de los asuntos que los uribistas consideran más importantes, y optar por líneas de gobierno distintas. Aún si dejamos de lado la discusión en torno a si se ajusta a la democracia abandonar los postulados esenciales que se le prometieron a los electores, se hace evidente que estamos ante el surgimiento de una oposición muy peculiar. No es un partido de oposición o de opositores -entre otras porque los más satisfechos con Santos son quienes no votaron por él- es un grupo de los propios electores  inconformes que requieren una voz que los represente y exprese sus discrepancias.

El Ex presidente Uribe va a ser esa voz de quienes aun habiendo votado por Santos, hoy no se sienten representados por él, y tampoco por la sinuosa Unidad Nacional que comparte características con el camaleón. El debate político debe resurgir. Colombia tiene una democracia que se esfuerza por madurar y hacerse cargo, cada vez más, de los asuntos que le conciernen. Así que la presencia de Uribe será un fenómeno que traerá equilibrio ante un gobierno que no tiene contradictor; será posible conocer con claridad argumentos a favor y en contra de las decisiones gubernamentales, ampliar el espectro de los problemas, evaluar miradas alternativas y Santos tendrá que asumir posiciones más precisas. Esto redundará en beneficio del país.

Se habla, por ejemplo, de diálogos de paz; se especula que Santos está haciendo aproximaciones, pero no se sabe cómo ni con quién o con qué fin. Este es un tema muy delicado; el narcoterrorismo de las Farc nos ha afectado a todos, y en esa medida, la solución nos corresponde como colectivo. Por la iniciativa que adelanta Roy Barreras pareciera que Santos busca un acuerdo político que supondría el perdón y olvido de todos los crímenes de las narcoguerrillas, lo que sería un doloroso retroceso hacia un tipo de negociación que el país ya superó.

La política de las concesiones y privilegios para los violentos tuvo coto final en la negociación con los Paramilitares, que fueron obligados por la Ley de Justicia y Paz, a verdad, justicia y reparación, y a la pérdida de sus derechos políticos. Eso es lo mínimo que se le puede exigir a los otros grupos violentos. No es aceptable que el asesinato, el secuestro, la voladura de pueblos y el terrorismo sean bonificados por los afanes de protagonismo de los gobernantes.

Este es tan sólo uno de los grandes temas que requiere examen, pero hay muchos otros: el fuero militar, las relaciones con Chávez y los regímenes de tintes autoritarios que nos rodean, el manejo del agro; sólo por citar algunos. Uribe encarnará el clamor de quienes hasta hoy, pese a constituir una poderosa fuerza popular, no tenían voz en el debate público.

@PalomaValenciaL

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