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Un ratico en casa

27 de noviembre de 2011 | OPINIÓN | Por: SALUD HERNÁNDEZ-MORA

El Presidente no se ha metido a las fincas para palpar la angustia de ganaderos y agricultores, que no tienen ni pastos para los animales ni sembrados aptos para cultivar ni vías por donde circular.

Sí, sería rico que el Presidente se quede en casa un ratico.

En sus 475 días de gobierno o, lo que es lo mismo, en sus 11.412 horas al frente del país, 26 viajes al exterior incluidos, Juan Manuel Santos no ha encontrado un solo minuto para recibir a las mamás de los diecisiete policías y militares secuestrados.
Comprendo que es más relumbrante una foto con el príncipe Carlos de Inglaterra o que debe ser vital para los intereses de los colombianos el viaje a Turquía, porque logró que quiten la visa, pero no estaría de más que sacara un tiempito para sus compatriotas de ruana.
Desde el primer momento solicitaron la cita y siguen esperando. Sentir cercano su dolor no lo obligará a modificar su política frente al canje ni comprometerá el afán por demostrar que es un estadista de mundo capaz de mediar en el conflicto palestino-israelí (¿a qué si no fue a Ankara?). Esas valerosas mujeres, que padecen un sufrimiento inimaginable, solo piden que los mismos 20 minutos que la reina Isabel de Inglaterra le dedicó, haciéndolo feliz, se los entregue Santos a ellas. No saldrán tan contentas, pero al menos sentirán que sus hijos importan.
Igual sería conveniente que conversara con las gentes del agro. Le dirán que no entienden cómo afirma que es innecesaria la declaratoria de emergencia si ellos siguen con el agua al cuello, intentando sortear aún el desastre del anterior invierno mientras lidian con la catástrofe presente. Las tierras están podridas porque estuvieron anegadas por semanas y ni siquiera alcanzaron a secarse cuando ya vuelve a diluviar.
El Presidente no se ha metido a las fincas para palpar la angustia de ganaderos y agricultores, casi todos pequeños y medianos propietarios, que no tienen ni pastos para los animales ni sembrados aptos para cultivar ni vías por donde circular.
De paso se enteraría de que las Farc ya reaparecen en territorios que habían perdido. A solo quince minutos de Codazzi, junto a la carretera entre esa importante población del Cesar y Becerril, se presentaron ante pobladores un grupo numeroso de guerrilleros, uniformados y con fusiles, para advertirles que siguen activos. Tampoco estaría de más que diera la cara en la reforma de la justicia, porque el engendro que están cocinando es incomestible.
Para contentar a los magistrados de la Corte Suprema, les aumentan a doce años la permanencia en el cargo, suben hasta los 70 años la edad de jubilación y dejan que los siga investigando la Comisión de Absoluciones de la Cámara. A cambio, los congresistas entregan un poder omnímodo a la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, que ellos mismos eligen, en detrimento de la Sala Administrativa, que no les debe el puesto. Reinará sobre la Rama Judicial y podrá suspender a jueces, abogados, fiscales y cualquier funcionario. Es decir, los legisladores controlarán dos de los tres pilares del Estado, fulminando la separación de poderes.
¿Objetivo? Hacerse pasito. Porque ni el Congreso molestará a los magistrados corruptos de la Suprema, ni los togados perseguirán con la misma pasión a los legisladores delincuentes. Y cuando un senador o congresista quede molesto con un fiscal o un juez, lo destituyen.
En suma, una reforma que no sirve a los ciudadanos, pero ayuda al puñado de honorables sinvergüenzas -también hay decentes- que por desgracia anidan tanto en altas cortes como en cámaras legislativas.
Sí, sería rico que el Presidente se quede en casa un ratico.
NOTA. A quien aprecie el buen cine, no se pierda Silencio en el Paraíso, una bella historia de amor urbana, que se desarrolla en Bogotá con el trasfondo del conflicto armado colombiano. Generará polémica, pero no hay una gota de sangre ni el aburridor lenguaje grosero, fácil, de otras cintas. Les gustará verla.

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