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Peláez y Gardeazábal agosto 1 de 2018
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¿A qué viene el juez Garzón?

26 de enero del 2011 |  EDITORIAL | Por EL COLOMBIANO
El Gobierno español necesita encontrarle destino al cuestionado juez Baltasar Garzón, hoy suspendido del cargo en su país, y encontró obsecuente respuesta en la Administración Santos. Una superestrella mediática, investigada por prevaricato y faltas graves en el ejercicio de la judicatura, ¿podría venir a "enseñarnos" criterios éticos para aplicar nuestras leyes?

Desde los inicios de este Gobierno se venía ambientando el tema, pero apenas ahora parece concretarse: vendría Baltasar Garzón, llamado en España "Juez Estrella", que está sin destino profesional, suspendido de sus funciones judiciales, a la espera de que le resuelvan investigaciones, no precisamente por faltas menores.

No ha encontrado nada mejor para recuperar su protagonismo, que venirse a Colombia para "asesorar al país en cómo darles respuestas a los organismos internacionales que demandan o preguntan sobre temas judiciales", según palabras de la Canciller María Ángela Holguín.

El Gobierno nacional, en la aceptación más burocráticamente colombiana que pudiera esperarse, dijo -según la prensa española- que recibiría a Garzón siempre y cuando los gastos de su permanencia y del cargo que ocupe los pague el Estado que lo envía.

En otras palabras, ya que el Gobierno español quiere encontrarle trabajo a Garzón cuanto antes, entonces que por lo menos pague por desembarazarse de él. Un buen indicador para medir la capacidad de pensamiento estratégico que nuestro Gobierno tiene para la administración de Justicia en Colombia.

No todos son puntos oscuros en la trayectoria de Garzón. Tuvo un papel relevante en la lucha antiterrorista de España, para desarrollar los principales procesos contra ETA y su entorno político y económico. También lideró, obviamente con gran despliegue publicitario, operativos contra el narcotráfico internacional, que en España tiene sus redes profundamente ancladas como centro distribuidor para el resto de Europa.

Su determinación a la hora de enfrentar el crimen a gran escala no debe despreciarse. Pero es que al próximo "asesor" lo investigan las máximas autoridades judiciales de su país por prevaricato, cohecho e interceptación ilegal de comunicaciones, lo cual no es cualquier nimiedad para un juez.

Es cierto que las tres causas contra él están en marcha, que se presume su inocencia, mas las diligencias y pruebas recaudadas muestran evidencias que lo dejan muy mal parado, particularmente en el de los fondos del Banco Santander, recabados por el entonces juez para financiar su licencia de estudios en la Universidad de Nueva York, cuando paralelamente tramitaba -para posteriormente archivarlos- procesos penales contra directivos de ese banco.

Después, el entonces Juez Instructor de la Audiencia Nacional de España, inició pesquisas para imputar responsabilidades por las víctimas del franquismo. No podía hacerlo, pues una ley de amnistía preexistente declaraba cerrados todos los procesos pendientes, e impedía iniciar nuevos. La izquierda aplaudió clamorosamente al juez, a pesar de actuar sin base jurídica, y cuando el Tribunal Supremo inició, por unanimidad, investigación, lo declararon prócer y mártir.

Vamos a ver si dentro de sus inefables asesorías en Colombia, sugiere iniciar procesos contra los beneficiarios de amnistías aquí, que combatían -y mataban- supuestamente en nombre de los ideales de esa izquierda que hoy lo aclama.

En Colombia tenemos nuestros propios "jueces estrellas". Algunos de ellos, políticos municipales que han llegado a la cúspide del poder judicial, desde donde han dado rienda suelta a sus ansias de protagonismo político a costa de la adecuada administración de justicia. Pero no nos faltan, tampoco, juristas intachables que no necesitan tutorías de jueces cuestionados que ya no tienen cabida en su país de origen.

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