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La próxima batalla

23 de enero del 2011 |  OPINIÓN | Por Andrés Felipe Arias
Se aproxima la batalla por el poder local. Más que una batalla electoral debe ser una batalla por las ideas.

De un lado formarán los ejércitos leales a la línea de pensamiento que se fundamenta en la Seguridad Democrática, la Confianza Inversionista y la Cohesión Social. Estos son los ejércitos convencidos del Estado Comunitario. Son las tropas que llevan en el alma ese "Trabajar, Trabajar y Trabajar" a la hora de asumir cualquier cargo en la administración pública.

Son los batallones de líderes que defienden la reducción de las desigualdades sociales no con un discurso populista y trasnochado, sino con verdaderas transformaciones económicas que estimulan la inversión, el crecimiento, el empleo, la reducción de la inflación y el respeto a la iniciativa privada como fuentes de prosperidad para todos.

Son los ejércitos populares convencidos del profundo deterioro social que generan los regímenes totalitarios, comunistas y socialistas como los del nuevo mejor amigo que protege terroristas y asesinos en sendos campos de verano. Son batallones de soldados de la política comprometidos con la mano dura, la firmeza y el temple a la hora de enfrentar el crimen y el terror. Pero también con un corazón muy grande a la hora de trabajar por su comunidad.

Mejor dicho, de un lado se formarán los alfiles leales a línea de pensamiento Uribista. Del otro lado formarán otros.

En Antioquia y Medellín se librará un gran capítulo de la batalla. La unidad y cohesión de los ejércitos de Uribe será fundamental. Unidad y cohesión no alrededor de acuerdos politiqueros sino alrededor de las ideas y los programas.

Por ejemplo, en la batalla por Medellín los ejércitos de Uribe deben defender la mano dura contra el crimen que viene azotando a la ciudad. Mano dura contra el microtráfico de droga, los expendios de bazuco, las bandas criminales, la racha de homicidios y todos los problemas de orden público que sufre la ciudad. Sin tregua, sin discursos mamertos y sin programas floridos y costosos que no sirven para nada en materia de seguridad. Hasta que se restaure la tranquilidad y el orden.

En la batalla por Medellín los ejércitos de Uribe también deben asumir el compromiso con la creación de fuentes de trabajo para los más pobres. Ello a través del emprendimiento, del microcrédito, de los fondos de capital semilla, de los fondos de garantía y de la confianza para que llegue más inversión (en tercerización de procesos empresariales, iniciativas tecnológicas, autopistas virtuales, servicios de salud, etc.). Y, por supuesto, las fuerzas uribistas deben sentirse obligadas a corregir el enorme atraso en infraestructura que tanto ha deteriorado la calidad de vida en la ciudad.

En la batalla por Antioquia los ejércitos de Uribe deben comprometerse con darles continuidad a los grandes esfuerzos del gobernador en materia de infraestructura. En efecto, deben defender las dobles calzadas de autopistas de la montaña, el túnel de oriente, el puerto de Urabá, la marginal del Cauca, la troncal Bogotá - Urabá y todo el esfuerzo en vías secundarias y terciarias que requiere el campesinado.

También deben comprometerse a preservar la misma firmeza y mano dura a la hora de enfrentar mafia, cultivos ilícitos, terror de las Farc, bandas criminales y las oleadas de inseguridad que de Medellín se extienden al área metropolitana.

Igualmente deben proponer un ambicioso plan de reactivación cafetera, bananera, floricultora, forestal, ganadera, cañicultora, hortifrutícola, cacaotera y cauchera. Pero, sobre todas las cosas, deben jurar trabajo sin descanso, día a día y con amor infinito a cada municipio. La batalla comienza. Ejércitos uribistas: ¡unidad por favor! Unidad alrededor de las ideas y no de las componendas políticas.

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